Segunda Prueba: Hechicero de Oscuridad

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Ash estaba en su habitación del palacio de Eraklyon solamente sentada en la cama si hacer o pensar en nada. Realmente no se sentía con las fuerzas necesarias para hacer algo y dormir no era una opción. Si dormía estaba la gran posibilidad de soñar con él. Quería sacárselo de la cabeza y del corazón. Quería olvidar todo y empezar de cero.

No aguantaba más el sufrimiento. Era como si no tuviera suficiente aire para respirar.

Ganas no le faltaban de salir corriendo hacia Bloom y pedirle que le borrara la memoria. Que lo eliminara todo. No solo los recuerdos de Alec, sino todos, no quería recordar nada. Hasta su propio nombre quería olvidar.

Unos suaves toques en la puerta le hicieron notar la presencia de Bloom.

Sabía lo ocupada que estaba Bloom, por lo que era todo un honor que esta hiciera un tiempo para visitar a una chica que no era nada suyo. Apenas habían pisado el palacio la reina fue informada de un asunte urgente que debía atender y aun así estaba ahí, parada frente suyo con una mirada de evidente preocupación.

Como una niña pequeña corrió hasta los brazos de Bloom y se refugió en estos mientras lloraba. Bloom la abrazó y con cuidado la hizo volver a la cama.

-No hay peor sufrimiento que un corazón roto. –La reina le secó las lágrimas de la mejilla izquierda. –Cuando la persona que amas te lastima se siente como si te clavaran un puñal en el pecho.

Ash miró a la reina.

- ¿Has sufrido por amor?

- ¿Quién no ha sufrido por amor? –Limpió las lágrimas de la otra mejilla. –Lo importante es levantarse con la cabeza bien en alto y seguir adelante.

-No creo poder... Me duele mucho. –Escondió la cara entre las manos. –Estoy sola. No tengo a nadie ni a nada. Todos me abandonan... y creí que con Alec sería diferente... y no lo fue.

La reina abrazó con fuerzas a la adolescente. ¿Cuánto había sufrido esa niña que ahora parecía una muñeca de fino cristal? Nadie tan joven debía sufrir tanto.

-Ahora me tienes a mi Ash, y te aseguro de que nunca, nunca, voy a abandonarte o a dejarte sola. –Se apartó de la joven y le levantó el rostro con un mano. –Pero hay algo que debes saber. Alguien ha venido buscándonos mientras no estábamos. A mí me buscaba la persona que más ansiaba ver... mi hija ha vuelto Ash...

Fijándose bien en el rostro de Bloom, notó los ojos de la reina llenos de un brillo que antes no estaba ahí y que resaltaba por encima de lo rojo e hinchados que estaban.

-...pero en tu caso es una persona que quizás no quieras ver. Tu madre, Ash, ha venido a buscarte y quiere verte. La decisión es tuya, cariño, nadie te puede obligar a nada. Debes ser tu quien tome una decisión.

Con la furia hirviendo en su corazón destrozado se secó las lágrimas y se puso de pie con convicción.

-Bien, es hora de conocer a la mujer que me parió y me abandonó. Hay mucho que quiero gritarle a la cara.

Bloom le tomó la mano y ella la miró con curiosidad.

-Recuerda que no estás sola querida Ash.

La mano de Bloom era lo único que la mantenía de pie y no le permitía salir corriendo. Creía que estaba lista para afrontar a su madre biológica, pero como siempre estaba equivocada. Ahora que la tenía en frente no podía ni mirarla.

Tenía más ganas de llorar que antes y la furia hervía en su interior esparciéndose por su torrente sanguíneo como ríos de lava.

Todos la observaban queriendo saber cuál sería su reacción. Desde el sofá de esa sala de estar el rey Sky le hacía señales de aliento mientras que una adolescente pelirroja la miraba curiosa. No había que ser un genio para saber que se trataba de Alice de Eraklyon.

La Princesa Perdida (En Edición)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora