Sueños

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La puerta del internado se cerró detrás de Jisung
con un chirrido bajo, como si el viejo edificio mismo protestara por su regreso tardío. El vestíbulo estaba iluminado por la luz amarillenta de una bombilla tenue que proyectaba sombras largas en las paredes de piedra. El ambiente en la sala común era típicamente ruidoso, y apenas puso un pie en ella, las miradas cayeron sobre él.

Mark fue el primero en notar su entrada. Estaba sentado a una mesa, libros apilados frente a él, pero su atención ya no estaba en las páginas. Su expresión reflejaba una mezcla de preocupación y exasperación, se levantó de inmediato.

—Jisung, ¿dónde diablos estabas? —dijo, su voz grave pero suavizada por el alivio. Parecía haber ensayado la reprimenda durante horas. Al hablar los lentes se le habían enchuecado haciéndolo fruncir más el ceño, levantó su dedo para acomodar sus lentes y regresó a su posición; cruzando los brazos.

Antes de que Jisung pudiera responder, Donghyuck soltó una carcajada desde el sofá, donde se encontraba recostado con los pies apoyados en una de las mesas, su usual aire despreocupado rodeándolo como un halo.

—¡Ahí está el explorador perdido! —exclamó Donghyuck con tono burlón, estirando los brazos detrás de su cabeza—. ¿Qué, Jisung? ¿Te perdiste en busca de algún monstruo? ¡O quizás de algo más divertido!

Sus palabras resonaron en la sala con una ironía cargada, mientras una sonrisa traviesa se formaba en sus labios.

Chenle, que estaba de pie junto a la ventana, dejó su cuaderno de notas de inmediato y corrió hacia Jisung. Sus ojos estaban llenos de curiosidad y algo de ansiedad, siempre preocupado por las aventuras inesperadas de todos y cada uno de sus  compañeros.

—¡¿Dónde estabas?! —preguntó, sus palabras atropelladas mientras se detenía justo frente a él—. ¡Pensamos que te habías perdido de verdad esta vez!

Jisung, todavía con los pensamientos revoloteando entre la magia del bosque y el peso de la realidad, trató de forzar una sonrisa. Pero estaba exhausto, tanto física como emocionalmente, y todo lo que quería era un momento de paz.

—No... no es nada —murmuró, bajando la cabeza para evitar las miradas inquisitivas. Pero no se podía esconder de los demás tan fácilmente.

Jeno, que había estado observando desde un rincón de la sala con los brazos cruzados y una expresión estoica, finalmente habló, su voz grave y directa.

—¿Estás bien? —preguntó, pero su tono mostraba más alivio del que estaba dispuesto a admitir. Aunque Jeno rara vez mostraba emoción, su preocupación por los demás siempre se revelaba en momentos como estos.

Jisung asintió débilmente, sin atreverse a hacer contacto visual. Pero antes de que pudiera dar alguna explicación, una voz fría y distante rompió el silencio que se había formado.

—No seas estúpido, Jisung —dijo Jaemin desde el umbral de la sala. No había levantado la mirada del libro que sostenía, y su tono era tan cortante como siempre—. No comprometas tu bienestar por... por lo que sea que estés buscando. No esperes que vaya a socorrerte si te pasa algo.

El comentario fue como un dardo envenenado, y Jisung lo sintió profundamente. Jaemin, su medio hermano, siempre encontraba la manera de herirlo con palabras, recordándole constantemente su lugar en el internado, y en su propia familia.

Jaemin, sin decir nada más, caminó hacia la mesa donde estaba servida la cena, tomó un plato sin mucho interés, y se retiró a su habitación. No había una pizca de calidez en su actitud, solo esa barrera inquebrantable que siempre había mantenido entre él y Jisung.

Mark, claramente molesto por el comentario de Jaemin, intentó suavizar la situación. Dio un paso hacia Jisung y puso una mano sobre su hombro, su rostro mostrando una mezcla de apoyo y preocupación.

—No le hagas caso, Jisung. Sabes cómo es Jaemin... no lo dice en serio.

Jisung asintió, pero las palabras de Mark apenas alcanzaron a tranquilizarlo. Se dejó caer en una silla cercana, sintiendo el peso de la tarde y la confusión de sus propios pensamientos. Había regresado a la realidad después de estar en un mundo que apenas parecía real. Y mientras Chenle lo bombardeaba con más preguntas sobre dónde había estado y qué había hecho, Jisung apenas podía concentrarse en sus palabras.

—Entonces, ¿dónde fuiste? —preguntó Chenle entusiasmado, impaciente y con demasiadas ganas de saber cualquier mínimo detalle—. ¡Tienes que contarnos todo!

—Sí, Jisung —intervino Donghyuck, con una sonrisa ladina todavía en su rostro—. No puedes desaparecer por horas y volver como si nada hubiera pasado. ¿Con quién estabas, eh? ¿O qué estabas haciendo?

Las bromas de Donghyuck eran agudas, pero esta vez, su intención detrás de ellas no era clara. Quizás intuía que algo había cambiado en Jisung, pero no podía saber cuánto. Jisung solo sacudió la cabeza, incómodo y sin ganas de revelar nada.

—No fue nada... solo... necesitaba un poco de aire —dijo, su voz tan baja que apenas era audible.

Pero en su mente, las imágenes de Renjun seguían apareciendo, vivas y brillantes. La delicadeza de su voz, la manera en que su piel había resplandecido bajo los rayos del sol después de la lluvia, su risa suave y contagiosa. Jisung no podía dejar de pensar en aquel beso, tan inesperado y tan real. Lo había sentido, lo había vivido, y no podía evitar preguntarse si lo volvería a ver.

La conversación en la sala siguió durante un rato más, con Donghyuck lanzando comentarios sarcásticos, Chenle intentando llenar los silencios con su entusiasmo, y Jeno observando desde la distancia. Pero Jisung estaba ausente, perdido en sus pensamientos, su mente siempre volviendo a la misma pregunta:

¿Lo volveré a ver?

Mark, sentado a su lado, lanzó una mirada comprensiva, aunque no dijo nada más. Sabía cuándo era mejor dejar que Jisung procesara las cosas a su propio ritmo. Finalmente, el bullicio de la sala comenzó a apagarse cuando los chicos se dispersaron, algunos retirándose a sus habitaciones, otros quedándose un poco más en la sala común.

Pero incluso cuando las luces del internado se apagaron y el edificio cayó en un silencio profundo, el corazón de Jisung seguía latiendo rápido. Renjun, el misterioso príncipe del bosque, era ahora una parte inseparable de sus pensamientos, y aunque no podía compartir lo que había vivido, supo en ese momento que nada en su vida volvería a ser igual.

El bosque de los sueños: renjun centricDonde viven las historias. Descúbrelo ahora