Resiliencia

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Kageyama asistió al funeral. Su madre y su hermana se ubicaron imponentes a su lado recibiendo las condolencias de los invitados y alejando a todos aquellos de su presencia. Incluso cuando se paró frente al ataúd su hermana estuvo a su lado, ella tenía los ojos serios al igual que él, y ninguno de los dos quitó esa mirada de su rostro incluso hasta el final.

Quiso decir adiós, pero decírselo al ataúd frente a él hizo que se sintiera increíblemente vacío y solitario. Se sentía bastante irreal con todas esas personas caminando a su alrededor y la fotografía de su abuelo observándolo desde su altar.

—Supongo que así se siente estar anestesiado —él dijo para sí mismo cuando nadie escuchaba. Sus ojos se sentían pesados y aunque quiso llorar más, sus lágrimas no cayeron, parecía que se le habían acabado.

Fue un funeral realmente silencioso al inicio. Las voces eran bajas, el aroma a incienso se filtraba por su nariz y una que otra persona lloraba en silencio. Kageyama tocaba sus parches de feromonas constantemente, tratando de desviar sus tormentosas emociones a la incomodidad de tener aquello en la piel y al suave dolor de su vientre.

Con su presentación temprana en condiciones angustiosas terminaron forzosamente su celo en el hospital debido a todo el estrés que eso representaría para su cuerpo. El médico que lo atendió llegó a la conclusión de que su próximo celo debería ser monitoreado en el hospital por cuestiones de seguridad, probablemente dopado para evitarle dolor. Sinceramente, para él la posibilidad de un nuevo celo lo aterraba.

La cremación llegó poco después. 

A partir de ahí para Kageyama todo el evento transcurrió sorpresivamente lento, sostuvo una caja con cenizas durante un tiempo mientras vestía de un traje negro como dicta la tradición, pese a que por ser omega debería estar utilizando un kimono. Y luego se despidió de esa caja solo para quedarse con una foto de Kazuyo Kageyama.

Cuando llegó el servicio conmemorativo y todos se reunieron comer el ambiente se sentía bastante tenso, no es que él fuera muy apegado a sus familiares, pero ahora todos se veían interesados en él, por lo que incluso con sus voces bajas podía escucharlos en la mesa de atrás.

—Parece que el más joven ya se presentó —susurra un hombre.

—Le preguntaron a Yua, pero no quiso hablar de ello. Entonces no debe ser un alfa, a nadie le daría vergüenza decir que su hijo es alfa.

—¡¿Entonces un omega?! Pero no está usando el kimono —escucha a una mujer hablar detrás de él—, que irrespetuoso.

—Bueno yo tampoco usaría uno si me viera así. Ni siquiera luce como un omega. Qué vergüenza.

Kageyama escucha una ligera risa escaparse de la boca de otra mujer.

—Ningún alfa se acercaría a él ¿no creen?

Kageyama se hace más pequeño, quiere irse de ahí. Ubica sus manos sobre sus rodillas y las presiona como si eso evitara que pudiera levantarse y salir corriendo. Baja su cabeza y trata de pensar en todos los momentos que pasó con su abuelo en su habitación de hospital mirando partidos de voleibol.

Miwa se pone tensa a su lado.

—Mamá —advierte ella con una voz contenida de enojo.

—Ya vuelvo chicos—responde su madre mientras se dirige a la mesa atrás de ellos.

Kageyama agudiza su oído aún con su mirada en sus rodillas.

—Es culpa de ese hombre, la familia le dijo que no era una buena idea, pero Yua siempre ignora todo. Al menos Miwa salió bien, pero mira lo que resultó su segundo hijo, con razón se fue.

Sostengo mi respiración [Omegaverse] | Oikage (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora