Instintos

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Dos nuevos estudiantes aparecieron luego de eso, un beta llamado Nishinoya y un chico que se veía bastante mayor pero excesivamente nervioso llamado Asahi, los parches le impedían a Kageyama saber su género secundario.

Tanto Hinata como él hablaron con Asahi durante distintas ocasiones hasta que finalmente se presentó al club de voleibol, sin embargo, pese a la felicidad que eso podría causar, para Kageyama vino ligado a una nueva preocupación. Había surgido de la nada, aquella extraña necesidad de otorgar protección y consuelo hacia Asahi y el resto de Karasuno.

El experimentar de ese tipo de cosas relacionadas con su segundo género hizo que su sueño se trastornara un poco más de lo que ya estaba. Años atrás había sido perfecto, pero ahora existían días en los que no podía consolar el sueño temprano, ni siquiera hablar de dormir ocho horas. Él odiaba eso, solo pensar que su rendimiento en el voleibol disminuiría por su falta de control, lo molestaba y entristecía.

No sabía la razón, probablemente empezó después del funeral, sin embargo, pensar en aquellos recuerdos no es algo con lo que quiera lidiar, Kageyama cree que si ignora aquellos recuerdos aquel pesar en su pecho se irá rápidamente, pero han pasado meses y sigue ahí. 

Sigue ahí a pesar del esfuerzo que pone, a pesar de tomar leche tibia en las noches o agotar su cuerpo en las tardes, y eso lo hace sentir peor en ciertos días, cuando no puede ignorar esa espina en su corazón.

A veces sueña con él, recuerda a Kazuyo más joven tomándolo de la mano para caminar por los alrededores, cuando le enseñó a andar en bicicleta o sus conversaciones sobre lo impresionantes que son los setter en un partido, eso hace que cada vez al levantarse se sienta vacío.

Solo eso.

Un vacío que se planta en su pecho, pero no siente nada más. «Probablemente algo no esté bien dentro de mí», es lo que piensa a veces.

Tal vez por eso le gusta estar en Karasuno, hay mucha gente a su alrededor y eso lo ayuda a olvidar, incluso Hinata siempre se mantiene cerca de él. Es rara la ocasión en la que se encuentra solo, pero eso también lo obliga a lidiar más con su condición omega, siempre presente en los olfateos sutiles que da al entrar al gimnasio esperando que todos hayan llegado.

Es como si ahora todo lo que antes no le importaban fuese tan notorio. Incluso cuando el maldito de Tsukishima no se hidrata correctamente siente como si un foquito de alerta en su cuerpo se encendiera, aquella sensación lo está volviendo loco.

No le gusta, siente que no merece experimentar esas sutiles cosas.

Trata de desviar su mente a la situación actual del equipo. La cercana práctica con el instituto Nekoma gracias a la intervención de Takeda-sensei simplemente le parece fantástica después de todo mientras pueda jugar más tiempo voleibol seguirá encontrando buenos oponentes, como solía decirle su abuelo.

La necesidad de otorgar consuelo a los demás vuelve a surgir más tarde ese mismo día. Justo al terminar la práctica, Kageyama sabe que Hinata se siente deprimido. No pudo controlar todas las ideas que cruzaron su cabeza para lidiar con aquella situación, quiso darle unas palabras al chico, hasta consideró olfatearlo y llenarlo de su aroma. Lo último lo horrorizó significativamente. Por eso terminó perdiendo sus estribos.

—¡Mientras yo esté aquí tú serás el más fuerte! —el omega toma una respiración tratando de calmar sus nervios por hablar en frente de tantas personas—, Azumane-san es increíble pero no pienses que tu trabajo no es asombroso porque nos ayudas a conseguir muchos puntos en el partido. ¡¿Cierto?!

—Contigo aquí tenemos muchos ataques exitosos —concuerda Tanaka al ver a Kageyama mirándolo intensamente.

Hinata lo mira con ojos llorosos.

Sostengo mi respiración [Omegaverse] | Oikage (Pausada)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora