Prólogo

15.2K 850 131
                                    

Apoyado en los casilleros de la universidad buscaba esa cabellera castaña, desprolija y con olor a fresas que acostumbraba a ver todos los días, hasta que la encontré entre el gentío de estudiantes que iban de aquí para allá con apuro

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

Apoyado en los casilleros de la universidad buscaba esa cabellera castaña, desprolija y con olor a fresas que acostumbraba a ver todos los días, hasta que la encontré entre el gentío de estudiantes que iban de aquí para allá con apuro

—¿A dónde crees que vas? —la abracé por detrás evitando que siga su andar y sobresaltándola a la vez. Haeri se volteó un poco asustada. Tan tierna y asustadiza como siempre.

—¡Jungkookie!, me has asustado — dijo, abrazándome torpemente de vuelta.

Haeri y yo éramos mejores amigos  desde los 12 años. Cuando me mudé al vecindario nuestras madres se hicieron muy amigas de inmediato y desde entonces nosotros también. Éramos dos personas totalmente opuestas pero inseparables. Ella, tan tímida, tan cohibida, insegura, tan acobardada, pacífica y necesitada de protección y yo tan... revoltoso, activo, tan fiestero, era todo un desastre.

Es cierto, era todo un mujeriego, sí, incluso yo mismo lo admitía, pero antes que cualquier otra chica siempre sería Haeri para mí. Pienso que empezaba a gustar de ella, no sabía qué era lo que me atraía más, tal vez era su inocencia, o su forma tan positiva y alegre de ver el mundo, quizás su sonrisa tan resplandeciente y capaz de alegrar mis días, quizás eran sus ojos, su melena, su risa, o su voz.

Honestamente no podía descifrar qué es lo que tenía Haeri que no podía encontrar en las demás.

Nuestra amistad seguía siendo la misma desde que nos conocimos, a excepción de que ahora no eramos simplemente amigos, como todo el mundo creía, ambos lo sabíamos, en el fondo lo sabíamos aún si ninguno lo admitía, pero mis sábanas  —y hasta los vecinos— eran testigos de eso, de como la hacía gemir mi nombre tan fuerte, casi al desgarrar su voz, de las olas de placer entre ambos y como nuestros cuerpos acababan sudorosos y exhaustos uno al lado de otro; de nuestros más íntimos encuentros.

Todo había comenzado con algunos besitos inocentes, no eran más que eso, pero en algún momento las cosas comenzaron a subir de nivel y ya no eran unos simples besos, yo quería más y estaba seguro de que Haeri también. No la consideraba mi amiga con derecho, ella... No tenía muy claro qué era eso que sentía por ella, pero si de algo estaba seguro era que Haeri no era una más del montón.

Incluso si ella no tenía la mayor de las experiencias (considerando que sólo había estado conmigo y que todo lo que sabía es gracias a mí), ninguna otra chica podía siquiera igualarse a ella, no importaba con cuántas chicas diferentes haya estado buscando algo similar a lo que sentía con Haeri, ninguna era ella; ninguna era mi Kim Haeri.

—¿Sí?, bueno, ese era el punto, pequeña —reí y planté unos cuantos besitos en su mejilla, de esos que sabía que le encantaban.

Comenzamos a caminar, pues teníamos clases juntos. No estudiábamos lo mismo pero coincidíamos en algunas clases y química era una de ellas.

Tomé la mano de Haeri y le hice apurar el paso.

— ¿Por qué tanta prisa? —cuestionó entre risas, sin embargo no obtuvo respuesta de mi parte porque yo ya sabía que si le decía lo que tenía en mente iba a escandalizarse y negarse rotundamente. Y cuando se dio cuenta de que pasamos de largo la puerta del salón de química, entonces volvió a hablar. — ¡Jungkook!

just friends? - jjk © [completa]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora