Capítulo 5

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-¡¿Qué?! – gritaba una Alicia indignada.

-Lo siento mucho, señora Alicia.

-¿Eso es posible?- estaba más que enojada con Germán. Él había pedido una orden judicial en la que le prohíbe a Alicia ver a su hija hasta después de la audiencia, lo peor es que ya no quería la custodia compartida, la quería completa para él.

-A ver, ya habíamos llegado a un acuerdo sobre la custodia.

-Van a presentar documentos el 29 en el tribunal para pedir la custodia permanente.

-¿Puede hacer eso?- Alicia se sentó frente a el hombre.

-Es legal.

-¿Con qué motivo? ¿Qué es lo que están alegando?- él se le quedó mirando en silencio por unos segundos hasta que contestó.

-Solicitaron al juez una clausura moral.

-¿Y qué significa?

-Seré directo. Ágata, alegan evidencia de un patrón de conducta.

-¡Es la madrina de Lana! Que hijo de puta.- puso sus manos en su cara con frustración. Si Germán no podía tenerla a ella, ella no tendría a Lana- ¿Cuándo es la audiencia?

-Creo yo que después de marzo, tal vez en abril.- se levantó del asiento y salió de ahí.

...

Raquel se encontraba comprando un disco de vinilo mientras Alberto la esperaba afuera con su bicicleta. Se sentía emocionada, el disco lo compró pensando en ella, en Alicia. Se había apoderado de sus pensamientos en todo momento y ya quería volver a verla.

El hombre de la caja le entregó su pedido, agradeció por el servicio y salió de la tienda.

-¿Encontraste lo que querías?- le preguntó Alberto al verla salir.

-Sí. Buscaba algo para alguien.- comenzaron a caminar

-Que amable.- le sonrió- Deberías pasar por casa en navidad, mamá te espera.

-¿Navidad? Es para la familia, no me sentiría cómoda.

-Ya eres de la familia.- Raquel soltó una risa nasal.

-¿Sabes? He pensado en armar un portafolio de mis fotos. Tal vez... podría buscar trabajo en eso o hacer retratos.

-¿Has pensado en lo de Europa?- la castaña lo miró con confusión, ¿acaso era lo único que le importaba? Aceleró el paso enojada, negando con la cabeza- Raquel...

-¿Cuántas veces te has enamorado?- se giró, deteniéndose. Él soltó una risita.

-Nunca, sólo de ti.- le iba a coger la mano pero ella la apartó.

-Me contaste de otras dos mujeres, Alberto.- apretó los labios.

-Ellas fueron... sólo tuve sexo con ellas, no es lo mismo.

-Significa que soy diferente porque no hemos tenido sexo.

-No...- rendido se acercó a ella- ¿A qué viene todo esto, Raquel? Yo te amo, esa es la diferencia.

Ella se le quedó mirando con los ojos entre cerrados y la mandíbula apretada para luego seguir caminando sin responder nada. Alberto dio unos saltitos para alcanzarla y continuar caminando.

-¿Alguna vez te has enamorado de un hombre?- se demoró un poco en contestar.

-No.- frunció el ceño y la miró.

-Pero has oído hablar de eso.- también lo miró.

-Claro. ¿Quieres decir si he oído hablar sobre gente así? Sí.

-No hablo de personas así, sólo hablo de dos personas que se enamoran la una de la otra. Digamos, dos hombres al azar.- desvió la mirada.

-No conozco a nadie así. Pero te diré algo: siempre hay alguna razón en el fondo.

-Entonces, ¿no crees que pueda simplemente...- comenzó a jugar con el empaque del disco- podría pasarle a alguien? ¿A cualquiera?

-No, para nada.- por fin llegaron a la residencia de la castaña.

Esta se puso en la puerta y se giró para mirarlo.

-¿Qué quieres decir, Raquel? ¿Estás enamorada de una mujer?

-¡No!- le dijo casi gritando. En el fondo sabía que algo sentía por Alicia, un querer que no era normal. No estaba enamorada, pero le gustaba y ni siquiera la conocía.

-¿No sabes que quiero pasar mi vida contigo?- miró para otro lado, perdiendo la paciencia- Ven conmigo a Francia, casémonos, Raquel.- la mencionada negó con la cabeza también cansada de la insistencia del hombre.

-Alberto, ¡No estoy lista para eso!- abrió los ojos más de lo normal- No puedo volverme...

-¿Qué?- se quedaron mirando en silencio por unos segundos- Dime.

-Perdón.- abrió la puerta para adentrarse en el edificio.

Ya no sabía cómo hacerle entender que no quería, que no estaba lista. De hecho, ella jamás le ha dicho que lo amaba o si quiera lo quería, no entendía por qué se hacía ilusiones con ella. Estaba más que segura que prefería casarse con una mujer que conoció hace menos de dos semanas que con él.

...

Se sentía devastada, trataba de mantener una sonrisa pero lo cierto era que quería llorar y llorar hasta quedarse seca. Germán le estaba haciendo sus días imposibles.

Estaban sentadas en una mesa de un restaurante. Ágata estaba frente suyo apoyándola, no tenía a nadie más que entendiera lo que le estaba pasando.

-Encontré el cepillo de Lana debajo de mi almohada.- dijo mientras le daba una calada a su cigarrillo- Estaba lleno de pelos.- suspiró- Suele hacer eso, ¿sabes? Para hacerme saber que fue buena niña y se cepilló como se debe.- su voz se quebró un poco- Usualmente lo limpio pero hoy, por alguna razón...

-¿Cómo pudo?- habló Ágata sin poder creer lo desgraciado que había sido el hombre con Alicia- ¿Una qué de moralidad?

-"Cláusula", eso fue lo que dijo.

-Ay Alicia...- negó con la cabeza- Si soy responsable en alguna forma...

-No te atrevas.- la interrumpió. Puso su mano encima de la mano de la pelinegra- Jamás.

Apartó su mano y bebió de su bebida al igual que Ágata. Todo lo malo que le pasaba, su marido siempre lo relacionaba con Ágata, que era ella quien estaba arruinando el matrimonio, cuando no era así. Él era quien lo estaba arruinando haciéndose ideas en la cabeza, no podía dejar el pasado de Alicia en paz.

En cierta parte, este problema sí tenía que ver con la pelinegra pero no debía, y todo esto era por las estúpidas ideas de Germán.

-De todas formas, tengo el ojo puesto en una rubia. Tiene un hermoso restaurante.- Alicia rio tomando su copa- Estoy hablando en serio, es bellísima.- dieron una calada a su cigarrillo.

Se quedaron unos segundos en silencio hasta que Ágata decidió preguntar.

-¿Iras a alguna parte?

-Pensaba ir al oeste. Al menos por unas semanas, hasta la audiencia. ¿Qué más podría hacer?

-Bueno, sé que no te gusta manejar sola, así que...- bebió de su copa- Ella es joven, Alicia... dime que sabes lo que estás haciendo.- la pelirroja tomó aire antes de responder.

-No sé lo que estoy haciendo, no sé lo que ella me está haciendo.- confesó con sinceridad. 

Ninguna de las dos sabía lo que le estaba pasando con la otra pero lo cierto era que no les disgustaba y querían llegar al fondo de eso que estaban sintiendo.

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Jaii, gracias por sus comentarios de apoyo. Siendo sincera daba por perdido este fanfic.

En mi mente estaba de que: termino con Massage, dejo este a medias y ya no vuelvo a subir mas historias. Gracias de verdad por el apoyo.

ALICIA - RALICIA [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora