Capítulo 10

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Ahí estaban, dos mujeres deseando besar a la otra, pero el miedo no lo permitía. Miedo de arruinarlo, miedo de creer que la otra lo quiere cuando en realidad no.

Alicia miró los ojos de la castaña los cuales se posicionaban en sus labios, dándose cuenta que ella también lo deseaba. Entonces dejando los miedos detrás, juntó sus labios con los de Raquel.

La castaña no sabía si Alicia pensaba llevar las cosas al siguiente nivel o sólo se besarían. Se levantó aún sin separarse del beso y se colocó frente a ella. Puso sus manos en el cuello de la pelirroja y acarició su mejilla con su pulgar.

Cuando Alicia sintió que quería más que un beso, se separó.

—Raquel. —murmuró entre jadeos.

—¿Qué pasa? — se sintió nerviosa de que la pelirroja se haya arrepentido o no le haya gustado el beso.

—No quiero hacer nada que tú no quieras. — necesitaba su permiso.

—Alicia...— sonrió, ladeando la cabeza— Quiero hacerlo. Quiero que me toques y me beses. Quiero que esta noche sólo seamos tú y yo. — volvió a besarla.

Entre pequeños pasitos llegaron al borde de la cama. La mayor acostó suavemente a Raquel sobre las sábanas. Comenzó a desamarrar la bata que cubría el cuerpo de la castaña, ésta levantó un poco su torso para deshacerse por completo de la prenda.

Antes de que Alicia hiciera lo mismo con su bata, iba a apagar la luz de la lampara al lado de la cama, pero Raquel la detuvo.

—No la apagues, quiero verte. — con sus propias manos quitó la bata de Alicia, dejándola ver semidesnuda, pues sólo llevaba sus bragas puestas.

Alicia inició una ronda de besos mientras se colocaba encima de la menor. Sus manos viajaron a sus caderas y subieron lentamente hasta sus pechos, los cuales masajeo.

Al sentir los dedos de la pelirroja en sus pezones dejó salir un pequeño jadeo.

—Estás temblando. — dijo en un hilo de voz.

Sus labios bajaron a los pezones de Raquel, ésta se arqueo ante el contacto y de sus labios se escapó un gemido, cosa que excito a Alicia.

La caliente lengua de la mayor jugaba con unos de sus pezones, volviéndola loca. Su entrepierna cada vez estaba más húmeda, y todo gracias a Alicia.

La mayor dejó un camino de besos hasta llegar al borde de las bragas de Raquel, las cuales bajó lentamente, torturando a la menor.

—Alicia...— la escuchó gemir.

Las piernas de Raquel se abrieron, dejando ver su húmeda intimidad. Alicia gimió al verla, a sus ojos se veía una Raquel linda, sexy y la tenía toda para ella sola.

Su rostro se adentró entre las piernas de la menor, provocando que ésta se arqueara y de sus labios salieran gemidos, los cuales comenzaban a aumentar.

Alicia tomó su clítoris entre sus labios, la castaña llevó su cabeza para atrás y sus dedos tomaron las sábanas con fuerza. El nivel de placer que le estaba causando tener a la pelirroja entre sus piernas era maravilloso.

Comenzaba a sentir el orgasmo cerca, su abdomen se contrajo y justo cuando estaba apunto de llegar, Alicia paró sus movimientos.

Con respiración agitada cogió la mano de Raquel y la levantó hasta dejarla sentada en la cama, se quitó sus propias bragas y se sentó frente a ella. Colocó una pierna por el lado de la cadera de la castaña y la otra pierna entre las piernas de la misma, y puso sus manos atrás para sostenerse. Raquel copió la misma posición formando así la tan conocida posición de tijeras. Comenzaron a frotar sus genitales con los de la otra.

En la habitación sólo se podía escuchar los gemidos de las dos, pues ya no sólo era Raquel, quien se sentía desfallecer ya que jamás había probado algo como esto. Miró a Alicia, estaba con los ojos cerrados, mordiéndose el labio inferior y su cabeza hacia atrás, eso fue suficiente para que su orgasmo no se hiciera esperar más.

Los movimientos de las dos cesaron y ahora el sonido presente era el de dos respiraciones agitadas. Alicia rompió la posición y se recostó en el espaldar de la cama al lado de Raquel.

La castaña la tomó de la mano, acercándola para besarla, luego su otra mano libre (la derecha) la posicionó en el muslo izquierdo de Alicia y lo levantó para atraerlo a sí y que la pelirroja se sentara en su regazo.

—También quiero tocarte.— dijo Raquel separándose del beso.

—Puedes hacerlo.— volvió a besarla.

Sinceramente, ninguna de las dos quería que esa noche acabara, no querían alejarse de la otra. Raquel estaba consiente de que lo que sentía por Alicia no era normal, es decir, la quería como otra cosa que como su amiga, y en parte no quería sentirse así, pues sabía que al volver las cosas volverían a ser como desde el principio. Pero ese viaje sería su única oportunidad de tener a la pelirroja como deseaba.

Los besos de Raquel bajaron al cuello de Alicia, sus manos a sus pechos los cuales comenzó a masajear y apretar sin lastimarla.

Algunos jadeos salieron de su garganta cuando ahora era la boca de la castaña que jugaba con unos de sus pechos. Sin previo aviso, Raquel comenzó a estimular el clítoris de la mayor con dos de sus dedos y esta vez fue un gemido lo que salió de su garganta.

...

Ya estaban las dos acostadas, una frente a la otra, mirándose sin decir nada, con las piernas entrelazadas y tomadas de la mano.

—Quisiera quedarme así contigo hasta cansarme.- Raquel rompió el silenció.

—También yo.

—¿Qué pasará cuando volvamos?

—No lo sé, pero no quiero pensar en eso ahora. Quiero disfrutar este momento contigo.— entonces juntó sus labios en un beso totalmente diferente a los que se habían dado esa noche, este beso estaba lleno de un amor sincero que sin querer estaba sintiendo por la morena. 

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No sé ustedes pero a mí me gustó :)

ALICIA - RALICIA [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora