Capítulo 8

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Ya era de mañana. Las mujeres se habían hospedado en un hotel sólo para una noche. Tenían habitaciones separadas, ya que eran las únicas que quedaban.

Raquel se dirigía con sus maletas en mano, a la habitación de Alicia. Tocó la puerta y recibió el permiso de entrar. Al hacerlo escuchó la ducha y supuso que la pelirroja estaba bañándose.

-¡Raquel!- gritó Alicia, tomándola por sorpresa.

-¡Dime!- gritó de vuelta.

-¡¿Puedes pasarme la camisa azul que está en la maleta, por favor?!

Raquel se giró y la maleta de la mayor estaba abierta frente a ella. Dejó las suyas a un lado y comenzó a buscar, al encontrarla, la alzó frente a sus ojos y no pudo evitar llevársela a la cara y cerrar los ojos, oliendo el aroma de Alicia.

Al abrirlos nuevamente notó algo en la maleta. Dejó la camisa de lado y cogió una tela que envolvía algo. Era un arma, Alicia llevaba un arma consigo, ¿para qué?

Raquel pensó muchas posibilidades y lógicamente pensó en que la mujer pensaba hacerle algo.

-¡Hey, tortuga!- la llamó Alicia, otra vez. Rápidamente volvió a guardar el arma y le llevó la camisa.

Alicia abrió la puerta del baño, dejándose ver. Mojada y con una toalla que tapaba poco.

-¿Está todo bien?- le preguntó la mayor, recibiendo la camisa.

-Sí. De pronto me dio mucha hambre.

-Está bien, ya salgo.- y con una sonrisa volvió a cerrar la puerta.

Alicia terminó de arreglarse mientras la castaña la esperaba. No paraba de pensar en lo que había encontrado. La pelirroja la notó pensativa, pero decidió ignorarlo. Salieron del hotel y emprendieron viaje.

...

-¿Tienes hambre?- le preguntó Raquel mientras sacaba dos sándwiches de una canasta que habían llevado. Tenía bebidas y comida (fruta, arroz, emparedados, etc.).

-Claro.- le extendió uno de los sándwiches- Gracias.

-Alicia, ¿vas a matarme?- se sorprendió de aquella pregunta.

-¿Qué?- respondió sin quitar la vista de la carretera.

-Que si vas matarme. Perdón por mirar tus cosas, pero no lo pude evitar y vi que llevas una... pistolas. ¿Te sientes segura conmigo?

-Estás llena de sorpresas.- la miró un segundo, estaba enojada- No estoy asustada, Raquel.

Entonces las dos se quedaron calladas. Raquel se acomodó en su asiento mirando a la ventana, donde comenzaban a caer gotas de lluvia. Cerró los ojos y en su mente había una imagen, imagen donde Alicia estaba. Era ella y la pelirroja besándose bajo esa lluvia que caía atreves de la ventana. Parecía una niña imaginando esas cosas, pero a veces le gustaba sentirse así. Estaba algo enojada con ella porque parecía no confiar en ella, pero si así era ¿por qué la invitó a ese viaje?

-¿Aún estás enojada conmigo?- la escuchó preguntar y giró su cabeza para mirarla.

Negó con la cabeza ante la pregunta y volvió a fijar su mirada a la ventana.

-Pues no parece... Raquel, no voy a matarte, estás muy joven.- la castaña volvió a mirarla y Alicia sonrió contagiándola para que ella también sonriera.

Llegaron a un motel cuando empezaba a atardecer.

-Nuestras habitaciones estándar están equipadas con radios de consolas estereofónicas.- explicó la señorita en recepción- O está disponible la suite presidencial a un buen precio.

ALICIA - RALICIA [TERMINADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora