[T R E I N T A -Y- S I E T E]

773 105 32
                                    

Ha pasado un mes desde que llegamos a casa de la abuela de Joel. El lugar es un poco más amplio a lo que aparenta la fachada delantera, y aunque me dieron un cuarto para mí solito terminé en el de Joel.

La primera noche intenté dormir sin su compañía, cosa que fue imposible porque cosas que no quería recordar azotaban mi memoria y entre sollozos golpeé la puerta de la habitación de Joel, de manera muy vergonzosa le pedí que me dejara pasar y si podíamos compartir cama.

El día de mi cumpleaños fue memorable, tan único y diferente a los anteriores.

Me sentí querido. Especial para dos personas que apenas me conocían.

No recuerdo cómo fueron cuando papá todavía seguía con nosotros, pero cuando llegó Johann a la vida de mamá siempre buscaba excusas para que salieran ellos dos solos.

A lo mejor no recibí regalos, no obstante, tuve amor sincero.

Hasta que llegamos a la habitación y Joel me sorprendió con un beso, quedé pasmado. Cuando reaccioné ya estaba marchándose entre carcajadas y repitiendo que le gustaba mucho.

Sí. Un día inolvidable.

La señora Alicia es muy tierna, parecida a las abuelitas de aquellos cuentos o películas infantiles. Me consciente demasiado hasta el punto de hacerme llorar porque me hubiese gustado que mamá creyera en lo que dije.

Pensé en buscar a mi padre para pedirle que haga un juicio para obtener mi custodia, sin embargo, la noticia que antes no aparecía, ahora se volvió titulares.

Joel fue denunciado públicamente por haber secuestrado a un menor de edad.

Cuando encendí el televisor y salió aquello en el reportaje terminé desmayándome, caí en el sofá para mi buena suerte o ya tendría la cabeza vendada y con puntos.

La idea quedó descartada en un santiamén.

—Erick, cariño.

Alzo la cabeza sorbiendo mi nariz, sus ojos también retienen lágrimas y me duele verlo así.

—No me quiero separar de ti.

—Si vuelves, tendrás mejores cosas de las que yo te ofrezco actualmente —habla bajito, acariciando mi brazo por debajo de la manta.

—Será otra vez un infierno. ¿Quién de ellos me podrá dar el amor que recibo aquí? No tengo nada en esa casa. Al menos con ustedes me siento como un chico normal.

Frunce el ceño.

—¿Por qué no serías normal? ¿Acaso tienes un dedo extra o tres corazones? Porque si es así, te tendría envidia —responde con gracia.

Golpeo su hombro y luego dejo un beso en su mejilla, antes de acurrucarme nuevamente entre sus brazos.

Apaga la lamparita que alumbraba la habitación.

—Tengo miedo —confieso.

—Yo también lo tengo, mi amor.

Joel no lo nota, pero he quedado perplejo ante lo último.

No solemos hablar del tema, apenas nos hemos besado tres veces y eso que fueron muy cortos. Pero en todos pude sentir esa chispa mágica, las mariposas dentro de mi barriga y muchas cosas bonitas.

Comienzo a sentir su respiración más calmada. Me gusta dormir abrazado a él porque los latidos de su corazón me tranquilizan.

—Te quiero —susurro en un hilo de voz.

Sigo pensando que Joel merece cosas buenas, a una persona que no le de problemas y sea feliz.

Aunque ahora también pienso en que yo le puedo ofrecer eso si decide esperar un año más.

—También te quiero, Er.

***

UY. Están atrapados.

Besos.

Ganaste un amigo || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora