Aunque había pasado algún tiempo y el dolor casi había desaparecido por completo, de repente llegaron a mí recuerdos de aquello que nunca fue y de conversaciones que jamás sostuve.
Un día me sentí tan segura de esa persona que creía que había descubierto una constelación, me envolvió entre sus brazos como si fuera un bebé, me juro que todo sería diferente, que curaría mis heridas y que anhelaba un futuro conmigo.
Cada día expresaba su gratitud y se sentía afortunado de que yo hiciera parte su vida, decía que le parecía mentira, que era demasiado buena para ser verdad; sin embargo, un día dejo de responderme, dejó de estar, dejó de quererme y finalmente me rompió el corazón de la forma más cobarde que puede existir, ignorandome.
