XIV

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Abrí los ojos con la luz del sol en mi cara, quería recordar mi sueño, sabía que había sido hermoso, pero no podía encajar las piezas, un prado verde, el sol radiante, calor, seguridad. Me corrí buscando un lugar sin tanto sol y miré el espacio entre las paredes por donde se estaba metiendo esa luz, un pequeño espacio entre dos maderas era la causa de que despertara. Miré la cama, no había nadie, me quedé ahí unos segundos enterrando mi cara en la almohada, estaba sola en la cama ¿Dónde estaba Thomas? La conversación volvió a mi mente, ya había pasado la noche, y nuestras vidas volverían a ser como antes, o tal vez no, él había dicho que esta no era la última vez, eso me alegraba. Sonó la puerta ¿Quién era? Me levanté de la cama y tomé una camiseta blanca de Thomas, el olor fuerte de la bencina ya se me hacía familiar, me acerqué a la puerta y miré, no veía a nadie, escuché pasos hacia la pieza, iba a gritar pero me contuve, los pasos se acercaban y mi corazón cada vez sonaba más fuerte ¿Lo podía escuchar? Me puse atrás de la puerta y apenas entró lo empuje al colchón.

-¿Qué te pasa?- Reclamó Thomas, estaba sin camiseta, tenía el pelo mojado y unos jeans

-¿Qué te pasa a ti?-Respondí, me tiró del brazo y caí sobre él

-Yo no te asusté

-¿Yo te asusté a ti?

-Sí- Claro que sí, este no era un lugar muy seguro

-¿Yo que venía entrando a mi pieza y me empujaron al colchón?

-Pudiste avisar que eras tú- Le reclamé molesta, no quería perder, pero tenía razón, no tenía que andar por su departamento avisando a que habitación va a entrar

-Estabas dormida, no pensé que te despertaras tan fácil

-Tengo sueño pesado- Le dije encogiéndome de hombros

-¿Cómo estuvo la noche?

-Eh tenido mejores- Le dije riendo

-¿Sí?- Levantó una ceja, se veía sexy

-Aja

-¿Quieres que arregle eso?- Me puse tensa ¿Quería? Sí, pero sentía los músculos adoloridos, entonces lo recordé, después de esto cada uno por su lado, me sentí como si hubiera caído de cara contra el piso, la verdad él quería sexo, su distracción- ¿Qué pasa?- Me miraba preocupado, no sabía que decir, solo seguía con la mirada fija en algún lugar de la pieza, tenía miedo, yo sentía cosas por él, lo necesitaba cerca y él era justo el único al que eso le daba igual- Emily

-Llévame a mi casa- Le dije parándome, no lo miré, busqué con la mirada mi ropa, de a poco la  fui encontrando y me vestí

-¿Ahora? Pero si no tienes por qué irte ahora, es domingo, puedes irte más tarde- Me seguía tratando de que lo mirara, pero yo quería seguir vistiéndome- Escúchame- Su voz sonaba enojada- ¡Te digo que me escuches!- Me tiró del brazo y quedé mirándolo, me asustaba, pero no porque me fuera a hacer algo, era impredecible, no había forma de saber cuándo volveríamos a estar juntos, si me deseaba o además me quería

-¡Yo que me voy!- Sus ojos de nuevo se pusieron como las otras veces, pero no le temía, lo miraba igual de enojada, pasamos unos segundos mirándonos y comenzó a calmarse- ¿Quieres saber qué es lo que me pasa?- Su celular comenzó a sonar

-Sí, dímelo

-A esto te dedicas, lo haces por deporte y pensé que había algo en mí especial, que veías algo distinto en mí, me equivoqué y fuiste mi primero, debí guardarme para alguien a quien de verdad le importara

-¿Martin?- Lo dijo con los dientes apretados

-Tal vez tengas razón Thomas, él encaja perfecto en mi vida- Estaba furioso y tenía las manos cerradas en puños- Lo que estas sintiendo son celos, crees que soy de tu propiedad, pero yo no voy a estar ahí cuando se te antoje

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