Teacher's WAR

Capítulo 2: La tía con mas suerte del mundo

POV NATALIA

- ¿Pol? -murmuré conforme abría la puerta del piso, mis padres habían decidido invertir en comprar un pisito en un buen barrio de Madrid, mi pareja y yo llevábamos disfrutándolo unos meses y hasta que yo tuviese suficiente ahorrado como para poder meterme a pagar una letra del mío propio, era mi hogar- ¿Estás en casa? -dejé las llaves en la plaquita de colorines imantada que teníamos en la pared-. Pues no estará. 

Me encogí de hombros, juraría haber oido algún ruidito, pero sería algún vecino o imaginaciones mías. La verdad es que había sido un día duro al tiempo que guay. Me sentía muy satisfecha con las presentaciones y con ganas de comenzar a trabajar con todo el equipo que parecía cuanto menos divertido.

Tras dejar todo el salón me dirigí al cuarto de baño, tenía hambre, pero necesitaba ducharme primero y dedicarme unos momentos de relax. Encendí mis velitas aromáticas y puse a llenar la bañera, rebuscando en el cesto una bathboom que me gustase para la ocasión, decidiendome por una bolita naranja con olor a melocotón y flores. Me deshice de casi toda la ropa, quedándome con la camiseta y la ropa interior, dejando el resto en donde la ropa sucia y me encaminé a la habitación para coger el pijama y mi albornoz.

Conforme me acercaba, oía pasos apresurados. ¿Si estaba Pol en casa, por qué no me había contestado? Me extrañé un poco, quizá tenía los cascos puestos y escuchaba música a todo volumen. Dí un par de toquecitos en la puerta.

- ¿Por? -agarré el pomo y me dispuse a girarlo para abrir, encontrando resistencia en ello, que raro, mi habitación no tenía pestillo- ¿Pol que haces, puedes abrirme, porfavor?

- Espera un momento Natalia. -su voz sonó ahogada, casi diría que temblorosa, por lo que volví a intentar girar el pomo, encontrándolo aún más difícil-. Joder Natalia, que te esperes.

- Es que quiero bañarme y necesito mi albornoz. -puse la frente contra la puerta, suspirando, igual tenía un mal día y yo estaba jodiendolo más-.

- Pues ahora te lo llevo yo, vete.

- ¿Estás bien? -murmuré, escuché un bufido por su parte y suspiré girándome para dirigirme al baño con el ánimo ahora por los suelos-.

Dejé la puerta encajada para que pudiese entrar a dejarme el albornoz y comencé a desnudarme. Para cuando sólo me quedaban las bragas, escuché como arrastraba algo que parecía una silla y la puerta se abría. Primero, la cabeza de mi novio asomaba y miraba a ambos lados, supuse que para ver si estaba yo. Lo que me sorprendió fué que justo después de él, salía un chico alto y rubio, bastante fuerte a medio vestir. Tragué saliva y me escondí detrás de la puerta por miedo a ser descubierta, cuando los escuché cerca de la entrada me asomé para descubrir cómo ambos se daban un beso ligero en los labios y Pol, después de darle una palmadita en el trasero lo empujaba hacia la salida.

Pol llevaba apenas el pantalón de pijama corto de color negro que siempre usaba, por un momento no entendía nada. Hasta que fuí consciente de lo que estaba ocurriendo y casi me caigo de culo de la impresión, cogí todo el aire que cabía en mis pulmones para cerrar la puerta del baño sin hacer ruido y quitarme la prenda que me quedaba, metiéndome con cuidado en la bañera. La espuma cubría toda la superficie y sólo quedaba al descubierto de clavículas para arriba, me armé del valor que no tenía, preparándome para el golpe que sabía que llegaría en poco rato.

- Natalia, te traigo el albornoz -escuché al otro lado de la puerta, sin esperar a que yo contestase abrió la misma y la cerró tras su cuerpo, yo me encontraba con los ojos cerrados, intentando llevar el ritmo de mi respiración- Perdón por lo de antes. -susurraba ahora cerca de mí, casi a mis espaldas, una de sus manos se posó en mi hombro izquierdo, me recorrió un escalofrío que, por primera vez desde que nos conocíamos, me había producido el más puro y profundo asco- Estaba un poco estresado. ¿Me dejas... compensártelo? -ahora su boca estaba casi contra la piel de mi cuello y su mano bajaba con una caricia suave por mi pecho, pasando de largo el pezón erecto y recorriendo mi estómago-.