¿Qué quieres de mi Granger?

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Draco cumplió lo que había dicho y no salió en todo el fin de semana. El lunes por la mañana él se mantuvo en silencio duramente el desayuno, y ella lo imitó pues no sabía que decirle.

— ¿Has terminado? —Preguntó Hermione cuando ella terminó su desayuno, pero él no respondió. — ¿Podemos irnos a clases ahora?

Nuevamente no respondió, ni se molestó en despegar la mirada de su plato.

— ¿Que le hiciste? —Preguntó Giny con el entrecejo fruncido.

—Lo descompuse —respondió la castaña cruzándose de brazos, tratando de ocultar su culpa mientras la pelirrojo dejó escapar una risa. — ¿Así será esto ahora? ¿Te mantendrás a mi lado fingiendo que no existo? —Dirigió sus preguntas al rubio y este no respondió.

—Creo que eso es un si —se burló Giny nuevamente.

Los siguientes días fueron iguales, Draco se mantuvo en silencio fingiendo que Hermione no existía aun cuando estaba pegado a ella todo el día. Después del miércoles la castaña dejó de insistir y también se mantuvo en silencio cuando se trataba del rubio, aunque cuando estaba con sus amigos hacía comentarios que sabía que al Slytherin le molestaría con el fin de hacerlo hablar, pero él la seguía ignorando.

El viernes por la noche cansada de la situación y consiente de que todo había sido su culpa fue hasta la habitación del rubio, estaba dispuesta a disculparse, incluso a aceptar que tal vez si podían ser amigos. Pero parecía que el rubio no estaba dispuesto a escucharla pues había cerrado su puerta con magia y los intentos de ella por abrirla habían fallado, y por más que ella le había hablado pidiéndole una y otra vez que le abriera él se había negado.

—Tu ganas, me voy —dijo ella muy cerca de la puerta para después dar media vuelta. —Buenas noches Malfoy.

Cuando dio el primer paso para marcharse pudo escuchar el sonido de la puerta abriéndose.

— ¿Qué es lo que quieres? —Preguntó Draco con la puerta apenas abierta.

—Hablar, eso quiero —dijo ella aún de espaldas a él.

—Pues habla, que sea rápido que tengo cosas que hacer —dijo él aún con la puerta medio abierta dejado ver solo su rostro.

—Prefiero hablar adentro —comentó ella y él no hizo nada, no se movió de su lugar. —Compromiso —la castaña empujo la puerta con fuerza logrando que el rubio se apartara y la dejara pasar.

—Sí, claro, pasa, ponte cómoda —el sarcasmo del Slytherin hizo acto de presencia. — ¿Dime de que quieres hablar?

—Quiero disculparme por lo de la otra noche —dijo ella bajando un poco la cabeza.

— ¿Disculparte? ¿Y por qué exactamente? —Draco se cruzó de brazos esperando respuesta.

—Por lo que dije —respondió a secas.

—Claro y ahora supones yo te perdonaré y ya tendrás un escondite lejos de tu habitación nuevamente —Draco dio una vuelta alrededor de la castaña. —Yo olvido lo que dijiste y todo vuelve a la normalidad, esa donde no somos amigos, no confías en mí y haces esto por Harry.

— ¿Por qué te importa lo que yo diga? —Preguntó la castaña, empezaba a perder la paciencia.

— ¿Es un chiste? ¿Que si porque me importa? —Draco golpeó su frente con la palma de su mano. —No es tan difícil de entender Granger.

—Explícame por favor —pidió ella. —No entiendo porque te pone tan mal lo que yo piense de ti.

—Está bien ya fue suficiente, me estoy esforzando pero tú no pones de tu parte, ¿qué quieres de mi Granger? —Gritó con desespero el rubio.

—No comprendo Malfoy —ella lo miraba con desconcierto, movió su varita colocando un hechizo para que nadie los escuchara, pues sabía que el rubio estaba a punto de explotar por alguna razón.

— ¿No comprendes o no quieres comprender? Según yo he sido demasiado obvio con esto, así que pienso que deliberadamente aparentas no saber nada... y eso me molesta.

—Perdona... pero sigo sin entender.

—Escúchame bien porque no creo poder decirlo dos veces —dijo el Slytherin mientras ella asentía con sus cabeza. —Bueno, es simple me parece que eres, ¿cómo decirlo? MMM... eres una persona de mi agrado, no me molestaría que en el futuro compartiremos nuestras vidas.

Hermione mostraba gran confusión en su rostro, no lograba comprender bien lo que Draco trataba de decirle o tal vez de verdad prefería no entender pues le daba miedo aceptar que si sabía lo que a Draco le pasaba.

—Más lento Malfoy —pidió ella. — ¿Compartir nuestras vidas? De qué diablos me hablas.

—Lo vez, lo vez, solo finges no entender, te gusta verme sufrir —respondió a los gritos. —Estoy diciendo que hay una razón por la que me acerque a Potter, la misma razón por la que le sugerí que fueses tu quien sirviera de enlace para compartir información, existe una razón para regalarte un collar con un rubí en navidad, que por cierto me esforcé en encontrar pues sabía que es tu piedra favorita. También hay una razón para que te dejo pasar todo el tiempo que quieras en mi habitación, y por la que los Slytherin ya no llaman a nadie sangre sucia, es la misma razón por la que la comadreja se quedó calvo después de hacerte llorar, a pero eso tu no lo sabías porque él te lo ocultó. También hay es la razón por la que no me importa que nadie más me hablé, la misma razón por la que he estado ahí para ti escuchándote hablar y hablar de la zanahoria... pero que importa si no te quieres dar cuenta es tu problema yo... yo... te odio —sus gritos se hubieran escuchado por todo el castillo si no fuese por el hechizo que Hermione le había puesto a la habitación.

— ¿Estas tratando de decirme que te gusto o qué me odias? —Ella arqueó una ceja.

—Las dos cosas, tal vez me gustas, solo tal vez, pero no lo había podido aceptar porque te odio sobremanera —el rubio seguía gritando.

—Sabes esa no es la forma adecuada de decirle a alguien que te gusta... no sé ni que pensar, tus gritos me tienen aturdida.

A continuación Hermione se dio media vuelta y salió de la habitación dejando a un Draco confundido y molesto, no comprendía porque la castaña se hacía la difícil, nunca había sentido lo que era el rechazo hasta que la conoció a ella y eso no se sentía bien, el también abandonó la habitación, necesitaba tomar aire y no le importaba que lo vieran por los pasillos sin la que se supone debía ser su sombra.

Hermione se había acostado en su cama, en realidad hacía mucho tiempo se había dado cuenta de la intensión de Draco pero ella prefería pensar que todo era producto de su imaginación, por más que lo intentaba no confiaba en él, al menos no del todo, seguía teniendo el temor de salir herida al ilusionarse con Draco Malfoy, todos sabían cómo era él y lo cruel que podía llegar a ser. "¿Y si también me siento atraída por él?" Pensó con preocupación, esa pregunta la llevó a un recorrido por sus recuerdos, por todos esos días que habían pasado juntos y la reacción de sufrimiento que él parecía tener cada vez que ella le recordaba que hacía todo eso por Harry.

— ¿Me estas escuchando? —Le gritó Lavander parada a un lado de ella.

—Si te escuché fuerte y claro —respondió Hermione aunque en realidad ni siquiera se había percatado de su presencia.

—Entonces no te quiero cerca de él —agregó ella mientras la castaña se dirigía a la puerta. — ¿A dónde vas? —Le gritó molesta.

—A buscar a Ron —dijo Hermione y salió de la habitación dejando a Lavander en medio de un berrinche. —Estoy segura que he perdido al juicio solo por ir detrás de ese hurón —dijo en voz alta para ella misma.

El infiltradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora