Tregua con las serpientes

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Esa primera noche en la torre de Gryffindor Draco no había podido dormir nada, después de que Hermione lo había dejado solo, acomodó sus pertenencias y le había escrito a su padre para contarle lo de su castigo y ahora temía su respuesta, sumado a eso su cama hacía un chirrido muy molesto cada vez que se movía además de ser pequeña y las sábanas le picaban como si estuviesen infestadas de chinches.

Durante el primer día al lado de la castaña había permanecido en silencio el mayor tiempo posible, con el entrecejo fruncido mientras le dedicaba miradas asesinas a todos los que se cruzaban en su camino, aunque le resultaba imposible seguir con eso en lugares concurridos pues el resto de los estudiantes no se molestaban en disimular que todos los observaban.

Comer en la mesa de los Gryffindor le había resultado muy familiar pues al igual que lo hubiera hecho en su mesa había comido sus alimentos ignorando a los demás en absoluto silencio, a excepción de esos pequeños murmullos que de vez en cuando llegaban a sus oídos y que incluían su nombre.

Cuando Hermione se puso de pie al terminar la cena el rubio comprendió que era hora de irse pero no se puso de pie, los murmullos aumentaron, entonces levantó su mirada ante los curiosos que esperaban, entonces escuchó que alguien se aclaraba la garganta, buscó con la mirada y se encontró con el director que con una mirada le indicaba que debía seguir a aquella castaña que salía del comedor, a regañadientes soltó el pedazo de tostada que le quedaba y salió a toda prisa.

Al salir del gran comedor se encontró a la leona rodeada por tres serpientes.

— ¿Que sucede aquí? —Le cuestionó a sus amigos.

—Venimos en paz mi querido Draquito —dijo Pansy mientras jugaba con su cabello.

—Sabes que odio que me llames así —le recordó el rubio con una mueca en la cara.

—Lo sé, por eso lo hago —ella le guiñó un ojo. —Granger me gustaría hablar contigo, ya sabes de chica a chica.

—Sí y mientras ustedes conversan por ahí —Blaise señaló un lado del pasillo —los galanes conversemos por allá —señaló el otro lado del pasillo.

Theo y Blaise tomaron a Draco cada uno de un brazo y lo alejaron de las chicas.

— ¿De qué quieres hablar? —Preguntó desinteresada Hermione.

—Escucha, yo no tengo problemas contigo, es verdad que en el pasado nos hemos enfrentado en un sinfín de peleas, peleas bobas si me lo preguntas, pero supongo que es porque así debía ser... ya sabes, Gryffindor y Slytherin siendo rivales eternos —Pansy busco en su mochila y saco un pequeño libro. —Toma, los chicos y yo te hemos traído esto.

— ¿Y qué es esto? —Le cuestionó. —Bueno más bien quiero saber, ¿a qué se debe?

—Es nuestra forma de firmar un tratado de paz, pasarás tiempo con Draco y esperamos le permitas pasar tiempo con nosotros aunque signifique que tu pases tiempo con nosotros, ¿me comprendes?

—Lo comprendo, pero dime, ¿porque hacen esto? —La curiosidad de Hermione la llevaba a querer encontrar todas las respuestas.

—Es simple, ellos tres son mi familia y haríamos lo que sea por ayudarnos, si eso implica dejar rivalidades tontas de lado por un momento lo haremos, pero también si fuese necesario mataríamos por alguno de nosotros —explicó la pelinegra con un cálida sonrisa mientras observaba a sus amigos. —Nosotros no te molestaremos a ti, y tu dejarás que de vez en cuando el pase un tiempo con nosotros, además espero que lo traten bien en esa torre que lo han metido ahora, esto no es algo definitivo, este tratado de paz termina cuando sea necesario, sabemos que las cosas no son como antes y que tanto dentro como fuera del colegio nos hemos vuelto bandos enemigos.

El infiltradoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora