Un Mensaje y Dos Muertos

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CRISTHOPHER.

Corría, era lo único que podía hacer en ese momento, la respiración se me cortaba, estaba cansado pero si paraba podía irme despidiendo del mundo en el cual crecí. Ser mensajero podía convertirse en uno de los trabajos mas peligrosos cuando la información que llevas es de suma importancia y de alto riesgo para otros. Faltaba poco. Había salido de Tebas hace tres días y solo cuando la luna no alumbraba mi camino era cuando me detenía a descansar, cualquier hora era peligrosa, no podía permitir que alguien me viera, ¿por qué?, simple, porque debería estar muerto en lugar de andar corriendo para llevar la valiosa información.

¿Cuál era esa información?; sencillo aunque inesperado, la ubicación de la tribu que nunca ha sido localizada por ningún hombre, ¿y las mujeres? Se preguntaran también, cada mujer que ha visto el hogar de esa tribu no se le vuelve a ver, muchos se preguntan que pasa con ellas, ¿las mataran, las esclavizaran, las someterán...? pues nada de eso. Solamente que la mujer que busca esas tierras es para unirse a ella. Ahora se que me mataran por esta pregunta pero se que ya se les formulo en la cabeza ¿por qué nadie siguió a esas mujeres?; despejare todas sus dudas en este momento, porque cuando ellas se iban era cuando menos te lo esperas, es como si las secuestraran, como si la tierra se las hubiera tragado, no dejan rastro alguno que seguir.

Sin embargo, yo, Cristhopher Beran, ha logrado lo que nadie ha podido hasta hoy pero por ello ahora mi vida corre peligro. Si no encontraba pronto un caballo me retrasaría mas de lo que ya estaba, de Tebas hasta Termópilas se tardaban 4 días a caballo sin descanso, pero caminando ó corriendo te tomabas prácticamente 5 días y medio sin descansar mucho por las noches, por lo cual si encontraba un caballo me tomaría solo día y medio en llegar.

Después de una larga caminata, llegue a un pequeño pueblo, todo lucia normal pero mi objetivo era la venta de los caballos...

Aleluya - pensé con una sonrisa

Había dado con lo que buscaba. Me acerque al vendedor, era gordo y tenia una barba de chivo, no era muy viejo eso se veía a simple vista

- Necesito el caballo más rápido que tenga - le dije directamente, ahora mismo no estaba para parloteos.

- Oh, un joven comprador sin ninguna clase de modales pero bueno he visto de todo últimamente - me respondió con un tono de burla, ¿este que se creía? Solo era un vendedor.

- Solo dígame cuanto le debo dar - si no me iba rápido terminaría golpeando a este hombre.

- Seguro, cuesta 100 monedas de oro - mi cara debió ser un poema, ¿100 monedas? De seguro estaba loco ¿acaso ese caballo era celestial o qué? - ¿no le ha gustado el precio señor? De seguro pensaba que podría comprarlo todo, pero aquí la crianza de los caballos es fundamental, por ello mismo es que cuestan lo que cuestan, más bien agradezca que hoy es día de oferta porque le aseguro que si se hubiese aparecido otro día la cara que tiene ahora mismo estaría en el piso al no poder pagarlo - Tono de burla de nuevo.

Necesito calmarme. Tenia el dinero, en realidad era todo el dinero que tenia así que si quería comer me tendría que resignar a andar a pie pero si compraba el caballo, adiós comida. No tenia otra opción.

- Me lo llevo - dije rápidamente mientras le tiraba el saco en el que traía las monedas.

- Siempre es un placer - me respondió aquel gordo con una sonrisa triunfante.

Maldición si no tuviera tanta urgencia ya lo habría matado a golpes.

Ciudad de Tebas. Medio día.

Tierras Lejanas  (RD)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora