Capitulo 2

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Pasaron varios minutos, hasta que Kikyo recogió su arco y su flecha para después mirarse por unos segundos en el reflejo del lago, y llevar sus manos a su rostro con un suspiro de satisfacción. Estaba viva. Observó una última vez el camino que había tomado la Demonaza entre el follaje para ir al encuentro del demonio al que se enfrentaría, y finalmente posó su vista al lado contrario......Hacia su nuevo destino, que ya no sería estar a la expectativa de una muerte certera. Aún no sabía que haría. Pensó en volver a la Aldea junto con su hermana, pero Kagome estaba allí y sabia que ella ocuparía su lugar como sacerdotisa muy bien, y Inuyasha estaba con ella apoyándola.... No la necesitaban en ese lugar, y aunque anhelaba encontrarse con Kaede sabía que su encuentro podía esperar un poco. Se daría la oportunidad de viajar antes de volver al lugar que la vio nacer y albergo por tanto tiempo su historia.

En su juventud se privó de muchas cosas, pues su deber estaba primero, y aunque sí conoció muchos poblados y lugares diferentes nunca pudo apreciar verdaderamente estos lugares, ya qué el cumplir con los objetivos que la tenían fuera debían ser resueltos para volver a la Aldea cuanto antes. Ahora que lo piensa bien nunca se permitió los simples placeres que la vida como mortal ofrecía.... Protegió a su hermana desde muy joven siendo padre y madre a la vez, y los momentos que llegó a compartir con ella se fueron recortando progresivamente a medida que su ascenso como sacerdotisa ganó fama. Con Inuyasha tuvo momentos memorables pero la mayoría de su historia fue una constante lucha interna entre ambos por no dejar que sus sentimientos salieran a flote, y que lo que eran estuviese antes de lo que querían llegar a sentir por el otro. Cuando finalmente la confianza y el amor empezó a ganar terreno no pasó mucho tiempo para que Naraku apareciese. De ahí en más, el desenlace ya ni vale la pena recordarlo.

La mayoría del tiempo permaneció fiel a un lugar, aunque siempre soñó con conocer y experimentar el goce de ayudar a quién se le cruzase en el camino. Estar donde sea requerida y dar su aporte y auxilio para aquellos que requerían de ella ...... Ahora podría hacerlo.

Kikyo empezó a caminar con rumbo a ningún lado, solo esperando que las oportunidades de ayuda se le atravesarán, pero una sensación se instaló en su cuerpo, que se sentía tan vivo.....Se volteó y un aura maligna de gran tamaño proveniente del lugar al cual la Yokai se había dirigido fue reconocida al instante. La esencia de Naraku estaba en aquel demonio sin duda. Kikyo empezó a caminar en dirección a aquella presencia aún sabiendo que se alejaba del lugar al que pensaba dirigirse, pero algo en ella le decía que era lo correcto, pues estaba yendo a donde era requerida....pero, otra parte de la sacerdotisa le decía que no solo iba por el demonio que Halrinach le había dicho que pretendía matar... Apartó aquellos pensamientos y empezó a correr con prisa quedando atrás poco a poco más terreno y escuchando los gritos de lo que por los sonidos supo que eran aldeanos asustados y cosas siendo destruidas. Al llegar a la Aldea donde pudo apreciar una batalla a la distancia empezó a correr entre los aldeanos que huían despavoridos.

Halrinach:Deboraste a niños por última vez.

Un gran demonio en forma de una tarántula humanoide gigante repleta de pelos que albergaba extremidades de niños en algunas partes de su cuerpo estaba siendo enfrentado por la peli blanca que volaba mientras evitaba ser golpeada por las patas y colmillos del demonio, y antes de que la criatura intentara de nueva cuenta acertar un golpe en la Yokai la castaña le lanzó una flecha que se clavó en una de sus patas, sacándole un grito haciendo que esta se girase molesta mientras la veía.

Kikyo:Atacas a indefensos. Eres despreciable.

Un grito emitió el demonio, que casi hizo volar a la sacerdotisa, quien se agachó clavando una de sus flechas en la tierra, aguantandose de está, y antes de que terminara siendo expulsada a alguna parte gracias a la fuerza de aquel grito, Halrinach se posicionó delante de ella y con sus garras que desprendían un color morado escarlata en alto dijo... ¡Uñas carmesí! hiriendo a la criatura desde la distancia, pues su ataque llegó hasta el demonio haciéndolo retroceder y gritar por el daño causado, permitiendo así que Kikyo se pusiese de pie y se ubicará al lado de la Demonaza, quién ni la miró y de un salto llegó hasta la criatura volviendo a usar sus garras, y Kikyo no perdió tiempo para lanzar una de sus flechas.

Kikyo y tú Donde viven las historias. Descúbrelo ahora