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Miré a Allum por un milisegundo y supe lo que quería decir.


Empecé a correr hacia mi habitación, la idea de salir por la ventana de ésta que daba al bosque pasaba por mi mente. No podía dejar de escuchar los pasos fuertes pero seguros detrás de mí.


Volvería después de que el intruso se largara, o lo perdiera. Cerré la puerta rápidamente logrando un estruendo por parte de ella.


Pensé. Podría tomar unas sábanas y atarlas... A la mierda pensar, tenía a un loco en mi casa. Me acerque a la ventana, tomé el seguro para abrirla después de escuchar el click.


Al abrirla el viento frío de la madrugada me azotó violentamente. Me incliné para asomarme, la altura no era mucha. Lo suficiente para tener una mala caída, pero no matarte.


Miré hacia atrás asustada al escuchar las patadas que el chico le daba a la puerta de madera.


No resistirá mucho. Pensé.


Miré de nuevo la ventana, respiré profundo. Mi corazón estaba acelerado, lo que iba a hacer era una locura. Pero no había otra salida.


Sin pensarlo mucho, salté. Al mismo tiempo en que la puerta era derribada. Gemí de dolor al impactar contra el suelo, me había casi doblado el tobillo.


Mire hacia arriba, el chico me miraba con rabia para después adentrarse de nuevo a mi habitación. Gire y empecé a correr en dirección las frondoso bosque.


Corrí como si mi vida dependiera de ello, hasta que perdí la cabaña. Todo estaba en oscuridad excepción de la luna que brillaba a su máximo esplendor e iluminaba todo a su paso.


Sin embargo, no borraba el paisaje tétrico enfrente de mí. Me detuve al pensar que estaba lo suficientemente lejos como para haberlo perdido.


Mire detrás de mí, solo había arboles y más árboles. Tenía que volver a la cabaña, estaba preocupada por Allum.


Tenía que saber cómo estaba, pero aún con mirar a mi alrededor no sabía dónde estaba. No podía perder a la única persona que me quedaba.


No podía, era un hecho.


Comencé a caminar tratando de buscar mi marca azulada, pero no había rastro de ella.


No sabía cuánto tiempo había pasado, todavía estaba caminando. Al parecer estaba dando vueltas, lo supe al ver el mismo árbol desde hace unos minutos.


Tenía hambre, sentía el ardor y el frío en mi estómago. Definitivamente tenía que volver, quería comer. Las panquecas que preparaba Allum.


Eran deliciosas.


Caminé hasta un tronco seco y me senté agotada, estaba cansada. Simplemente se me habían acabado las energías, ya no podía con mi cuerpo.


Miré el roble a mi lado, tenía marcas rojas anchas. Fruncí el ceño, los únicos árboles que estaban marcados eran los de las man...


-¡Oye!


Pegué un pequeño brinco al escucharlo, el llamado venía de mis espaldas así que miré sobre mi hombro. Había un chico de unos veintidós años, castaño, alto y fornido. Me volteé mirando el suelo pensativa.


El chico seguía llamando pero fácilmente lo ignoraba, seguía con lo mío. Si el chico estaba ahí, más la marca roja gruesa, yo estaba...


Mierda.


-¡Oye, te estoy hablando! ¡No puedes estar aquí! -Me tomó del brazo desprevenida.


-¡Suéltame! -Trataba de zafarme de su agarre, pero era obviamente imposible.


Me golpeé mentalmente al no darme cuenta antes.


-¡Estás cumpliendo un delito al estar en los límites de una manada!


Me odiaba por ser tan distraída.


-Vendrás conmigo pequeña mocosa -Gruñó como perro arrastrándome con él adentrándonos a la manada.


Que ni siquiera sabía cuál era, genial.



•×|×|ו



El chico me empuja a medida que pasamos por el pasillo en dirección obvia a los calabozos, los intertos empiezan a silbar y decir obscenidades.


Sentí por poco el sabor de la bilis, era asqueroso. El lugar era una pesadilla, olía terrible. El castaño habla con otro chico y éste abre una de las celdas.


Me empuja metiéndome en ella, estaba sola.


-Nunca debiste estar en los límites, pequeña -Dijo juguetón.


Decidí ignorarlo, me di la vuelta dándole la espalda. Tenía que pensar, pensar que le diría al Alpha para que me dejase salir rápido.


Debía salir de ahí, tenía que ver a Allum.


-Para tú suerte, el Alpha no está. Pero no te salvarás de ést...


-¿En que manada estoy? -Lo interrumpí girándome hacia él, noté como apretaba su mandíbula.


De un rápido movimiento, se acercó a mí y de un momento a otro sentí mi mejilla arder, mi rostro giró junto a mi cabello tapando ésta, lleve mi mano tapándome la mejilla golpeada.


-Que sea la última vez que me interrumpes mocosa -Dijo contra mi rostro casi escupiéndolo.


Enderecé mi rostro para mirarlo a los ojos nada intimidada, no dejaría que lo hiciera. El seguía mirándome con odio, lo cual me importaba muy poco.


Estaba molesta.


Sentí mis manos picar, las rascaba con mis uñas tratando de quitarlo. Al final lo ignoré.


De repente se escuchó una risa fuera de la celda.


-Deja de imitarle las palabras al Alpha, Adam -Dijo divertido el chico de afuera.


El tal Adam, se alejó de mí sin dejar de mirarme, después se había ido chocando su hombro con el otro chico.


Suspiré girándome para caminar al banquito que estab detrás de mí, me senté pasando mis manos por mi cabello.


-¿En que manada estoy? -Repetí, sin mirar al chico.


-En Moonwalk, cariño -Dijo con un tono burlón.


Lo volteé a ver de inmediato, buscando un incentivo de broma. Ni uno, nada.


Él me miró divertido, caminó hasta la reja y la cerró para después de darme un última mirada e irse.


Subí mis piernas al banquito flexionándolas y juntándolas haciéndome un especie de bolita, metí mi cabeza entre mi rodillas.


No podía estar pasando, no podía estar ahí.


De todas las manadas en el mundo, tenía que ser esa.


La jodida manada más poderosa del mundo.


No, no, no...


Tenía que salir de ahí, y todo se estaba complicando.



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