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LÍA
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¿Que hacía en sus límites?


Bueno, un loco había entrado a mi casa en la madrugada. Allum, que es como mi padre, me dijo que corriera y huyera del demente quedándose él allí. Al alejarme de mi cabaña, pasé casi un día en el bosque, sola. En un momento me senté en un tronco a descansar, y ahí me encontró uno de tus guardias. Me llevaron a las celdas, donde uno de ellos me golpeó y los internos me decían cosas asquerosas; estuve ahí un día completo. Hasta ahora.


En fin, larga historia.


—Eh, pasé por allí por accidente —Desvié la mirada.


Me removí incómoda en el sillón, la sensación que sentía al estar cerca de él, no me gustaba. No me sentía como si estuviera en peligro, al contrario, me sentía tranquila. Segura.


Pero yo sabía que eso era completamente falso.


—¿Accidente? —Dijo no muy convencido.


Joder, necesitaba algo que fuera creíble. Al igual que necesitaba pedirle que me dejara ir.


Asentí—Soy muy despistada, y no me había dado cuenta.


—¿Dónde vives? —Preguntó interesado.


Fruncí mi ceño ladeado un poco la cabeza. ¿Que le importaba?


Me encogí de hombros—En una cabaña.


—¿Dónde? —Insistió.


No podía decirle dónde, se suponía que nos encondíamos era por algo. Apreté mis labios, podía mentirle, él podría creerme o tal vez no.


Él frunció su ceño al ver que me tardaba en responder, tenía que ser cautelosa.


—Al oeste —Dije sin más.


No fui específica, no iba a serlo. Le estaba diciendo demasiado con sólo decir aquello. Miré la ventana detrás de él, supuse que era tarde, tenía que decirle cuanto antes.


—¿Puedo preguntarle algo? —Relamí mis labios impaciente.


—Claro —Se acomodó en su silla para mirarme atento.


—Yo... Tengo que irme, necesito ir a mi cabaña porque... —Piensa Lía...—. Dejé a mi padre en casa, y él piensa que fuí a dar un paseo. Ya llevo más de un día afuera, debe de estar preocupado. ¿Podría dejarme libre?


En parte era cierto, Allum estaba solo, y la preocupada era yo. No sabía porque sentía que me creería, tal vez diría que no y me mandaría directo a la celda, de nuevo.


El relajó su ceño para después mirarme serio.


—No.

¿No? Bueno, era razonable. Pero no había hecho nada malo, ¿Sólo por sentarme en sus límites?


Era ridículo.


—¿Por qué? —Me atreví a preguntar.


—No puedes.


—¿La razón?


—Me perteneces —Dijo tranquilo, sin más.


Me perteneces...


Al escuchar eso me sumergí en un pequeño trance, pensé que había escuchado mal. Fruncí mi ceño mirando hacia otro lado como si estuviera pensando.


Parpadeé varias veces para después mirarlo.


—¿Eh? —Dije sin entender, podía haber escuchado mal.

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⏰ Última actualización: Nov 09, 2020 ⏰

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