HERT
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Un toque en la puerta dio a mi desconcentración, suspiré con pesadez.
—Adelante —Gruñí.
La puerta se abrió, no me molesté en levantar la mirada. De todas maneras sabía quién era.
Sus tacones se escuchaban al chocar contra el suelo, caminó hasta sentarse en el sillón enfrente de mí, cruzando sus piernas.
—Hablé con Nila, tienes una reunión con la manada del este dentro de dos semanas —Informó—, sea lo que sea que tengas planeado, cancélalo.
—¿No deberías de estar con Elián? —Aparte la mirada de los informes, me recosté en la silla giratoria mirándolo cansado.
—Él está entrando, en vez de decirte lo que te acabo de decir —Se encogió de hombros, para después arreglar su cabellera pelirroja opaca.
—¿Qué quieres? —Mi tono fue de molestia.
—Ay pero que amargado, ¿no podía venir a ver a mi primo favorito? —Dijo haciendo un puchero, rodeé los ojos.
—No, así que dime qué es lo que quieres —Volví a mirar los papeles.
—Bien, quiero que Valeria se largue.
—Eso me lo dijiste hace dos días —Dije sin mirarla.
—Y por la misma razón te lo vuelvo a decir, ya que ni siquiera me hiciste caso.
—Ella no te ha hecho nada.
—No, pero estoy cansada de soportarla, es una arpía zorrista. Trata a las del servicio de mala manera, es irritable. ¿Pero sabes qué? —Se levantó, pero la ignoré—. Alguien más vendrá y la sacará de aquí.
Taconeó molesta hasta la salida para cerrar de un portazo. Me recosté de nuevo en la silla giratoria pasando una mano por mi cabello desordenándolo.
Mar era mi prima por parte de madre, al cumplir sus dieciocho se enteró que si mate era Elián, mi beta.
En ese momento era tan insignificante las quejas de ella con respecto a Valeria, había cosas más importantes como la manada y no una pelea de chiquillas.
Después de unos minutos la puerta se abrió, el olor a uva llegó a mis fosas nasales. Levanté la mirada encontrándome con unos ojos totalmente negros.
Sin decir una palabra caminó hasta mí, giro un poco la silla para meterse entre mis piernas y tomar mis rostro entre sus manos luego estampar sus labios a los míos.
Le correspondí de inmediato, el beso era demandante, como siempre. Valeria no andaba con rodeos, eso me gustaba de ella. No me pedía explicaciones de nada, siempre callada.
Se había venido a vivir a la mansión hace unos cuatro meses, según ella era más fácil tentarme.
Los toques en la puerta del despacho hicieron que Valeria se apartara, me sonrió para después caminar hasta quedarse detrás de mí poniendo sus manos en mis hombros.
Di el consentimiento para el pase, por ésta Rell, unos de mis guardias de confianza. Val empezó a masajear mis hombros levemente.
Esperé a que hablara.
—Alpha, la intrusa está esperando por su sentencia —Dijo firme a dos metros de mí.
Rosas y mentas...
—Puedo olerla... —Escuché a Killan, mi lobo.
—No está aquí —Dije serio.
—¡Claro que sí!, ¡Búscala! —Rugió.
Suspiré pesadamente, no me moví, por lo que Killan gruño enojado. El aroma de intensificaba.
Asentí para que la dejara pasar, Rell salió del despacho para después entrar con un chica. Ella estaba forcejeando para luego voltear a mirarme.
—¡Mate! ¡Acércate a ella! —Ordenó.
Fruncí el ceño observándola. Su cabello rubio estaba alborotado, liso. Sus ojos grises estaban neutros, en mi dirección. Su piel era blanca, casi pálida. Solo traía unos jeans que se ceñían a sus caderas y piernas, tenía una camiseta blanca con un lobo en ella, y unos tenis.
Era jodidamente preciosa.
Fruncí más mi ceño al ver el brazo por el que la estaba agarrando Rell, al igual que miré las esposas.
Involuntariamente, apreté mi mandíbula y endurecí mi mirada, mi respiración se estaba volviendo pesada.
—Quítale las esposas —Rell mi miró dudoso. Sin embargo, la soltó del brazo quitándoselas. Ella se masajeó sus muñecas después de eso—. Salgan de aquí.
Mi voz resonó en toda la habitación, Rell hizo una reverencia y se fue.
—Tú también —Dije sin dejar de mirar a la rubia refiriéndome a Valeria.
Ésta caminó posicionándose a mi lado para darme un beso en al mejilla, pero me aparté. Me miró extrañada, sin embargo, no dijo nada. Caminó hasta la salida mirando a mi luna con desprecio hasta que se fue.
Mi mate no dejaba de mirarme, hice una seña para que tomara asiento delante de mí, caminó despacio, desconfiada. Pero no apartó su mirada de la mía.
—¿Cuál es tu nombre? —Dije suavizando mi expresión corporal.
—Lía.
Su nombre era perfecto, tal como lo era ella.
Maldición. Ya estaba hablando como Elián.
Al bajar un poco la mirada, ví como frotaba sus manos. Estaba nerviosa. Ahora no estaba mirándome, si no a ellas.
—¿Qué hacías en mis límites? —Pregunté tranquilo.
Ella apretó sus labios y tragó despacio para después mirarme.
***Gracias por leer.
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MINE
Fantasy__________ Escapar. Lo ha hecho la mayor parte de su vida. Ella solo quería libertad, no huir. Un encuentro podría cambiarlo todo, y más una palabra. Ella no lo esperaba, pero al parecer él sí. Dos corazones totalmente congelados, pero uno de los do...