El aire helado golpea mi rostro en cuanto pongo un pie fuera de la casa. Clarence me espera con el auto encendido, pero mis pies se niegan a moverse.
—Dios... —exhalo entre dientes, mi mano derecha en mi cabello, desordenándolo. En la otra mano tengo el sombrero que ni siquiera intento ponerme.
Respiro profundo, llenándome los pulmones con el frío aire matinal. Necesito enfriarme, congelar el fuego que recorre mis venas. Calmar los furiosos latidos de mi corazón.
—Señor... —La voz de mi chófer logra arrancarme de la vorágine de mis pensamientos.
—Vamos, Clarence. —Obligo a mis piernas a dar los pasos necesarios para llegar hasta la puerta del auto que él ya tiene abierta para mí.
—¿Al teatro, señor? —pregunta solo para confirmar puesto que es a donde siempre voy a esta hora del día.
—No, vamos a casa de mi madre.
Clarence confirma mi orden con un gesto de la cabeza. Si le sorprende mi petición, no lo demuestra.
No sé por qué voy a casa de mi madre, solo sé que necesito despejarme sin nadie a mi alrededor y el único sitio donde puedo tener la privacidad que requiero —además de mi casa—, es con ella. Eleonor respeta mis silencios, es capaz de sentarse junto a mí con una taza de café en las manos sin pronunciar una palabra.
Nada más verme atravesar la puerta de su hermosa mansión, abre los brazos para recibirme con un cálido abrazo; muestra de cariño que solo nos permitimos en privado.
—¿No tienes ensayo hoy? —pregunta mientras caminamos al salón donde solemos sentarnos cuando la visito.
—Iré más tarde.
Basta esa respuesta para que Eleonor intuya que algo sucede. Si algo tenemos en común, es el compromiso y la dedicación con que afrontamos nuestra profesión. Rara vez llego tarde a un ensayo y ni hablemos de faltar a alguno. Puedo ver en su mirada la sospecha, pero no dice nada. Al menos no en ese momento.
Jane, su ama de llaves, aparece casi enseguida con una bandeja que deja sobre la mesita de centro. El vapor que emana de la tetera aromatiza la estancia cuando Eleonor la toma para verter un poco en el par de tazas que hacen juego con esta. Nos mantenemos en silencio y yo solo la observo, con mis pensamientos todavía puestos en lo sucedido esa mañana. Tomo la taza de humeante té que me ofrece y solo le agradezco con un gesto.
¿Por qué, en el nombre de lo más sagrado, tuve que mirar al otro lado?
Debí ignorarla y salir de mi estudio, de haberlo hecho, no estaría aquí sentado, bebiendo té con mi madre y el corazón a punto de salírseme por la garganta.
—¿Una galleta, cariño? —Desvío la mirada hacia Eleonor, el platito de las galletas está en su mano extendida hacia mí.
Tomo una solo para no ser descortés, pero enseguida la meto a mi boca casi entera.
¿Por qué le seguí el juego? ¿Por qué no me di la vuelta cuando la vi?
—¿Qué tal la competencia de patinaje? —La pregunta de Eleonor recrudece el batir de mi corazón justo cuando comenzaba a calmarse.
—Sin novedad.
—Esta mañana he visto una reseña en el Times.
—La señora Astor habrá movido sus influencias para que lo cubrieran.
—Una de las finalistas es de Chicago.
Todavía no termina de pronunciar el nombre de esa maldita ciudad cuando ya estoy de pie, taza en mano incluida.

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Nuestra historia estaba incompleta
FanfictionNuestra historia estaba incompleta, pero el amor verdadero siempre encuentra su destino. Terryfic basado en Candy Candy Final Story.