Capítulo 3> Esto no es una familia normal.

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—¡OCHO HARGREEVES QUE TE MATO ANTES DE QUE TE MUERAS!

—Oh, Cinquito, ¡no serías capaz de hacerme algo así! —dijo ella melodramática—. Además, yo pensaba que lo nuestro era especial... —añadió tirándole de la corbata del uniforme.

—¡Hermanita! No puedes ser Santa solo en navidades. —rió Klaus detrás.

- ¿Qué parte de que yo no tengo la barriga de Santa Claus para eso no entendiste? Además, deberías hacerlo tú, tienes el espíritu navideño y el nombre.

—¡AHG! Annie, solo dame mi libro. —se quejó Cinco.

Nanai de la china, a mí me lo pides bien.

—Dios mío. ¿Por favor?

—¿Qué? ¡No! Lo dices con groserías. Venga, no te cuesta nada, ¡inténtalo!

—Annie, ¿qué intentas? —preguntó Ben apoyado en el umbral de la puerta.

—Silencio Benny-Boo, si consigo maleducar a Cinco me merezco un premio.

—Esto es más divertido de lo que pensaba. ¿Por qué no traje palomitas? —dijo Klaus en voz alta.

—Porque para empezar, no tenemos. ¡Venga Cinco! Sólo una pequeña palabrita de nada.

—No.

—¿Porfi? —dijo poniendo ojitos.

—¿Sabías que das asco, cierto?

—Pero me quieres así, ya que si no "diera asco" sería mejor que tú en todo, en algo tenías que ganarme.
Oh, espera, tal vez ni eso.

—Uf, eso sí es tener la lengua afilada. ¡Cortante como cuchilla! —dijo Klaus.

—¿Annie, sabes remar? —preguntó Cinco

—Sí, ¿cómo...

—Vete a la mierda en bote. —interrumpió y se teletransportó.

Aún en la biblioteca pudo escuchar un
"lo amo, Klaus, me debes 50 pavos" por parte de Annie.

Sonrió inconscientemente. Era peculiar, una chica sorprendentemente peculiar.

Justo lo que le gustaba de la chica bonita. Espera, ¿qué?

—O has ganado la lotería y el premio eran mil gramos de café, o no se me ocurre otra razón para verte sonriente. —dijo una voz a su lado.

—¿Cómo has...?

—¿Aparecido tan rápido? Citando a Charles Chaplin, te diré que "el tiempo es el mejor autor, siempre encuentra un final perfecto." —dijo Annie.

Ambos estuvieron en silencio, ella buscando libros y él en una mesa leyendo. Se podía escuchar a Vanya de fondo tocar el violín.

—Vanya toca muy bien. ¿No crees? —dijo él.

—Lo sé, es una buena observación.

Puede que suene como un silencio incómodo.

¿Pero nunca habéis estado en una no-conversación?

¿Qué os enseñan en la escuela?

En fin. Una no-conversación es cuando hay cosas que decir pero no se dicen. Se usa el silencio. Es increíble como sin siquiera mirarse, Cinco y Ocho parecían entenderse perfectamente.

—Por cierto, Cinco. Diego escondió tu café, me dijo que no te lo dijera.

—¿Y entonces por qué me lo dices?

- Bueno, sea o no ridículo es importante para ti, y no se debe mentir con lo que nos importa. —dijo sonriente mientras se acercaba—. Ten, feliz santo.

¿Feliz santo? ¿Existe San Cinco?

Cinco se abalanzó hacia el paquete que le había entregado la chica con cicatrices antes de irse.

Al abrirlo no pudo evitar reírse. Era algo poco común en él, pero le sentaba muy bien una sonrisa.

Un paquete de café negro junto a una pulsera con las palabras "vete a la mierda en bote" en él.

Joder, controlar la velocidad del tiempo a su antojo tiene que salirle muy rentable a Annie.

Cinco se puso su pulserita y la metió por debajo de la manga.

Y salió feliz de la biblioteca, más feliz que cuando entró.

Ah, y con un recordatorio mental de asesinar a Diego. Nadie toca el café de Cinco sin sufrir las consecuencias.

Cinco ¿Qué fue lo que pasó? ~Cinco Hargreeves y tú~Donde viven las historias. Descúbrelo ahora