Capítulo 1> El inicio de algo grande
—Atención. —reclamó el multimillonario y excéntrico Reginald Hargreeves.
Los siete jóvenes a su alrededor se sorprendieron. "Su padre" no hablaba durante las comidas, bajo ningún respecto.
Herr Carson era definitivamente mucho más importante.
—Hoy tengo una novedad. —declaró sin emoción alguna—. Den la bienvenida a una nueva alumna. ¡Número Ocho!
Una niña bajita, con una desordenada melena castaña que le llegaba por la cintura, nariz respingona, ojos color café y algunas pecas. Tenía cicatrices blanquecinas por toda la cara y los brazos. Vestía el clásico uniforme de la academia donde se encontraban, exceptuando que la niña no llevaba la clásica falda, sino pantalón, por raro que suene. Estaba muy seria. Tendría apenas 14 años. Los mismos que el resto de "hijos" de Reginald Hargreeves.
¿Contexto? Aquí va.
Hace unos años, el 1 de octubre nacieron 43 niños a la misma hora.
¡Sorpresa! Ninguna de las madres estaba embarazada antes de dar a luz.
El vejestorio multimillonario conocido como Reginald Hargreeves, había adoptado a siete, ahora ocho, de estos niños.Niños especiales.
No, no es que tuvieran problemas mentales ni nada por el estilo.
(Aunque no descartamos el caso en algunos)
Especial en el verdadero sentido de la palabra.
Extraordinario. Extravagante.
Fuera de lo usual.Los niños tenían poderes. Habilidades únicas.
Estos niños, son:
Luther. Conocido también como Número Uno. Es extremadamente fuerte.
Suele presentar el papel de líder. Normalmente se le da bastante mal.Diego. Número Dos. Sea lo que sea que lanza, como por ejemplo, cuchillos, nunca falla. Tiene complejo de héroe. Nunca se ha llevado bien con Número Uno.
Allison. Número Tres. Basta con que diga "Escuché el rumor..." para que hagas sea lo que sea que diga después. Aunque suelen tener consecuencias. Se rumorea que tiene algo con Luther.
Klaus. Número Cuatro. Tiene la habilidad de hablar con los muertos, aunque no es un secreto que les tiene miedo. Es bastante relajadito y si tiene la oportunidad, deja de estar sobrio.
Sip, 12 años.Cinco. Número Cinco. Tiene la habilidad de viajar en el tiempo y en el espacio. La primera no se le da bastante bien que digamos. No se lo eches en cara. Es muy orgulloso.
Ben. Número Seis. Su poder es bastante curioso. Es capaz de "sacar" una bestia con tentáculos de su interior. No le gusta mucho que digamos.
Vanya. Número Siete. Ella es ordinaria. Por ello, sus hermanos suelen ningunearla. Se le da excepcionalmente bien tocar el violín.
—Número Ocho, siéntate. Ya hablarás después con tus hermanos.
Tal y como dijo, Ocho no habló con nadie hasta que se alejaron del comedor, cuando llegó junto a Pogo a lo que sería su habitación el resto de los años.
—¡Hola Ocho!
Ocho se dio la vuelta para encontrarse a...
—Soy Cuatro, pero prefiero Klaus.
—Ya sabes mi número. —admitió sonriendo—. Prefiero Annie.
—¿Annie?
—Ann, Annie... Era el nombre de mi madre. Oye, explícame una cosa. ¿Las comidas van a ser siempre así de aburridas?
Klaus empezó a reír sonoramente, llamando la atención de los demás de sus hermanos.
—¡Oigan! ¡No muerdo, pueden acercarse! —exclamó ella sonriente.
Los demás números se acercaron y se presentaron uno a uno.
—Yo soy Uno, pero mejor dime Luther.
—Soy Dos, prefiero Diego.
—Yo soy Tres, llámame Allison.
—Soy Seis, pero me llaman Ben.
—¿Y aquella de allí que no viene? —dijo señalando a Vanya.
Annie se acercó a Vanya, saludándola.
—¡Hola! Soy Ocho, pero dime Annie. ¿Tú eres?
—S-Siete, pero me llaman Vanya.
—Vanya es un nombre bonito.
—Gracias, Annie también lo es.
Siguieron hablando ante la atónita mirada de los demás, que no sabían que había visto la nueva en Vanya.
Es decir, ¡es ordinaria! ¿Qué tiene de especial para estar tanto con ella?**
Cinco Hargreeves pensaba esto, tumbado en su cama, leyendo la misma página de un libro durante un cuarto de hora.Nunca lo admitiría, le tenia un poco fastidiado que la niña no hubiera reparado en él.
Le intrigaba sobre todo los poderes que Annie pudiese tener.
Aunque esa última pregunta no tardaría en responderse.
—¡Toc toc! Cinco, es hora del entrenamiento.
Para sorpresa de Cinco, ahí estaba ella, con sus cicatrices, su pelo recogido en un desordenado moño y una sonrisa de oreja a oreja.
Cinco se levantó y se acercó a la chica.
—Ocho. Llámame Annie, por favor. —dijo tendiéndole su mano.
—Cinco. Cinco a secas. —contestó el chico.
Ella rió, dio un pequeño tirón de la mano de cinco y así, por las buenas, le dio un beso en la mejilla.
—Vamos. No creo que sea bueno hacerles esperar, no en mi primer día de entrenamiento. —dijo sin darse cuenta de la extrema confusión y el tono rojizo que tenía el chico a su lado.
Sonaba emocionada, pero su expresión cambió a una bastante más seria nada más se acercaron al adulto.
Estaban al pie de unas escaleras muy largas, unos... 13 pisos. Una pequeña carrera, nada fuera de lo usual.
Vanya hizo sonar el silbato y todos los niños empezaron a correr.
Cinco sonrió para sus adentros. Siempre ganaba esa prueba y ese día no sería distinto. Se teletransportó al séptimo piso cuando los otros aún iban en el cuarto.
—¡Eso no vale! ¡Cinco ha hecho trampas!
—Él se ha adaptado, lo mismo que deberíais hacer vosotros.
Para cuando el Sr. Hargreeves acabó su frase, Cinco ya había llegado.
—¡Cinco siempre es el primero! —se quejó Klaus cuando todos estaban ya arriba.
—Pues no esta vez. —admitió Allison sorprendida.
—¡Hola! —dijo una voz cantarina detrás de Cinco> ¡Bien que llegáis! Estaba empezando a aburrirme.
—¡Annie! ¿Cómo lo has hecho? —preguntó Vanya sonriendo.
—¿Te teletransportas? —dijo Ben.
—No, aunque estaría bien eso. Es fácil. Basta con que chasquee los dedos y soy capaz de controlar la velocidad del tiempo. —dijo sorprendiendo a todos.
"¿Y las cicatrices?" —se preguntó el quinto de los Hargreeves.
¿Estaría la chica bonita ocultando algo?
Pero a Cinco le da igual. Por supuesto. No le puede importar menos.
Y no, no la ha llamado "bonita".
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Cinco ¿Qué fue lo que pasó? ~Cinco Hargreeves y tú~
Fanfic-Llegué Van... ¿¡CINCO!? [...] - ¡ANNIE! ¡ES PELIGROSA, NO TE ACERQUES! - ¡PERO ES MI HERMANA! ¡JODER! ¡TAMBIÉN ES TU HERMANA! ¿ACASO NO TE IMPORTA? [...] -¿Por qué tienes trece otra vez? -¿Por qué no podría tenerlos? -No tiene sentido. -Lo tendrí...