❬ ¡07❜ ❭

327 56 4
                                    

El breve respiro de tranquilidad se desvaneció ante el enérgico grito de un soldado de la Inquisición, alertando a sus compañeros supervivientes sobre el fenómeno de las ratas.

Equipados con antorchas, los inquisidores avanzaban decididos entre la marea de roedores, abriéndose paso hacia las hermanas con paso firme. Andie percibió la opresión en el aire al observar cómo estos estaban dispuestos a poner fin a sus vidas, considerándolas las "culpables" por la aparición de la plaga y temiéndolas como brujas.

—No te detengas. —Exclamó Andie con un tono de voz tenue, tratando de ignorar la creciente amenaza que se cernía sobre ellas. Cada grito de los inquisidores se sentía como un peso adicional sobre sus hombros, instándolas a detenerse, era una pesadez en el cuerpo.

—Annie... —Julie pronunció el nombre de su hermana mayor, pero fue ignorada mientras Andie se esforzaba por encontrar un callejón o escondite para evadir a la Inquisición, no había nada.

—No puedo...—Finalmente, Julie soltó estas palabras con un tono débil. La atención de Andie se centró en la pequeña justo antes de que colapsara en el suelo, convulsionándose. Venas ennegrecidas comenzaron a extenderse por su cuerpo, como un sarpullido grave y desconcertante, el shock del momento había dado un golpe fuerte.

—¡Juls!—La castaña se arrodilló, clavando la antorcha improvisada en la tierra para iluminar su entorno. Tomó entre sus brazos el cuerpo de su hermana pequeña, desesperada por encontrar una solución, sintiéndose bloqueada por la falta de experiencia ante una situación tan inusual.

—Por favor... Por favor, reacciona. —Imploraba por la salud de la pequeña, quien continuaba padeciendo espasmos corporales incontrolables. El miedo comenzaba a trepar en cada vena de Andie, quien temía que fuera a morir.

—¡Ahí están!—Anunció finalmente un inquisidor a pocos pasos de las hermanas, preparando una lanza para poner fin de una vez por todas a la vida de las "brujas". El lanzamiento se vio abruptamente interrumpido por los desgarradores gritos de dolor y agonía que resonaron detrás de las hermanas.

Las antorchas de ciertos inquisidores se extinguieron repentinamente debido a pequeños frascos que contenían salitre, apagando el fuego de inmediato. Desprovistos de su fuente de luz, los soldados quedaron vulnerables, y las ratas se lanzaron rápidamente sobre ellos, devorando cada parte de las víctimas.

Los inquisidores más cercanos fueron brutalmente consumidos por la plaga, mientras que los demás intentaban escapar del misterioso ataque. Cuando el camino quedó despejado, un hombre encapuchado emergió de entre los escombros, sosteniendo un candil que proporcionaba suficiente luz.

Con un jarrón en la mano, apuntó hacia la antorcha improvisada, dispuesto a extinguir el fuego y eliminar la amenaza. Sin embargo, se detuvo al percatarse de la pequeña que la joven adolescente sostenía en brazos; ambas parecían inofensivas, entre susurros Andie rogaba por su bien estar ignorando el entorno en el que se encontraba, sus ojos se centraban en su hermana, después de todo estaría sola si algo le pasaba.


El misterioso hombre, después de observar detenidamente a las hermanas, rompió su silencio con un suspiro leve y una voz grave pero con calma, fue acercándose a las jóvenes.

—Déjame ayudar. —Sus palabras eran escuetas pero resonaban con una autoridad tranquila. Se agachó para levantar a la pequeña niña convulsionante en brazos, mostrando una destreza para avanzar.

Con pasos decididos, les condujo hacia una vivienda oculta, alejándose del tumulto de las calles de Troite. Él hombre mantenía a raya a los roedores con su candil, iluminando el camino hasta llegar a la acogedora morada. Al abrir la puerta, los invitó a entrar, revelando un lugar iluminado por cálidas velas.

Con cuidado, colocó a Julie sobre una improvisada camilla hecha con piel de lobo y otras suavidades, y entre sus cosas buscó algunos utensilios y plantas. Ante cada movimiento, Andie no bajaba la guardia ante el desconocido, pero al final era su única ayuda en un mundo de traicioneros era difícil confiar. Finalmente, él recogió un par de flores especiales y las mezcló en una bebida: Belladonna, Adonis y Passiflora.

Cuando los espasmos cesaron por completo, el hombre se acercó a Julie. Sin embargo, su avance fue bloqueado por Andie, quien desconfiaba de él.

El desconocido, con gestos tranquilizadores, vertió un poco de la mezcla en otro recipiente de madera y bebió de él para demostrar su inocuidad.

—Toma... Levanta un poco su cuerpo para que no se ahogue. —Instruyó, ofreciendo la bebida medicinal a la joven de cabello rizado, retomando una distancia respetuosa entre las hermanas. Andie, indecisa pero aliviada, administró el remedio con cautela.

La fiebre de Julie disminuyó en cuestión de minutos, y los espasmos corporales parecían haberse disipado por completo, sumiéndola en un profundo sueño. Andie suspiró aliviada mientras acariciaba la mejilla de su hermana, aunque las venas ennegrecidas aún despertaban su preocupación.

Andie frunció el ceño al observar más detenidamente al hombre que le proporcionaba ayuda. Una sensación de reconocimiento cruzó por su mente, y no fue hasta que vio sus ojos que todo cobró sentido. Era él, el mismo ladrón que le había arrebatado su bolsa de maravedís en un callejón horas atrás. La sorpresa se reflejó en el rostro de Andie, pero la urgencia por la salud de su hermana primaba sobre cualquier resentimiento pasado por lo cual calló.

El chico, con una mirada compasiva y un poco más confiado finalmente se quitó su capucha, era un hombre unos años más grande que Andie, cabello castaño, rizado y rostro marcado.

—Perdón por la intrusión en un momento tan caótico, soy Chase. —Dijo con voz suave pero firme, extendiendo un cuenco con agua en él, Andie lo tomó con cierta desconfianza observando el contenido.

—Tranquila, es agua de pozo, si quisiera hacerles daño las hubiera dejado con todas aquellas ratas. — Confesó, la castaña no convencida solo dejó en vaso de lado sin parecer grosera por el rechazo. —Me llamó Andie... Gracias por la ayuda hace rato. —La mencionada tomó asiento sobre el suelo mientras jugaba con sus propios dedos y de vez en cuando daba unas miradas curiosas sobre su hermana, seguía angustiada.

Su mente pronto comenzó a llenarse de preguntas, dudaba sobre que el acontecimiento anormal acerca de la plaga fuera algo de todos los días en Troite. —¿Es normal que las ratas se coman a las personas aquí?— Chase soltó una risa irónica mientras negaba con la cabeza y este se dejaba caer sobre un Davine reposando su cuerpo cansado. —No realmente, por lo general Troite siempre ha estado infestado de ratas, pero jamás habían atacado de esa forma. —Confesó con cierta duda, pues a lo mucho el animal solía atacar con una mordida y huir, sin embargo hoy fue distinto, pues enjambres de esos roedores se adjuntaban para devorarse a una persona completa e incluso la gran multitud de ratas fue capaz de destruir la ciudad.

Andie quedo con más dudas que respuestas, y antes de que pudiera continuar preguntando acerca del acontecimiento el hombre había caído dormido ante aquella bebida, después de todo era un remedio somnífero.

 PRIMA ༒ MACULADonde viven las historias. Descúbrelo ahora