✨Uno.

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Hay quien cree en la suerte.
Hay quien no.
Hay quien dice que todo pasa por algo. Hay quien pone toda su confianza en ello.
Qué es solo un pretexto para aquel que no sabe construir su destino.

Yo, simplemente pienso que es un sistema del universo autorregulado.
Todo tiene que ver con ese universo cerrado, completo. Autosuficiente e irreductible.

Podría iniciar por el punto de partida. Bueno, en realidad, podría empezar por cualquier punto. Por ejemplo en el momento en que Jeon Jungkook encontró aquel canasto. O en ese instante en el que terminó vomitando en el baño, o cuando estábamos en el aeropuerto con el tío Jimin.

Pero creo que, la más aceptable idea de comenzar es apuntando al día en donde todo comenzó. Mostrando el verdadero motivo del porqué y cómo se dio inicio a toda esta aventura.

Ya ha quedado más que claro que yo soy quien cuenta esta anécdota, ya saben, el asunto del narrador omnisciente con el que nos molió a golpes el profe de literatura. Y cómo, me he desviado del tema, no voy a justificarme más. Solo, no quiero causarles una posible úlcera al no entenderme.

Así que, dos chicos se encontraban esperando en la fila bajo la suave brisa del cielo nocturno.
Uno es Jungkook, el otro Park Jimin.
Los dos, a punto de cumplir los veintiún años.
Uno estudia danza contemporánea, el otro contaduría, después medicina, luego se cambiaría a artes plásticas.
Al final tiraría la toalla de los estudios definitivamente para ponerse a tomar y cantar con su amigo, siempre era buen momento para una gran noche de antro.

—Era CL de 2NE1. —mencionó emocionado Jimin.

—Pero claro que no. —respondió el contrario sin tomarlo enserio.

—Te lo juro Kook.

—Ni la viste bien, tenía tapada la mitad del rostro—le reclamó con algo de fastidio.

—Claro que sí. —se quejó el bajito.

—La de 2NE1 es más alta y más guapa.

—¿Apostamos? —levantó una de sus cejas con diversión.

—Si nos salimos de la fila, nos llevará más tiempo entrar.—se quejó ya completamente fastidiado.

—¿Si o no? —lo miró frunciendo su ceño—. Apuesto mis calzoncillos que compre esta mañana en la tienda de conveniencia.

—¡Hecho! —contestó con rapidez saliéndose de la fila.

Sin nada mejor que hacer, más que ver pasar la vida, la gente, los muchachos, las muchachas: Una que según era CL de 2NE1.
Fueron a darle alcance. Y pues no, no era CL.

—¡Me lleva el carajo! —espetó el rubio.

—Me debes unos calzoncillos. —dijo victorioso el más alto mientras se incorporaba nuevamente a la ahora corta fila.

—Es injusto, a ti ni siquiera te gustan esos calzoncillos, dijiste que te rozaron la última vez.

—¿Van a entrar? —interrumpió el guardia de la entrada—. ¿Oh se quedarán parados como dedos aquí?

—¡Después de ti! —habló el rubio intimidado por el gigante y calvo guardia.

—Gracias —contestó el peli negro adentrándose al lugar con su amigo detrás suyo.

La música se podía escuchar por cada rincón de aquel cuarto, el olor a sudor estaba presente y el humo, además d esas luces neón opacaban la perfecta vista de los dos chicos.
Las personas se movían a ritmo de la canción en la pista de baile.
Definitivamente un ambiente que amaban.

—¡¿Qué estamos esperando?! —gritó el rubio elevando su euforia—. ¡Yo me iré a bailar!

—¡Creo que iré por algo de tomar! —contestó el peli negro.

—¡Como quieras, búscame en la pista de baile! —gritó para ser escuchado, dio media vuelta y desapareció entre la multitud como si de un mago se tratase.

El pelinegro, ahora solo, caminó a la barra, quien era atendida por un sujeto bastante atractivo a sus ojos.

—¿Qué voy a servirte? —preguntó aquel chico terminando de limpiar uno de los tantos vasos.

—Amm...uno de esos tragos azules con rosa.

No le dijo si quiera el nombre del trago. Sin embargo el contrario pareció entenderlo, ya que comenzó a prepararlo. El pelinegro solo se dispuso a observar con detenimiento, su pelo castaño brillante, los ojos color miel que destellaban, sus manos y esos dedos largos, delgados, era más lento que los otros meseros con los que había tratado, pero se esforzaba, y eso era lo que contaba.
Al terminarlo, se lo extendió y este lo empinó a su boca como si fuese agua.

Lo cual fue un error. ya que no sabían si eso traería un mal augurio para su futuro.

—¿Nos conocemos? —la verdad es que jamás se habían visto en la vida, pero esa pregunta salió de su boca por inercia.

—No lo sé... —respondió el chico ocupado con otras bebidas. Bufó al pensar que lo estaba ignorando.

Apoyó el codo en la barra y la mano en su mentón. Siguió mirando al castaño de pies a cabeza.
Algo de él le llamaba bastante la atención. ¿Era su cuerpo, o aquel aroma a cereza? ¿La cadena dorada que rodeaba su muñeca? No, no lo creo. Pero, ¿Entonces?

Los brillantes ojos de aquel mesero se detuvieron sobre los ojos del pelinegro por unos segundos.

—¿Tengo algo en la cara? —preguntó frunciendo su ceño, pero sin retirar la mirada.

—Es la primera vez que te miro. —respondió, sintiendo a su lobo removerse por dentro—. Y me pareces bonito.

🟡 𝚂𝙴 𝙱𝚄𝚂𝙲𝙰 𝙿𝙰𝙿𝙰́/ 𝙺𝙾𝙾𝙺𝚃𝙰𝙴  Donde viven las historias. Descúbrelo ahora