Pasaron dos meses desde que había vuelto a la ciudad. Se había acostumbrado a su trabajo en el FBI, aunque al principio su relación con la LSPD y la LSSD no había empezado de la mejor manera, ahora el ambiente estaba más calmado, de hecho se llevaba bien con algunos agentes como el sargento Kevin Ford, agradecía que trabajar con la policía del norte fuera tan fácil. Se acostumbró de nuevo también a la convivencia con Gustabo, y su relación con Conway volvía a ser similar a la de antes. Lo que también volvió a ser como antes fueron los cuerpos de los dos hermanos: tras esos dos meses de ejercicio y cambio de dieta se encontraban en plena forma para desempeñar su trabajo. Además de eso, Horacio empezó a ir al psicólogo, recomendado por la doctora que les controlaba la dieta. Le hizo mucho bien tomar esa decisión, mejoró mucho su relación consigo mismo y hacia los demás, aunque eso no quitó el hecho de que ahora era mucho más duro en su trabajo.
Con la ayuda del psicólogo consiguió poco a poco ir superando aquello que le atormentaba. Aún le quedaba mucho camino por recorrer, pero se sentía orgulloso de los progresos que lograba, el más importante fue que había dejado esa dependencia con la comida y aunque aún tenía algunos impulsos lo controlaba mucho mejor. Al final, pensó que no había sido tan malo volver a Los Santos, pero aún quedaba un cabo suelto: el comisario Volkov.
Hacía un mes Conway le contó que le había visto en la entrada del hospital. La noticia impactó al de cresta, saber que estaba vivo le llenó de una alegría inmensa, pero también de miedo. Sabía que en algún momento debería verle y hablar con él, y aunque Conway había insistido varias veces en tener una reunión, Horacio siempre había encontrado una excusa para negarse. Le aterraba volver a verle, ver su cara llena de decepción y odio hacia él, no estaba preparado para ello.
Una noche estaba junto a Gustabo y Conway en su apartamento, se había vuelto bastante común las cenas entre ellos tres, Horacio no podía negar que eso le hacía feliz, se sentía menos solo. Horacio fregaba los platos mientras los otros dos hablaban de algo sentados en la mesa de aquel comedor abierto. Las charlas banales y lo pequeño que era el apartamento creaban un ambiente que solo se podía describir como hogar.
-Yo me voy ya a dormir, hasta mañana.- indicó el rubio mientras se alejaba por el estrecho pasillo y se adentraba en la habitación de la izquierda sin dejar que los demás dijeran nada.
Horacio terminó su tarea y se acercó a la mesa junto a Conway tomando asiento frente a él.
-Como siempre tan simpático.- comentó el mayor. Horacio rió ante el comentario de este.
-¿Has podido hablar con él de aquello?
-Bueno... Lo he intentado algunas veces pero siempre acaba desviando el tema.
Antes del incidente, Conway descubrió que Gustabo era su hijo. No le había dado más detalles a Horacio, y cada vez que intentaba hablar de ello con el rubio este prefería no hacerlo.
-¿Y tú qué?- Reprendió el mayor- ¿Vas a dejar de evitar el tema de Volkov?- Horacio apartó la mirada y sopló, estaba cansado de que siempre le sacara el tema.- Venga, hombre, no puedes evitarlo para siempre.
-Sí que puedo- enterró la cara entre sus manos.
-¿Ah sí? Es el jefe de la policía y tú agente del FBI, el que más investigaciones está llevando en este momento ¿No crees que en algún punto tendréis que hablar de trabajo? ¿No será más incómodo encontraros por primera vez para hablar de trabajo sin haber podido hablar de lo importante?
-Pues vaya usted por mí si eso pasa, yo qué sé.- dejó caer su peso en el respaldo de la silla, mirando al techo.- Me da miedo verle, Conway. Me da miedo que me odie de verdad...- reprimió el nudo en la garganta que empezaba a formarse. Hablar de ese tema siempre le hacía sentir así.
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Volverá
Hayran KurguTras el incidente de la iglesia y el último enfrentamiento contra la mafia, Horacio despierta solo en el hospital. Después de algún tiempo meditando cómo seguir con su vida, decide irse de Los Santos, para terminar volviendo unos años después a reen...