A pesar de que Horacio se había prometido no volver a aquella ciudad, las circunstancias le acabaron arrastrando hasta allí de nuevo.
Durante los años que estuvo solo siguió ahogando todas sus penas comiendo, si el primer año su cuerpo había cambiado, ahora era totalmente diferente. No tardó en tener que aguantar las miradas y los comentarios de la gente, allí donde fuera se sentía juzgado. Quería cambiar, pero era demasiado difícil cuando lo que le empujaba a aquello seguía viviendo en su cabeza. Empezó a hacer ejercicio poco a poco, aunque su dieta seguía siendo la misma, así que todos sus esfuerzos caían en saco roto. Era agobiante no ser capaz de conseguir nada de lo que se proponía, solo lograba desanimarse.
Quizá el cambio físico era el que más resaltaba a la vista, pero sin duda el mayor cambio había sido dentro de él. Con el paso de los años se volvió menos accesible, menos espontáneo, menos amable incluso. Era alguien distinto, construido de las cenizas de lo que una vez fue, lo que le había llevado a estar así eran sus sentimientos, aquellos que solo le habían traído problemas, tal como dijo Gustabo. Se envolvió en una coraza a modo de protección, puro instinto de supervivencia, con el fin de que nadie volviera a herirle de nuevo. Aún así, había algo dentro de él que se negaba a apagarse, aquellos sentimientos que aún arrastraba, que aún no querían morir con el resto.
Su vida no le hacía feliz, pero no era como si los años antes de cambiar de ciudad lo hubiera sido de verdad. Al menos allí tenía un trabajo tranquilo y podía sentirse a salvo porque sabía que allí nadie le perseguía. Sin embargo todo eso cambió.
Era principios de septiembre, Horacio volvió a casa por la tarde tras un día tranquilo de trabajo. Repitió su rutina de siempre, hacía las tareas de casa como otro día cualquiera. Mientras terminaba de poner una lavadora escuchó su móvil sonar en la cocina, rápidamente se dirigió allí. No era usual que alguien le llamara, así que pensó que sería la dueña de la tienda que necesitaba algo. Qué equivocado estaba, reconoció el número enseguida.
-¿Sí?
-Buenas tardes, ¿Es usted Horacio Pérez?
-Sí, soy yo.- sabía de donde le llamaban, solo esperaba que no fuera nada malo.
-Le llamo del hospital psiquiátrico de Los Santos, el señor Gustabo García será dado de alta el miércoles que viene y deberá venir a buscarlo, necesitará que alguien le acompañe y deberá firmar unos documentos.
Se quedó un momento en silencio tratando de procesar todo aquello. Iban a dejar salir a Gustabo, era mucho más pronto de lo que él se había imaginado.
-De acuerdo, gracias por avisar... Allí estaré.
-Gracias a usted, que tenga una buena tarde.
Dejó el teléfono en la encimera de nuevo. Debía volver a Los Santos, otra vez debía pisar esa ciudad que tanto había jurado no volver. Además, aunque Gustabo se hubiera estado medicando no sabía de cuánto se acordaría, porque al menos él recordaba la gran mayoría. ¿Cómo sería volver a verle? Tenía miedo de no saber reaccionar ante él, por supuesto que le quería, era su familia a pesar de todo, pero también le había hecho daño, mucho. Sabía que él también había sufrido y que la causa de todo era Pogo... Pero no podía evitarlo. Tal vez cuando lo viera volvería a sentir esa sensación de miedo que sintió en la iglesia la última vez.
Fuera como fuera estaba claro que debía volver aunque esa no fuera su voluntad en absoluto. Tampoco dejaba mucho atrás, no había nada con valor sentimental en esa ciudad, solo fue un refugio. Emprendió viaje de vuelta el martes por la madrugada, lo sintió más largo de lo que era. Llegó por la tarde y se dirigió con el coche que había alquilado al pequeño apartamento también de alquiler. Era hasta más pequeño que el anterior, pero era suficiente para él y para Gustabo si debía quedarse. Volver a recorrer las calles de la ciudad le inundó de una amarga nostalgia. Dejó la maleta en la habitación y se dejó caer en la cama, estaba cansado y nervioso por lo que le esperaba al siguiente día. Poco a poco el sueño fue venciendo hasta que se quedó dormido.
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Volverá
Fiksi PenggemarTras el incidente de la iglesia y el último enfrentamiento contra la mafia, Horacio despierta solo en el hospital. Después de algún tiempo meditando cómo seguir con su vida, decide irse de Los Santos, para terminar volviendo unos años después a reen...