The echo of you

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Habían pasado un par de semanas desde el encuentro entre Volkov y Horacio. Habían coincidido tan solo un par de veces, cuando el del FBI apoyaba a la LSPD en sus tareas, no habían tenido oportunidad de hablar con calma de algo que no fuera trabajo.

Volkov sentía el nerviosismo crecer con cada día que pasaba. No quería presionar al otro, pero necesitaba poder expresarse, llevaba muchos años guardando todos sus sentimientos, era hora de dejar que todos salieran de una vez. Conway notó el cambio de actitud en él, pero por primera vez decidió no entrometerse más, él los había reunido al fin, el resto era cosa suya.

Por otro lado, el de cresta tampoco se quedaba atrás con su nerviosismo, pero a diferencia de Volkov, él nunca fue bueno para ocultar sus emociones o controlarlas. Le costaba mantenerse infiltrado sin causar problemas, a la mínima que alguien se encaraba con él enseguida se devolvía mucho más agresivo. La gente de la policía del norte que había tratado más con él, notaban aquel cambio. En una de esas revueltas que el de cresta causó, el sargento Ford aprovechó para hablar con él.

Estaban en la comisaría de la LSSD, el sargento le quitaba las esposas en un lugar poco concurrido, para así no poner en riesgo su seguridad.

-Horacio, últimamente no paro de detenerte, una cosa es que estés infiltrado y otra que no pares de causar problemas ¿Ocurre algo?

El mencionado se apoyó en una pared cercana. Negar que ocurría algo no serviría de nada, además le iría bien otra persona con quien hablar. Gustabo a penas le escuchaba y no quería volver a hablar con Conway del tema.

-Hace unos días me encontré con una persona que creía que no volvería a ver... Ocurrieron muchas cosas en el pasado, todo terminó bastante mal y bueno, no sé ni por dónde empezar mis disculpas, ni si las aceptará...

El contrario se apoyó también en la pared, acompañadole.

-¿Por qué crees que no iba a aceptar esas disculpas?

-Hice algo muy malo, ni yo soy capaz de perdonamelo.

-A veces nos resulta más difícil perdonarnos a nosotros que a los demás. Si no hablas con esa persona nada se arreglará, creo que es tu única opción, aceptar sea lo que sea y seguir adelante.

Horacio asintió, sabiendo que el otro tenía razón. No podía dejar pasar más aquello, tan solo conseguía hacerse daño, y pensó que seguro que aquello también hería al comisario, era momento de dejar de ser egoísta y huir, ya lo hizo una vez y sabía que no debía volver a hacerlo.

-Sé que tienes razón, aún así es difícil... No sé si seré capaz de hacerlo.

-Claro que puedes, eres del FBI ¿De verdad tendrás miedo a una charla? Seguro que las cosas irán bien, ten confianza.

-Gracias... Te lo agradezco, en serio.

-No me las des, ahora mejor que vuelva a trabajar, aún hay gente que procesar, fuera hay un agente que te llevará al FBI. Ya me dirás cómo fue.- Se despidió con la mano mientras hablaba, y bajó las escaleras que llevaban a los calabozos.

Horacio salió por la puerta trasera, el cielo estaba tapado por un cúmulo de nubes grises, anunciando la inminente llegada de la lluvia junto al viento helado que empezaba a levantarse. Tras llegar a la sede y cambiarse de ropa sopesó la idea de ir a comisaría, a ver si estaba Volkov. Cuanto más tiempo dejara pasar peor sería, y la conversación con Ford le había dado un pequeño empujón, debía aprovecharlo.

Sin más puso rumbo a comisaría. Pequeñas gotas de lluvia empezaban a caer, ese sonido se mezclaba con el ruido incesante de su mente. Al llegar a la entrada de aquel edificio se armó de valor y cruzó la puerta con la seguridad que le caracterizaba esos últimos meses.

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