Cuando acepté ser la novia de Ben hace seis meses, jamás imaginé todo lo que eso conllevaría.
Sí, tenía claro que los ojos de todos estarían sobre nosotros, pero no pensé que las cosas pudieran llegar tan lejos.
¿Y por qué no lo hice a pesar de to...
Mal's POV: Abrí los ojos poco a poco, tratando de descifrar que hora era. Recuerdo que Ben y yo nos quedamos dormidos más temprano a lo habitual por lo que pasó.
Sé que solo hemos pasado tres noches juntos, pero siento que la de ayer fue la más intensa, aún habiéndolo hecho una sola vez. Teniendo en cuenta que tuvimos bastante juego previo, creo que entiendo porque ambos caímos agotados apenas terminamos. De solo pensar en eso mis cachetes se pusieron rojos.
En definitiva, me estoy volviendo más pervertida por su culpa.
Tengo un leve recuerdo de que se despertó no mucho rato después de habernos quedado dormidos y entró al baño, pero yo estaba tan cansada que apenas y me di cuenta. Y recuerdo un poco solo porque sentí como sus brazos volvían a abrazarme apenas se metió de nuevo debajo de las sábanas.
Sentí su pecho pegado a mi espalda, así que quité su brazo con cuidado de no despertarlo. Me senté en el borde del colchón, tratando de descifrar que tan temprano era. Estiré mi brazo y tomé mi teléfono para ver la hora. 5:26 am.
Me llevé una mano a la frente con frustración. Por lo general me despierto poco después de las siete ya que empezamos clase a las ocho y media. En ocasiones incluso me puedo quedar hasta la siete y media hasta que Evie me tiene que sacar de la cama a la fuerza.
Dejé el teléfono en su lugar y me levanté del cómodo colchón. Al posar mis pies sobre el suelo lo sentí ligeramente frío, pero no le presté atención ya que prácticamente todas las mañanas en la Isla de los Perdidos pasaba eso. Me estiré lo mejor que pude, poniéndome de puntillas y extendiendo mis brazos.
Bostecé y busqué algo que ponerme en medio del desorden que Ben y yo dejamos por la habitación. Nuestros zapatos están tirados a un costado de mi escritorio, mi camisa y pantalones en cualquier lugar del suelo, mi sostén en el pomo de la puerta y la camisa de él sobre la silla de Evie. Hice una mueca al imaginar el regaño que nos vendría si se entera del desastre que dejamos, de modo que tomé todo y lo doblé un poco, dejándolo sobre mi escritorio.