~No le digas a Noona~

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🌺Contiene escenas explícitas🌺

Renjun se despertó a la hora de siempre, 7:10, para desayunar con Yeeun. Después de eso; se duchó y se lavó los dientes, como hacía cada mañana luego de comer algo. Se vistió cómodo, unos jeans normales y una camiseta sin mangas, para luego preparar su mochila al igual que cada día, metiendo libros y cuadernos, y estuvo listo para partir. Se despidió de sus padres luego de avisarles que no regresaría a comer y salió junto con su hermana para esperar el autobús que los dejaba en la universidad a él y en el trabajo a la chica, siguiendo su rutina diaria. Se bajó del vehículo y caminó a la entrada de la institución en lo que el autobús seguía con su recorrido... pero en lugar de entrar al campus como lo haría normalmente, se dio media vuelta y comenzó a caminar sobre la avenida a la espera de un taxi. Cuando logró subir a uno le indicó al conductor la dirección de la casa de Jeno y le avisó al mayor por mensaje que ya estaba en camino, a lo que obtuvo un simple <ok> como respuesta. Al cabo de unos minutos, ya había llegado.

Después de pagar al conductor bajó para encontrarse con que Jeno lo esperaba en la acera, luciendo un pantalón de chándal gris y una remera enorme, a pies descalzos y con el cabello alborotado en todas las direcciones. No le costó adivinar que Jeno recién se despertaba, y por poco no se traía la cama consigo, por lo que no pudo evitar reírse apenas lo vio en semejante estado. Jeno bufó dándole un puñetazo para nada fuerte en el hombro al menor, ganándose más risas de su parte, antes de poner los ojos en blanco y caminar hasta la casa para abrir la puerta. Renjun lo siguió todavía riéndose por lo bajo y entró detrás de él a la ya conocida sala, dejando la mochila colgada en un pequeño perchero. Se mantuvieron en silencio mientras que el rubio se quitaba los zapatos y los acomodaba en la entrada, y cuando levantó la vista se encontró con que Jeno lo miraba atentamente. Sus ojos, mierda, sus ojos. Renjun sentía que la mirada tan penetrante de Jeno lo mataría algún día, porque esos ojos negros eran demasiado para que pudiera soportarlo. Era como si pudieran atravesarlo, y no ayudaba el hecho de que estuviera mirándolo fijamente casi sin parpadear.

- ¿Por qué me miras así? - se atrevió a preguntar mientras se ponía de pie - ¿Tengo algo?

- Quería comprobar algo.

- ¿Qué cosa? - preguntó nuevamente, curioso - ¿Por qué siempre tienes que ser misterioso?

- ¿Lo soy? - respondió Jeno con una sonrisa presumida, y él asintió - Bueno... ya no te sonrojas cuando te miro.

- ¿Eso era lo que querías comprobar?

- Ajá - contestó el mayor, asintiendo con la cabeza - No te sonrojas, pero igual te pones... ¿nervioso? ¿Inquieto?

- Me siento observado - admitió, abultando los labios - Y es imposible saber en qué estás pensando, eso me incomoda.

- A estas alturas ya deberías saber en qué estoy pensando.

Antes de que Renjun pudiera abrir la boca, una mano de Jeno rozó su entrepierna y eso le bastó para entender a qué se refería el mayor con esas palabras. Se sobresaltó ante el contacto, no se lo esperaba tan pronto ni estando tan expuestos, pero se las ingenió para no soltar ningún sonido porque parecía ser que su cuerpo se había acostumbrado más rápido que su mente a las repentinas e inoportunas caricias de Jeno. Y tan rápido como eso, ya estaban besándose. Las manos de Jeno aterrizaron en el cuello del menor, y así mismo Renjun llevó las suyas al trasero del pelirojo mientras se besaban con verdadera necesidad, como si llevaran meses sin verse y no dos días. Sus lenguas se enredaban con aquel sonido húmedo que sólo un beso voraz podía causar y de a ratos se mordían, de a ratos uno de los dos le succionaba el labio al otro e incluso Jeno mordió al menor como siempre hacía. Renjun atrajo a Jeno y este no tardó en presionar el muslo contra su erección, con lo que causó que el rubio le gimiera en la boca.