2011

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— Kōtaro, no lo asustes.

— Akaashi Keiji, un gusto.

¿Practicarías remates conmigo?

— Por favor podría dejar de
fijar su mirada en mí.

Bro, ¿Qué te ocurré?

— ¿Qué es el amor mamá?

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- Kei, no olvides tus zapatillas. -Gritó su madre desde la puerta mientras se las enseñaba.

Para todo adolescente, en la media, el primer día de clases en la preparatoria era algo aterrador, un mar de gente observandote, la presión social de conseguir amigos y mucho más.

Pero eso a Akaashi no le había podido interesar menos, ya que su primer semana se dedicó a prestar atención a los ajustados cronogramas de aprendizaje y a disfrutar su almuerzo en el rincón del aula agradecido que para su cumpleaños número quince le regalaron un iPod donde podía escuchar música a lo largo de esos cuarenta minutos, alejándolo del bullicio poco agradable que generaban sus compañeros revolucionados por la emoción de una nueva etapa.

Lo que si le comía los nervios era cuando el nuevo mundo al que ingresaba era de su interés, y esa era la principal razón por la que hoy tuvo que correr a la estación de tren ya que había olvidado la mitad de su equipo deportivo.

Hoy sería su primer día en el club de Voley masculino en la academia Fukurodani.

Se pasó toda la mañana nervioso al punto de que el tenebroso profesor de matemática tuvo que llamar su atención, no una, si no tres veces para que dejase de ver por la ventana y escuchara su aletargada explicación de la fórmula baskara, algo que el ya había aprendido el año anterior.

Pero no fue hasta el último timbre que los nervios llegaron a flor de piel, todo el tumulto de jovenes hormonales de quince años corrían extaciados a sus nuevos clubes y el iba de fondo, con el bolso deportivo en el hombro izquierdo y la hoja de inscripción arrugada en la mano derecha, pensarían que era un irresponsable al entregarla mal doblada y con rastros de sudor.

Para su suerte cuando entro a los vestidores aún no llegaba nadie, odiaba desde lo más profundo de su alma tener que desvestirse frente a otras personas, más si estás le sacaban, por mucho, puntos en masa muscular. Por eso a toda prisa se desabotonó la camisa intercambiandola por una remera azul y los pantalones de vestir por unos cortos deportivos, ya para cuando anudaba sus zapatillas la gente comenzó a ingresar, en específico dos chicos, aunque detrás de ellos se escuchaban más voces.

- ¡Debes ser de primero! - exclamó el más bajo de estos.  - Yo soy Konoha Akinori, ala de segundo. Y este grandulón de aquí es Washio Tatsuki, es un centro de pocas palabras pero no temas, es dócil. - Apoyó su mano en la espalda del joven de casi metro noventa.

¿Como no tenerle miedo? En esos cinco segundos de presentación no había dejado de observar con un semblante serio a Keiji y eso ya estaba a punto de hacerle flaquear las rodillas, se sentía una hormiga y aún no había preparado su mente para presentarse.

Le tomó un pequeño lapso reacomodar sus ideas e intentar opacar los nervios a punto de explotar, exhalo todo el aire de sus pulmones y extendió su mano libre.

e g o í s m o | | b o k u a k aDonde viven las historias. Descúbrelo ahora