Era la noche del 15 de Octubre. Estaba jugando al PES con Lucas en stream, y éste se había ofendido porque Iván no dejaba de ganarle. Iván, sin poder contenerse, se empezó a reír apenas dejó la partida. Empezó a decirle al chat que Lucas se había ofendido, comentando un poco en broma la situación. Sacó el PES y abrió el Discord. Para su sorpresa, Lucas se había ido. No sólo de la llamada, sino también de Discord. Se había desconectado totalmente. Iván, que anteriormente quería hacer un stream largo de casi 12 horas, se retractó al instante de ello. Saludó a su chat amorosamente, como suele hacer, y cortó directo.
Gordo pelotudo, por qué te ofendés por boludeces...
Iván estaba en un dilema mental. Una parte de él le decía que dejara a Lucas en paz; que dejara que se calmara solo. Pero, la otra parte —que notemos, era la más dominante— quería consolarlo; hablarle; decirle perdón y darle besos en toda su cara. En sus labios, especialmente.
Se paró de la silla y se acostó en la cama a mirar el techo. Pensó por unos minutos en Lucas: su cara, su pelo, sus ojos, sus manos, su sonrisa; cada parte de él. Le dedicó un buen rato y espacio, podríamos aproximar de 20 a 30 minutos de dedicación. Y, habiendo pasado este tiempo, tomó una decisión. Se paró, fue al baño, se arregló, y se preparó para consolarlo.
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Lucas estaba en la cama acostado. No podía creerlo. La racha de Iván en el PES lo había enervado de pies a cabeza. Se sentía frustrado, enojado, y con ganas de pegarle varias veces en la espalda a su amigo. Sin embargo, aunque una parte de él sentía eso, la otra tenía ganas de verlo, abrazarlo, darle besos y mimarlo de todas las formas posibles. Pero en ese momento, el enojo lo superaba. Así que, decidido a relajarse con su teléfono, Lucas se tapó con sus frazadas y prendió el celular.
No pasaron ni diez minutos que escucha a alguien tocar la reja de la entrada abajo. Por un segundo se extraña y, a la vez, se asusta. Era de noche, en plena pandemia nadie vendría a verlo a esas horas. Por lo que, lo primero que se le cruzó por la cabeza fue que algún desconocido quería meterse a su casa por algún motivo. Lucas no sabía si quedarse en la cama o no. Tenía miedo, pero a la vez la inevitable curiosidad empezaba a mostrar signos en su mente. Decidió pararse y asomar la cabeza por la ventana, así mínimo podría dilucidar con la escasa luz de la luna si era o no alguien conocido.
Se acercó a la ventana, abrió la cortina y vio a alguien con un barbijo, shorts negros y una campera de colores. Por lo que se notaba, eran colores pasteles; rosa, azul, verde, amarillo también, aunque no estaba seguro por la poca luz que había. Vio que la persona estaba ahí parada, como si esperase a que le abrieran. En su cabeza mientras tanto, Lucas se cuestionaba si era alguien que conocía o no. Por alguna razón que su consciente desconocía, quería salir corriendo a abrirle la puerta a esa persona que estaba parada ahí. ¿Por qué?
Faltándole el respeto a las muchas advertencias por parte de su familia y de cualquier persona neuróticamente hablando sana, Lucas se apuró a bajar las escaleras de la forma más silenciosa posible. Se puso su barbijo, agarró las llaves y se apuró a abrir la puerta de su casa. La persona tras la reja, a quien Lucas aún no le sonaba de nada, inmediatamente se dio vuelta al sentir que la puerta se había abierto. Lucas se acercó a la reja y, para su sorpresa, un chico de pelo rubio y lentes lo miraba fijamente. Sin mucha dilación, Lucas abrió la reja, lo dejó pasar y la cerró otra vez. Entraron ambos a la casa y apenas Lucas terminó de cerrar la puerta, Iván se le abalanzó encima, dándole un beso profundo de golpe. Lucas lo aceptó gratamente, devolviéndoselo con el mismo deseo. Fueron varios minutos hasta que terminaron de chaparse y decidieron —después de haberse higienizado correctamente— subir al cuarto de Lucas. Con todo el silencio del mundo, subieron a las apuradas como pudieron. Al ambos llegar al cuarto, Lucas cerró la puerta atrás suyo con traba. Se dio vuelta y observó a los ojos a Iván, quien en ese momento tenía una cara de vergüenza hacia sí mismo. De golpe, agarró a Lucas de un brazo y lo tiró a la cama. Los dos quedaron uno al lado del otro, mirándose a los ojos.
— ¿Qué hacés acá, down?— le pregunta Lucas con un claro tono enojado.
— No te quise ofender. Perdoname, gordito.
— ¿Saliste de tu cuarto sólo para esto, idiota?
— Sí. ¿Cuál hay?
Lucas se quedó apreciando la cara de Iván. Como él estaba de espaldas a la ventana, Iván quedaba en el ángulo perfecto para que la luz lunar iluminara sus facciones. A pesar de que trataba de aferrarse a su enojo por lo menos durante unos minutos más, Lucas no pudo contenerse. Le sacó los anteojos y le dio un tierno y tímido pico a Iván.
— Sos un pelotudo.
— Te amo demasiado, gordo.
Esa noche, ambos durmieron abrazados el uno al otro.
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La vida de dos homosexuales || Sombalera drabbles
FanfictionCosas que escribo de estos dos. No me gusta sexualizarlos, sólo me gusta mostrar lo tiernos que son. Aunque sí puede que incluya algo relacionado a la tensión sexual que hay en sus directos, pero nada más. » One-shots de duración variada. Depende de...