¿El oso para qué es, gordito?

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Iván estaba esperando por enésima vez a que Lucas llegase a su casa. Por alguna razón, el gordo le había mandado un mensaje sobre la hora en la que supuestamente iba a llegar diciéndole: «Puede que llegue un poquito tarde, padre», a lo que Iván le respondió con la interrogante: «¿Por qué?», pero Lucas no le respondió. Es más, lo dejó en visto. Iván no sabía si sentirse enojado, confundido o intrigado. Como no le quedaba más que esperar a que el boludo de Lucas llegase, se puso a ver Twitter. Recordó la conversación que habían tenido la noche anterior por Discord.

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— GORDO LA CONCHA DE TU MADRE, ¿MAÑANA VENÍS O NO AL FINAL?

— TE DIJE QUE NO SÉ.

— ¿PERO POR QUÉ? HACE VEINTE MINUTOS QUE TE ESTOY PREGUNTANDO Y NO ME RESPONDISTE TODAVÍA.

— A VER, YA TE DIJE: MAÑANA RECIBO ALGO QUE COMPRÉ Y NO SÉ A QUÉ HORA LLEGA DOWN.

— PERO PODÉS DEJAR QUE TUS VIEJOS LO RECIBAN TARADOOO.

— NO IDIOTA LO TENGO QUE RECIBIR YO.

— PERO SI NO HACE FALTA QUE VOS LO RECI-

— TE DIJE QUE LO TENGO QUE RECIBIR YO Y PUNTO DOWN.

Abunda el silencio unos segundos.

— Gordo sos muy down.

— Te vengo avisando hace un par de días de que había pedido algo.

— Ya sé down pero, ¿qué tan importante es como para que no vengas?

— Muy importante.

— ¿Muy muy muy?

— Muy muy muy muy.

Iván se queda callado.

— Bueno me voy a mimir.

— ¿Por qué tan temprano?

— Porque seguramente venga temprano lo que pedí, por eso.

— Ah, bueno.— responde un poco desalentado Iván—. Nos vemos mañana gordazo.

— Voy a intentar ir. Beso.

— Besos y abrazos Sombarito lindo.— y corta la llamada.

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Lucas le había jurado que iba a ir. Aproximadamente a las 15:00 le mandó un mensaje diciendo: «Llegó lo que pedí, más a la noche voy para allá.» Pero eran casi las 21:00 y todavía no había dado señales de vida. Iván le había respondido seguido del «¿Por qué?» un: «¿Cuánto más vas a tardar, gordo?», pero Lucas no le respondió. Esta vez ni siquiera había visto el mensaje para empezar.

Iván, abatido por el pensamiento de que Lucas no iba a ir al final, se acostó en su cama mirando a la pared. Pero no pasó ni 1 minuto que tocan su puerta tres veces. Contesta con un desganado «Pase» y escucha la puerta abriéndose y cerrándose. No ve quién está ahí, pero sabiendo que todavía no le habían dicho nada, tenía la leve sospecha —que más que sospecha era un deseo— de que era Lucas quien había entrado.

— Perdón por llegar tarde.— escucha a Lucas disculpándose.

— Me dijiste que ibas a venir más temprano, gordo idiota.

Silencio. — Bueno sí, perdoname. Es que tuve que organizar un poco lo que me llegó hoy.

— ¿Qué pediste?— le preguntó con algo de enojo Iván. En todo momento, le estaba dando la espalda a Lucas. Como para señalar que se había ofendido, y bastante.

— Date vuelta si querés ver.

— Dale down, no jodas.

— No te estoy jodiendo. En serio.

— No te hagas el boludo gordo dale, sé que no tenés nada.

— Ay idiota por una vez que te traigo algo.

Como por acto reflejo, Iván se dio vuelta en un vaivén brusco. Cuando lo hizo, vio que a los pies de su cama estaba Lucas sentado con un enorme oso de peluche entre sus brazos. Lucas lo miraba con ojos de perrito apoyado en la cabeza del oso, como implorándole perdón. Iván empezó a sollozar muy levemente.

— Che, pero...

— ¿Qué?— le dice Lucas con curiosidad.

— ¿El oso para qué es, gordito?

Lucas lo mira unos segundos.

— Es para vos, idiota. Es un regalo.

Iván lo mira con los ojos ya bastante húmedos.

— Gordito...

— ¿Qué?

En un segundo, Iván se tiró encima de Lucas a abrazarlo. El oso medio que amortiguó el tórax de Lucas para que no se lastimara.

— ¡Pará idiota, vas a romper el oso!

Iván se las arregló para poner al oso de costado. Abrazó a Lucas con todas sus fuerzas.

— Lucas... No podés ser tan lindo hijo de puta.

— Yo a vos te podría hacer la misma pregunta, facha hermoso.

Iván se separa de Lucas y los dos se sientan en el piso. Iván no se aguanta y le da un dulce beso a Lucas, que en cuestión de segundos se torna en uno profundo y cariñoso. Son varios los minutos que pasaron hasta que se separaron el uno del otro.

— Sos... Hermoso.

— Vos sos hermoso Iván.

— No, vos sos demasiado hermoso. No puedo creer que me...

— Bueno es que no sabía qué darte, la verdad. Lo primero que se me ocurrió fue un peluche de oso, así que eso te compré.

— ¿Pero por qué me querías comprar un regalo?

— Porque sí.

Iván se le queda mirando unos minutos. Una sonrisa no tarda en asomarse por sus labios.

— Un día te voy a regalar un estudio completo. Con paneles de sonido y todo.

— Voy a esperar ese día, entonces. ¿Te regalo eso también después de que me lo regales?

Iván lo mira amorosamente y no se contiene en abrazarlo. Por la posición incómoda, deciden acostarse en la cama, y quedarse unos minutos acostados abrazados. Se terminan dando muchos besos cortos pero dulces por varios minutos. Minutos que no fueron pocos.

El oso había quedado sentado en el piso. Lo que sí que Iván en el momento no se dio cuenta es que tenía un papelito que decía: «Sos el amor de mi vida, te amo.» Pero en ese momento, no estaba concentrado en el oso, sino en su «amigo».

Al final, y sin quererlo, se quedaron dormidos abrazados el uno al otro.


La vida de dos homosexuales || Sombalera drabblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora