Día 2: Hacer un Esfuerzo

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Estoy mirando el techo hace unos veinte minutos, esperando a que mágicamente me llegue la energía para levantarme y bajar a desayunar.

Escucho unos suves golpes en mi puerta y sonrío. La única que tocaría la puerta con tanta delicadeza es Cass así que le grito un "pase" sin dudarlo.

— Buenos días, linda. ¿Te desperté? —pregunta con una dulce sonrisa mientras se acerca para sentarse a mi lado en la cama.

— No, sólo estaba esperando a que me dieran ganas de levantarme —explico, haciéndola reír—. ¿Necesitas algo?

— Mas o menos. Quería hablar contigo y realmente espero que no te lo tomes a mal —dice algo dudosa.

— Claro, dime —la aliento mientras me acomodo para quedar sentada.

— Sé que no estás feliz de estar aquí con nosotros pero creo que si te predispones a pasarlo mal, la única que saldrá perjudicada eres tú —comienza a decir—. Sé que hay cierta tensión entre los chicos y tú pero no deberías darles el poder de arruinar tus vacaciones.

Joder, tenía razón.

Quiera o no, pasaría los siguientes catorce días aquí y dependía de mí disfrutarlos o pasar el día amargada.

Me esforzaría en pasarlo genial y contaría hasta cien cada vez que alguno de los chicos me hiciera enfadar.

— Tienes razón —digo luego de un rato pensándolo—. Que se jodan el Trío de Idiotas. Es mi último verano libre de preocupaciones y lo disfrutaré al máximo.

— ¡De eso estaba hablando! —exclama la rubia con alegría—. Ahora bajemos a tomar desayuno y comencemos con el primer gran día del resto de tu gran verano.

— Hagámoslo —asiento sonriente y ambas nos ponemos de pie para caminar hacia la cocina.

Bajamos la escalera y al llegar abajo siento que Cass engancha su brazo con el mío.

— Me alegra que no te enojaras. Sé que no tengo el derecho de meterme en tu vida...

— Claro que tienes derecho. Eres mi cuñada así que técnicamente eres familia —aseguro con una sonrisa amable mientras entramos a la cocina.

Cass me dedica una enorme y radiante sonrisa justo antes de que mi hermano nos haga sobresaltar.

— ¡Ahí están mis dos chicas! —exclama innecesariamente alto.

— Joder, Chris. Casi me da un infarto —me quejo, separándome de Cass para preparar mi desayuno—. Buenos días a todos —saludo mientras mezclo mi cereal con leche.

— ¿Y a ti que te pasa? ¿No era que nos odiabas? —pregunta Trevor con la boca llena.

Me dispongo a responderle de mala manera pero mi mirada se cruza con la de Cass, quien me dedica una sonrisa tranquilizadora, y decido contar hasta cien.

— Así es, pero estoy siendo educada y los estoy saludando —respondo de forma tranquila mientras me llevo una cucharada de cereal a la boca.

— Buenos días —saludan Ethan y Mark al unísono mientras que Trevor me observa con suspicacia.

Idiota.

360 Horas de TorturaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora