UN CASO EXTRAORDINARIO

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El camino de muñecas terminaba ahí, las últimas de la fila señalaban el piso. Amilkar miró hacia abajo y se dio cuenta que había una trampilla. No había candado alguno que impidiera abrirla, así que Amilkar la abrió. Inmediatamente, despertó de manera agitada. Estaba empapado de sudor; confundido y alterado, Amilkar se levantó de la cama y se dirigió a su mesa de noche, al observar el reloj se sorprendió al ver que tan solo había pasado media hora desde que se había ido a dormir. Pero la sensación de haber soñado por horas era algo que le inquietaba. Enseguida pensó:

Amilkar: (No puede ser, no he explorado para nada el patio trasero, no creí que hubiera algo ahí que fuera importante... ¿pero cómo es que?... nunca había tenido sueños tan raros como estos). ¡Definitivamente algo esconde esta casa!

En una noche fría y sepulcral, la revelación de un dato muy importante se había sucedido. La verdadera herencia familiar estaba por entregarse, y la sangre de inocentes correría para manchar los sembradíos de ambición e infortunio. El peligro es inminente, la muerte ha llamado a los esbirros de la destrucción y del caos para que el festín infernal se consagre en honor a los dioses de la maldad y la oscuridad, de la locura y de la corrupción.

Amilkar intentó dormir una vez más pero no consiguió conciliar el sueño, aquella pesadilla volvió a poner en marcha su imaginación y su curiosidad (dualidad molesta, pero muy necesaria). Las ganas de salir a comprobar lo que había visto en su sueño eran tal que lo mantuvieron en vela por un buen rato. Pero en medio de ese mar de pensamientos, el recuerdo de Minerva llegaba de repente a su consiente, y el se perdía recreando escenarios posibles, pero poco probables, en los que él y ella lograban entablar una relación. Después de varios minutos, logro dormirse una vez más, solo que ahora no hubo sueño alguno.

Cuando Amilkar volvió a despertar, era de día; pero tenía que apresurarse a arreglarse e ir a la escuela. En cuanto se levantó de la cama, una hoja de papel salió de algún lugar, arrastrada por la corriente de aire que había provocado Amilkar al levantar las cobijas, esta planeo hasta hacerse visible a los ojos del chico. El se acercó y levantó aquel papel, era una nota, pero algo curioso fue notado por Amilkar. La nota estaba escrita con una letra muy diferente a la del diario. Esta estaba escrita con una letra cursiva más pronunciada y además, la hoja presentaba un color amarillento, típico de aquellos libros y cuadernos que han pasado mucho tiempo en un lugar, expuestos a la humedad. Amilkar leería después la nota, así que la guardó en su mochila para que no fuera a olvidarla, la dejó metida entre un libro para evitar que se maltratara.

Al llegar a la escuela, Amilkar se encontró con Ana en el lugar de siempre, él le contó sobre el frasco que había encontrado y sobre el extraño sueño que había tenido. Ana estaba acompañada de Altagracia, quien al escuchar lo que dijo el joven, se mostró muy sorprendida e interesada, casi como si quisiera decir algo. Podría ser que ella hubiera podido descubrir algo de todo lo comentado, pero no había mucho tiempo para hablar pues las clases estaban por comenzar, por lo que reservó su opinión para después.

Enseguida se acercaron Patricia y Ofelia, quienes pasaron cerca de Almikar y con viva voz le dijeron:

Ofelia: ¡No te olvides, la fiesta es este sábado por la noche!

Amilkar hizo una cara denotando extrañeza y enseguida miró a Ana, pensaba que quizá ella les había comentado algo. Ana solo fingió no saber nada al respecto y apresuro a Amilkar a entrar al salón antes de que el profesor llegara.

De cuando en cuando, entre cada clase u oportunidad, Amilkar se acordaba del papel que había encontrado y lo trataba de sacar discretamente para poder leerlo sin que nadie se diera cuenta. Pero había mucha gente y varias de las compañeras de clase siempre estaban pendientes de lo que hacía, por lo que no pudo leerlo. Era para él un verdadero fastidio ser el centro de atención de la clase.

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