P A C I F Y H E R | Freddold

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Preparatoria. todos son unos animales, la misma agresividad y los mismo instintos.

–fred, mamá quiere que hoy vuelvas saliendo de aquí.–menciono el castaño acercándose a su hermano, el cual lo miro enojado.

–una mierda.– murmuró y cerró su casillero –bien mensajero de mami, ¿Podrías por favor decirle  que hoy me toca limpieza en el aula?, Gracias.– contesto a punto de irse.

–¿aun que no sea cierto?– el azabache se detuvo y lo miro extrañado –touché.– dijo sonriéndole socorronamente.

–¿Tu cómo...–

–habias estado raro los últimos meses, y de pura casualidad te encontré en uno de los salones vacíos haciendo cosas cochinas con un chico– rió por su propio comentario –creo que tenía el cabello blanco pero no importa. No me habías dicho que tenías novio. además... Mamá ya sabe cuáles son nuestros horarios, y hoy no te toca.

–freddy solo... Para de hablar. Para empezar el y yo no somos nada.

–¡Ooh! Ya entiendo, pensé que por fin tendrías a alguien estable.

–silencio ¿Y eso de actuar raro? No lo hacía, era tu imaginación.

–claro que si, incluso mamá lo noto. Un día estás desplomando el amor que no te sale y al otro pareciera que te incendias en enojo.

–pues perdón chico felicidad, olvide que a tu lado todo tiene que ser color de rosa. ¿Qué no tienes a alguien a quien molestar? Cómo a tu grupo de raros por ejemplo.– el ojiazul lo miro enojado.

–no les digas así, y... No sé dónde están, seguramente fueron a caminar mientras yo estaba en los baños.

–ajá... Bueno, veré que puedo hacer.

–bien, tal vez yo me quedé desayunando en el salón– camino dirigiéndose a dónde menciono y siguió hablando dramáticamente creando un eco leve en el lugar –¡Solo, solin, solito, sin un hermano que me acompañe en mi soledad!.

–¡Que eso no te apague, rayó de sol!– burló.

Al ya no escuchar los pasos de su hermano, se encamino a al salón de otro grupo. Entro, viendo al albino que yacía sentado en una de las sillas esperándolo.

–llegaste.– menciono, viendo como el de ojos grises se acercaba para sentarse en su regazo con sus piernas abiertas, quedando frente a frente y besarlo.

–lo siento, hoy no podré ir a tu casa.

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