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Gold se sentía como una basura, es decir, ni siquiera lo beso, pero estuvo a punto de hacerlo. Incluso de solo pensar en el de esa manera se sentía tan bien pero a la vez se sentía como un adolescente en una crisis que necesitaba los consejos y el consuelo de su mamá.

Y no estaba tan lejos aquella razón, extrañaba a su madre.

–freddy, has mejorado bastante.– menciono el azabache confundido observando las notas finales del mencionado, quien centado en el sillón  con su guitarra encima deslizó su dedo mal accidentalmente lastimándoce por el llamado inesperado.

–a-ah je si.– tapo su herida y rápidamente se dirigió al lavabo para limpiarse, fue el nerviosismo.

–mamá estaría sorprendida.

–¿Estás bien?

–si gold, tranquilo.– le contesto secamente y sin mirarlo, regresando de nuevo por su guitarra e irse a su cuarto.

Las dos personas restantes lo miraron extraño, y El de ojos plata hablo primero.

–pues la verdad no sé si esta peor o mejor... ¿Que demonios le dijiste?.

Si, el sabía de su plática, el fue quien mandó al albino por qué sabía que este es mejor con las palabras aún que no lo parezca. No en la noche claro, en cualquier momento que el creyera que era el indicado.

–yo... No lo sé.– siguió mirando por donde el menor se había ido. El contrario ahora lo miro a el aún más confundido.

–tu también estás raro, ¿Que? ¿también te pego lo depresivo?.– hablo riendo.

–lo dices como si fuera lo más divertido, Perece que no te importára en realidad lo que suceda con el.– observo como su pareja rueda los ojos y mirarlo enojado.

–¿Que idiotez es esa? Claro que me importa, es mi hermano del que estamos hablando.– se fue de su lado echando humos.

P A C I F Y   H E R | FreddoldDonde viven las historias. Descúbrelo ahora