Taehyung estaba corriendo con una alegre y singular sonrisa cuadrada decorando su infantil rostro.
Siempre disfrutaba del momento en el que terminaba con sus deberes y podía salir a jugar con sus amigos. A él le querían mucho, y es que ¿cómo no querer al risueño niño que se interesaba por todos y que vivía en aquella casa enorme particularmente alejada de las demás?
—La traes —dijo con una risita, alcanzando el hombro de uno de sus amigos, y arrancó a correr en la dirección contraria.
—¡La lleva Namjoon! ¡La lleva Namjoon! —exclamó Irene, una de las dos únicas niñas del grupo.
Varios gritaron mientras salían disparados lejos del moreno, de modo que él no pudiera alcanzarles. Taehyung sintió entonces un empujón que le hizo trastabillar y perder el equilibrio, todos se detuvieron cuando descubrieron al pequeño castaño sentado en el suelo, con raspaduras en las rodillas, de las que había comenzado a brotar sangre. Sus amigos se alarmaron y le preguntaron escandalizados si se encontraba bien, Taehyung no lloró.
—Lo siento mucho, TaeTae —se disculpó Jimin, siendo que había sido él quien le empujó sin intención—. Te juro que fue sin querer. —El pelinegro se veía desesperado mientras miraba sus heridas, enteramente a la vista debido a sus pantalones cortos, y el menor le sonrió de una manera tranquilizadora.
—No te preocupes —le dijo, sabía que su amigo decía la verdad, estaba seguro de que no lo había hecho a propósito, podía verlo en sus ojos y tal vez también un poquito más allá. Se levantó con cuidado, apoyándose con ambas manos en el frío suelo de cemento—. Iré a casa ahora —informó y se despidió de ellos, aunque todos le siguieron para asegurarse de que podía llegar solo a su hogar, que de igual forma no estaba nada lejos de la parte donde habían estado jugando.
Cruzó el jardín y entró, la puerta estaba abierta, su madre la dejaba así a espera de su llegada, y ella no tardó en correr hasta él al ver que caminaba con algo de dificultad.
—Por Dios, ¿estás bien, cariño? —le preguntó, hincándose frente a él para examinar sus rodillas.
—Sí, fue un accidente. —Young Mi se incorporó y tiró de su mano con delicadeza para guiarlo hasta el sofá, pidiéndole que se sentara ahí mientras ella buscaba el botiquín.
Taehyung solo tenía seis años, pero era el niño más jodidamente valiente que ella conocía y no porque fuera su hijo, sino porque él de verdad se lo demostraba cada día. En situaciones como esas, el castaño siempre conservaba la calma, ella solía desesperarse cuando veía que se lastimaba, pero él la tranquilizaba, como si le doliera más su preocupación que el mismo golpe.
Se arrodilló para limpiar sus heridas con delicadeza antes de proseguir a cubrirlas con vendas. Miró los ojos marrones de su hijo y supo de inmediato lo que estaba pasando por su cabeza, le sonrió con dulzura y acarició su mejilla.
—Es para que no vuelva a pasar, cielo —le dijo, el pequeño asintió y no añadió nada más, sabía que cuando amaneciera ya no habría rastro de esas raspaduras, como había pasado cada vez que se caía por andar corriendo, pero entendía perfectamente que su madre quisiera evitar que volviera a ocurrir, siempre cuidaba mucho de él.
Una fría mañana de noviembre, cinco años después, Taehyung se levantó sin necesidad de que Young Mi fuera a despertarle. Se dirigió al baño dentro de su habitación y cualquier rastro de sueño desapareció de su sistema cuando se topó de frente con su reflejo en el espejo. Su madre le encontró así cuando cruzó la puerta para informarle que era hora de prepararse para ir a clases. Se acercó a él, observando con sorpresa el aura de pureza que estaba envolviendo a su hijo, y acarició los mechones anaranjados de su cabello, como si estuviera tocando algo tan imposible como las nubes.
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En el Silencio de la Habitación Siete •⊰Taekook⊱•
FanfictionKim Taehyung tenía un alma tan etérea, que la desgastada humanidad sentía la necesidad de destrozarla. Él era la mejor pintura en el lienzo de la vida, pero todos sus colores eran demasiado para un mundo que estaba perdido en la opacidad del miedo. ...