Jungkook abrió los ojos despacio, tenía la sensación de haber descansado más que las noches anteriores, como si esa vez en realidad hubiese dormido correctamente. Lo primero que advirtió fueron los reflejos azulados que rodeaban la habitación. Cerró los ojos de nuevo y se removió en el cómodo sofá.
Entonces se incorporó precipitadamente al percatarse de que no estaba en su cama. Se topó de frente con el rostro de Taehyung, tan cerca que podía sentir su respiración, apreciar el brillo natural de sus ojos marrones. Se quedó muy quieto, recordando todo lo que había ocurrido antes de quedarse dormido, o desmayarse, no estaba seguro.
Las expresiones del chico le resultaron indescifrables, él solo estaba detallándole también, tan concentrados el uno en el otro que casi era como si todo lo demás se hubiese detenido. Taehyung estaba sentado en el brazo del sofá en el que Jungkook había estado durmiendo, y el menor se preguntó si estuvo observándole durante todo ese tiempo.
Ah, pero entonces recordaba que estaba frente al muchacho que se suponía que llevaba dos años muerto y todo lo demás pasaba a ser menos relevante.
—Yo... ¿Estoy muerto? —preguntó, sin poder alejar la mirada de sus profundos ojos—. ¿En qué momento pasó? Yo ni siquiera pude decirle a mi madre que también la amo.
—Todavía puedes decírselo, no estás muerto —respondió el mayor, desviando la mirada y fijándola en cualquier lugar que no fuera el azabache.
—Pero entonces, ¿cómo es posible? —Jungkook acercó su mano para apartar un mechón púrpura del rostro del contrario y lo movió entre sus dedos, asegurándose de que no lo traspasaba o algo así. Taehyung regresó su atención a los ojos oscuros del administrador de su madre y se perdió en ellos por un momento.
—Ah, no se supone que tú me vieras —dijo, llevando con nerviosismo una mano a la parte posterior de su cabeza—. Yo solo salí porque sabía que todos estaban en el jardín, quería dejarle a mi mamá un retrato en su oficina. —Suspiró—. Pero ahora que me has visto, supongo que debería explicártelo.
Los dos sostenían la conversación en un tono de voz bajo, pues no era necesario hablar más fuerte. Además, ya parecía algo natural en Taehyung, quien al parecer permanecía en completo silencio todo el tiempo dentro de esa habitación. Quería comprender, quería saber qué era lo que estaba pasando en realidad, quería conocer el porqué de su escondite; pero por alguna razón eso no le estaba interesando tanto. Jungkook se sentía demasiado feliz de que Taehyung estuviera ahí, en frente suyo. El mayor se había vuelto un sueño para él, literalmente, y se sentía casi como si con sus pensamientos y anhelos hubiera terminado materializándolo, haciéndolo posible.
—No, yo... Me alegra tanto que estés vivo —dijo, sin pararse a pensarlo mucho. Tocó su mejilla con el dedo índice, un pequeño e inocente roce que por alguna razón le hizo sonreír, mientras que el muchacho no podía hacer otra cosa más que mirarle—. Es realmente bueno que estés vivo —musitó—. Ah, debe ser muy raro que te diga esto, lo siento. —Se alejó un poco de él, pensando que tal vez estaba incomodándole, y soltó una risita nerviosa—. No nos conocemos de nada después de todo.
Se levantó del sofá, paseándose por el gran cuarto. Por andar detallando a Taehyung ni siquiera se había molestado en examinar mejor ese lugar. Rodeando todas las paredes había una cinta luminiscente azul que brillaba apenas lo suficiente; si bien sabía que era paraque no se notara desde fuera en lo absoluto, aportaba una sutil claridad quegeneraba una sensación agradable de privacidad. La cama estaba en una esquina y tenía un escritorio grande en todo el centro de la habitación, cuando se acercó ahí se percató de que estaba lleno de lápices y hojas, algunas de ellas en blanco y otras con impresionantes dibujos que le hicieron enarcar las cejas con admiración.
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En el Silencio de la Habitación Siete •⊰Taekook⊱•
FanficKim Taehyung tenía un alma tan etérea, que la desgastada humanidad sentía la necesidad de destrozarla. Él era la mejor pintura en el lienzo de la vida, pero todos sus colores eran demasiado para un mundo que estaba perdido en la opacidad del miedo. ...