13. Incómodo.

1K 172 65
                                    


Me costó levantarme el domingo en la madrugada. No quería trabajar, pero a todos nos tocaba, al menos una vez por mes, trabajar un domingo. Claramente mamá no trabajaba hasta la madrugada esos días así que mi desayuno era un improvisado pan con dulce y un té sin sabor.

Llegué tarde, como de costumbre, y me acomodé a trabajar. Andrew no estaba conmigo ese día así que fue un poco aburrido. No es como si yo no hablara con el resto de los muchachos, es sólo que con Andrew era distinto, él hacía todo más brillante y divertido. Odiaba trabajar los domingos y más cuando él no estaba conmigo.

Richard, sin embargo, se acercó para hacerme compañía mientras aún no llevan los clientes y entablamos una relajada charla. Le consulté por la mascarilla que sí estaba usando y el gorro, pero él dijo que como era una sesión de fotos podía y tenía que prescindir de ellas. Me dijo "Necesitamos una cara que nos represente, si te cubres será como si Lincon posara". Mi compañero Lincon, un poco más allá, le dio una horrible mirada, pero no dijo nada más.

—Si bien fui yo quien te ofreció como propuesta, fue Ian quien aprobó tu postulación —comentó sugerentemente. Rodé los ojos y él largó una carcajada burlona. —Sólo digo que no le rompas el corazón cuando lo rechaces.

—¿Quién te dijo que lo haré? —continué la broma y él rió más fuerte retirándose a la parte delantera.

El resto de la mañana fue realmente aburrido, incluso mis compañeros se fueron antes porque ya habían terminado sus tareas y Richard, aparentemente, tenía un buen día.

Yo, en cambio, tuve que permanecer allí así que fui a la parte delantera y me senté junto a él que miraba el noticiero muy concentradamente.

—Tengo que irme en unos minutos más —informó distraídamente. —Te dejaré la llave de repuesto y serás el encargado de cerrar ¿De acuerdo?

—Claro.

—Confió en ti —insistió.

—Puedes quedarte Richard, no me pondré nervioso o algo.

—No puedo quedarme —suspiró. —Mi hija cocinó para mí hoy, por el cumpleaños de su mamá.

—Tu hija tiene cinco años —le recordé. Conocía a la niña desde hacía más o menos seis meses, cuando Richard la tuvo que llevar al trabajo por varias semanas luego del fallecimiento de su esposa.

—Por eso es importante que vaya y llegue a tiempo —sonrió mirándome unos segundos antes de volver a ver el televisor. —Ella está un poco más animada ahora, así que tengo que estar allí. Mi hermana la adora, pero tú sabes, ella no es su madre.

—¿Y cómo estás con eso?

—Pues, no tan mal como al principio —suspiró amable, pero con una clara advertencia de que no presione más.

Pasaron unos minutos más de silencio apenas llenado por la voz del presentador del programa. Yo revisé mi celular varias veces, Ian no sólo estaba llegando tarde, sino que no había escrito tampoco. Incluso comencé a pensar que él realmente no iría y yo me había quedado valiosos minutos esperando en vez de poder ir a casa a descansar.

Comencé a ponerme rápidamente de malhumor, y no ayudó que Richard me dedicara unas carcajadas burlonas para conseguir mi atención.

—Yo no quiero decir nada, pero creo que Ian ya no está tan interesado en hacer esas fotos.

—Lo sé, está llegando tarde —dije con molestia, pero miré dónde él señalaba.

Ian se encontraba en la vereda hablando animadamente con otro sujeto que tenía uno sonrisa divertida en sus labios. No era Alex, y hasta donde yo sabía, él no tenía más amigos.

AtemporalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora