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Aún no eran las 9:00 de la noche cuando las calles ya estaban solas, sin personas, ni autos o animales corriendo de un lado a otro.
Todos sabían qué llegando la noche las calles se volvían el hogar de una chica solitaria y haciéndole compañía, la lluvia aparecía.

Nunca ha sido su intención asustar a la gente pero nadie quería estar con alguien tan sola, tan triste, tan infeliz.

Suspirando dijo "-Gracias por aparecer" y como respuesta cayó un rayo a la mitad de la calle.

La chica de nombre Alix, siguió caminando por la banqueta, estaba jugando con el agua que se iba juntando. Llegó a un cruce, se fijó por ambos lados de la calle por seguridad, aunque sabía que no se encontraría a nadie.

Mientras Alix cruzaba la calle escuchó un grito lejano "-¡Hey!, ¡Chica!", paró de golpe y trato de encontrar esa voz, vio a lo lejos, en la calle del cruce una silueta. Ella analizó las opciones que tenía, o se iba corriendo de allí o esperaba a que la persona desconocida llegara a ella. Optó por la segunda y pudo visualizar a un chico alto, le pareció extraño que hubiera alguien fuera, usualmente se escondían de ella. El chico le pasó una sombrilla y sin decir nada se regresó por donde vino.

De nuevo estando sola, se dió cuenta que la lluvia había dejado de caer tan fuerte, se preguntó si había sido por aquella escena. Notó que su pantalón y su sudadera estaban escurriendo. Así que poniendo la sombrilla sobre su cabeza caminó de vuelta, el silencio que había era reconfortante para Alix.

Ésta había sido la noche más larga que había tenido ella en toda su vida, no obstante en el rostro se podía ver una enorme sonrisa y todo se debía a esa pequeña sombrilla que llevaba consigo, siguió caminando así hasta llegar a su departamento a dormir.

A la mañana siguiente las calles se llenaron de ruido, algunas señoras corrían, los niños salían a jugar, los hombres apurados por llegar al trabajo y ese chico, el chico extraño, salió a investigar.

Él había visto a la chica caminar bajo la lluvia y siempre se preguntaba el por qué no llevaba una sombrilla con ella. Así que la noche anterior se había armado de valor y salió a darle una. A todas las personas con las que trató de hablar de ella, lo ignoraban, no lo escuchaban, así que solo caminó, escuchando pláticas de los niños o los adultos, nadie parecía importarle que el estuviera rondando por ahí, así que entre pláticas salieron historias, historias de aquella chica.

Mezcla de lágrimas y lluvia. Donde viven las historias. Descúbrelo ahora