Capítulo III

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   El departamento que le asignaron a Alan no estaba nada mal. Contaba con lo básico y necesario para una estadía cómoda, y la vista desde la ventana aportaba su encanto: los techos a dos aguas de las casas de piedra, con las indelebles cicatrices producto de un fuego milenario, y los balcones con orquídeas. A veces necesitaba recrearse en la inocencia del entorno, pues no sabía si en poco tiempo se vería envuelto en alguna cacería poco feliz, sobre todo siendo una misión a pedido de Exan Deil, aunque supervisada por Tádef Dómac.

   Devnus ya se había despedido de Voryanda y de él. ¿Qué estaría haciendo la nóckut? Podría invitarla a recorrer los alrededores antes de que cayera el sol, y de paso hacer una primera evaluación de los lugares en los que deberían preguntar. Por ejemplo, en los negocios que fueron víctimas de la doble sombría de Selena Novos. Y mañana podrían visitar el departamento de la aspirante a abogada. Tádef había elegido bien las habitaciones de ellos dos: justo frente a la residencia de Selena.

   Alan se sobresaltó al oír la campanilla del timbre. ¿Sería Voryanda? Aquella nóckut era rápida.

   Mientras iba hasta la puerta, se llevó una mano al costado del chaleco. Había adquirido la costumbre de portar siempre su puñal, que más de una vez le había salvado la vida ante visitantes inesperados. La espada, su arma preferida, estaba guardada bajo llave.

   Espió por la mirilla: una chica rubia con trencitas y grandes anteojos sostenía en brazos un paquete. La cara de aquella visitante le resultaba conocida. ¡Selena Novos! Había visto su foto en el expediente de Tádef Dómac. Ya no tendría que esperar a mañana para presentarse ante ella. ¿Conocería ahora a la gentil estudiante que todos apreciaban, o a la gemela malvada que hacía de las suyas en las calles?

   Abrió la puerta.

   ―Oh, lo siento ―susurró la chica―. Me equivoqué de departamento. Iba a devolverle estos libros a una compañera de estudios, Liz. Debe de ser en la puerta de al lado.

   Él no la detuvo, pues Selena fue a llamar a la puerta de Voryanda.

   ―¿Quién es? ―oyó decir a la nóckut apenas la chica tocó el timbre.

   ―¿Liz? Soy Selena. No, creo que me equivoqué otra vez. No recuerdo el número, quizás está en el piso de abajo.

   Alan se preguntó si Novos era realmente despistada o estaba fingiendo. ¿Acaso desconocía que esas dos habitaciones frente a ella estaban vacías hasta que ellos llegaron desde el Centro esa misma tarde?

   La puerta de Voryanda se abrió.

   ―¿Selena Novos? ―dijo.

   Selena, quien ya se alejaba en busca del siguiente vecino de planta a quien molestar, se giró de inmediato.

   ―¿Vienes de parte de Tádef Dómac? ―dijo la chica.

   ―Así es. Soy Voryanda, y él es mi compañero... ―Ella miró a Alan, que permanecía en el umbral del departamento. Seguramente la nóckut no recordaba el nombre falso que él debía usar.

   ―Soy Alan Valken, encantado ―se atrevió a decir él, con una sonrisa que hizo ruborizar a Selena. Ignorando la mirada amenazante de Voryanda por haber dado su nombre verdadero, siguió―: ¿Qué te dijo Dómac? Esperabas a alguien de su parte.

   Selena asintió.

   ―Hablemos adentro ―les dijo―. Vengan, los invito a mi casa. Los libros de Liz pueden esperar.

 Los libros de Liz pueden esperar

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Sangre nóckut - Arco 2: Alan y Vony, la primera misión -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora