Capítulo VII

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   Once víctimas fue el saldo final de Hyven, diablesa y súcubo, prófuga en la capital de Berisia. Según los testigos, todos los hombres que le sirvieron de alimento habían tenido alguna clase de contacto con Selena. El contacto físico resultó ser el principio del fin de la existencia de los hombres elegidos por ella. Por fortuna, la munición mejorada por Exan Deil y sus misteriosos ayudantes especialistas en armas cumplió el objetivo de terminar con semejante cacería.

   Al otro lado del espejo-portal en el cuarto de la delegación norte, Tádef Dómac ordenó por tercera o cuarta vez los papeles del escritorio que tenía delante. Le habían entregado por escrito la última etapa del caso resuelto ayer.

   ―¿Qué dijo que usó para debilitar al súcubo? ―preguntó el abogado.

   ―Los cartuchos Déleo-D comunes ―dijo Voryanda― fueron la base para detener al demonio. Mientras estaba en el hospital, los sumergí en la redoma con agua bendita que acostumbro a llevar conmigo, y después los cubrí con sal. Ya sabe: básicamente, la sal debilita mientras que el agua bendita completa el daño que los Déleo-D no alcanzaron.

   Alan iba a hacer su aporte, pero apenas abrió la boca Voryanda retomó la clase sobre armamento y hechicería arcana:

   ―Las muertes de esos hombres y el sopor en el que dejaba a las personas de alrededor alimentaban la energía y el poder de Hyven. Sin embargo, no previó la fortaleza de una nóckut.

   ―Entonces ―dijo Tádef―, de no ser por usted, Valken habría sido una víctima más.

   Alan carraspeó, y dijo:

   ―No estaría tan segur...

   ―Es posible ―lo interrumpió Voryanda―. Aunque el hecho de haber sobrevivido a dos ataques de esa diablesa demuestra que Alan Valken fue debidamente entrenado por nuestro Cazador Exan Deil.

   "Gracias", pensó Alan.

   ―No dudaré en comunicarle esos datos a Deil ―dijo Tádef, escribiendo en un papel.

   ―También podría sugerirle ―arremetió otra vez Voryanda― que, la próxima vez, destine para mí una pistola como la que porta Alan para los cartuchos de "encadenamiento infernal", como llaman ustedes a la munición especial para devolver al Inframundo a los demonios.

   ―Voryanda debería contar con el mismo modelo de arma que porto yo ―logró intervenir Alan―. Tendrá que ser un calibre mayor para proyectiles Déleo comunes, además del de esos cartuchos especiales que acaba de mencionar.

   ―Veré cómo puedo negociar eso ―dijo Tádef―. Son pocos los modelos que hay en existencia. Estimo que no será imposible encargar uno para usted, Rynfer.

   ―Ya que estamos ―dijo ella―, podría adelantar el pedido al secretario de Exan. Estoy segura de que podrá diseñar una pistola adecuada a mí.

   Tádef Dómac garabateó otra vez en la hoja y cerró la carpeta.

   ―No los entretengo más, dama, caballero. Devnus dispondrá todo para su regreso a la Cámara de los Espejos, aquí en el Centro de Ribinska. Tracen la runa cuando caiga el sol: para entonces, Exan Deil podrá recibirlos en persona.

   ―Perfecto ―dijo Voryanda―. Eso nos dará tiempo a despedirnos de Selena.

   Tádef sonrió.

   ―Pobre muchacha. Tendremos mucho de qué hablar. Un colega me informó que ayer por la tarde rindió un examen.

   ―Por suerte recibió la buena noticia del final de sus pesadillas antes de que le dieran el alta en el hospital ―explicó la nóckut.

Sangre nóckut - Arco 2: Alan y Vony, la primera misión -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora