Capítulo VI

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   Alan debía poner al tanto a Voryanda de la conversación que acababa de mantener con Tádef Dómac. Cuando volvió al edificio, y después de presentarse ante el Guardián que encontró en el vestíbulo, se enteró de que Voryanda estaba en el hospital con Selena.

   ―¿No sabes nada más? ―Alan debió controlarse para no zarandearlo.

   ―Oí que telegrafiarían a un cirujano para que atienda a la señorita Novos esta misma noche. No sé nada más, caballero.

   ¿Un cirujano? Quizá se debía al disparo que él le había acertado en el pie. Con Hyven fuera del cuerpo de Selena, el cuerpo de la humana habría recuperado su naturaleza original. Voryanda había obrado bien, ¿y estaría a salvo de los poderes del súcubo? Él podría ir a acompañarla, aunque corría el riesgo de tentar el regreso de Hyven.

   No, lo mejor sería esperar en el departamento a recibir novedades de Voryanda. Seguramente el capitán de la delegación estaba con ella, y enviarían a un Guardián para mantenerlo al tanto. Ahora, Alan debía descansar. Esperaba no soñar ni con Selena ni con las caricias de Hyven.

 Esperaba no soñar ni con Selena ni con las caricias de Hyven

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   No soñó ni con la bella Voryanda. Al día siguiente, Alan se despertó temblando de pies a cabeza y con un poco de fiebre. Aquello podía suceder después del contacto con un demonio y entidades de rango semejante. El elixir curativo de la nóckut lo sanaría por completo.

   Alan bebió un sorbo, dejó la redoma en la mesa, y se quedó reflexionando sobre algo que estaba dándole vueltas en la cabeza. Un detalle importante, muy importante.

   A menos que Voryanda tuviese la capacidad de controlar energía para crear barreras protectoras y colocar sellos de clausura ―no era este el caso―, Hyven podría haber hecho de las suyas empleando el cuerpo de Novos, sin barreras que la contuvieran como él la había dejado en el departamento.

   "Debo confiar en el amuleto que fabricó Voryanda", pensó.

   Le costaba creer que aquel artilugio arcano hubiese podido detener a Hyven. ¿Qué habría sucedido si esa ardiente diablesa hubiera conseguido lo que quería? Quizás hoy él sería tapa de los periódicos por convertirse en la undécima víctima.

   Después de prepararse un café, buscaría a Voryanda. Alan se imaginó a la pobre nóckut haciendo guardia durante la noche junto a la estudiante.

   ―¡Señor Valken! ―Al llamado a viva voz le siguieron unos golpecitos tímidos en la puerta. Alan le abrió a un exaltado Guardián que parecía haber llegado hasta allí usando las escaleras―. Señor Valken, me envía la señorita Rynfer. Lo espera en el hospital.

   ―¿Es una urgencia?

   ―Rutina, señor. La señorita Novos está bien de salud, pero deben ultimarse los detalles para el alta. Solo debe llevar la redoma con el elixir curativo. No sé qué será eso, pero...

Sangre nóckut - Arco 2: Alan y Vony, la primera misión -Donde viven las historias. Descúbrelo ahora