INTRANQUILA ESTÁ LA CABEZA...

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Tom Moore se hallaba sentado en su escritorio, metiéndose en la boca su píldora de vitaminas y oyendo hablar a su jefe de campaña todo el tiempo. Oyendo, pero no escuchando. Su jefe, Campbell Smith, había trabajado con él durante los últimos 20 años, poco después del 11-S. Todas sus campañas a la presidencia había estado con él. Sabía que el llegar a un puesto importante como el de una presidencia había sido siempre un sueño frustrado de Campbell, y por eso estaba orgulloso de que él mismo lo lanzara al triunfo de forma tan bellamente poética.

Lo había protegido siempre cálidamente y en sus propias palabras (las mismas que componen el gancho promocional del partido): "Deja que yo cuide de ti". Cuando ganaron las últimas, no se le permitió celebrarlo pues en palabras de Campbell: "La fiesta fue llegar a la cima, el desafío es no caerte ahora".

Campbell le había ayudado a conservar su esbelta forma física, su atractiva fotogenia y su buen porte con los trajes. Le había controlado cada discurso y organizado cada campaña. Le había conseguido influencias y le había presentado a gente tanto honrada (muy raro) como a tiburones corruptos viviendo por encima de sus posibilidades y pagando las cuentas con la mano de obra social del contribuyente (demasiado común). Lo único en lo que jamás se había entrometido de la vida de Tom era en su matrimonio. En su difunto matrimonio. Tom no podía parar de mirar la fotografía de Tamara, su esposa desaparecida.

 Tom no podía parar de mirar la fotografía de Tamara, su esposa desaparecida

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–Siento decirte que por más que mires esa foto, ella no va a volver.

Tom se vio súbitamente apartado de sus pensamientos.

–Debí haberme dado cuenta —Se levantó de su silla y empezó a dar vueltas a su despacho, impaciente—.

–Mientras no mezcles pastillas con alcohol, ni trates de disolverlas como hacías en tus tiempos de universidad, todo irá bien —Campbell trató de tranquilizarle sin demasiado éxito, aunque tampoco había espacio para la tranquilidad—. ¿Te acuerdas cuándo practicábamos historia por acertijos de palabras y nombres? Sacamos matrícula de honor jugando y adivinando, quién lo diría.

Desde que Tamara desapareciese en su casa de campo hacía ya cuatro meses, la carrera (y la cartera) política de Tom se había resentido. Entre la manutención de sus hijos, limpiar los trapos sucios de los tablones sensacionalistas y conformar a toda costa su gobierno de coalición con su pareja política (May Churches), su relativa estabilidad se había ido desmoronando poco a poco.

En cuanto las puertas del despacho de abrieron, May Churches dejó entrever su imponente y peligrosa feminidad. Una que era usada para atraer en las revistas y fotos, así como arma arrojadiza en aras de la política. Sabía que Tom quería una presidencia única e independiente. No quería compartir la corona con nadie. Pero en una era de fusiones y coaliciones, lo que antes se hacía en las sombras ahora copaba la vida pública. Era la moda. Raro era el que no se juntaba con uno u otro para ganar. Aunque luego la letra pequeña del contrato fuese pelear dentro del propio tándem por ver quién se sentaba a horcajadas de su pareja y cabalgaba hasta llegar al orgasmo del poder, dejando a la otra mitad sólo un poco satisfecha y que diese gracias.

Black Lines (2020) - LAO #3Donde viven las historias. Descúbrelo ahora