Martes. Una vez más es martes.
Solo faltan tres días para que empiecen las vacaciones y por ende obtenga mi tan anhelada y gloriosa libertad. Dormiré hasta tarde, sin preocuparme por los maestros gritones, las tareas o la bola de tontos compañeros que tengo. Saldré con mi mejor amiga y podremos hacer alguna pijamada en casa. Haré muchas cosas sin mi novio.
Mierda.
Otra vez recuerdo que él no vendrá.
—¡Joven Erick!
—¿Qué quiere? —suspiro sin ganas, hasta que la maestra me asesina con la mirada por la forma en que respondí. Aclaro mi garganta y sonrío nerviosamente—. P-Perdón, señor. Digo, señora.
—¡Señorita, muchacho malcriado! ¡Soy una señorita! —exclama muy enfadada. Claro, como si tuviese quince años y fuera Candy, la niña huérfana y a la cual se le murió el novio—. ¡Retírese de mi clase! ¡Ahora!
Me pongo de pie, apoyando con fuerza las palmas sobre la superficie de madera. Ella no pude botarme así porque sí.
—Pero...
De un momento a otro ya estoy afuera del aula, con mi mochila en mano y sujetando mi frente junto con mi nariz porque me cerró la puerta con violencia. Casi me orino en los ajustados pantalones que me puse esa mañana. Y sería un hecho infausto porque están muy bonitos y me quedan a la perfección.
Suspiro.
Observo mi celular y todavía falta media hora para que sea receso y pueda estar con Melissa.
Ni siquiera sé en qué momento me puse a pensar sobre la fecha de hoy y desconecté mi cerebro. En mi defensa debo comentar que la voz de ella es aburrida y me produce jaqueca. Bueno, todos los maestros o maestras me producen grave dolor de cabeza al momento que comienzan a hablar. Es un don que ellos tiene para hacer sufrir a pobres angelitos como yo.
Llego al baño y abro despacio la puerta, pateando mi mochila sin mirar al frente.
Quedo petrificado ante lo que mis hermosos y divinos ojitos ven.
—¡Consíganse un jodido hotel! —grito asqueado, saliendo a toda prisa como si hubiese encontrado al diablo y no al estúpido chico popular recibiendo una felación por una muchacha que desconozco.
Dios. Qué horripilante escena para mí. No volveré a ser el mismo después de esto. Tendré pesadillas constantes con ese pequeño manicito que le cuelga, ni siquiera llega a hacer eso. Pobre de mí, pobre de mí.
Llevo las manos a mi boca ante las arcadas que siento de tan solo recordar. Necesito un poco de algún líquido fuerte para "desver". O tirarme de un puente, después de todo no veré a mi novio hasta fin de año. ¿Qué tan malo sería que me encuentre por un accidente? En las noticias saldrá: Murió por ver un maní, pero no uno de comida, sino uno de reproducción.
En realidad, desconozco cómo es la medición, pero creo que estoy en algo promedio y mi novio igual o me gana. ¡No me culpen! Un día estábamos aburridos e hicimos una comparación que terminó en una guerrita de almohadas.
Luego de ello voy con Melissa a la cafetería y continuo con lo habitual; más clases, hacer tarea, comer, molestar a mi padre, dormir y volver a la escuela.
El miércoles tengo una mañana tranquila o eso aparentaba ser hasta que un estúpido irrumpió las clases para ponerse a cantar de manera tan desafinada que por un momento creí que nos atacarían filosos pedazos de vidrio.
—Alguien que le corte la lengua o la garganta —murmuro con enfado, contrario a los suspiros que escucho por parte de mis compañeras—. ¿Cómo les puede gustar ese adefesio?
—Opino igual —habla Meli, cubriendo sus orejas con las manos.
No entiendo qué hace aquí. ¿Quién será el desafortunado y desdichado?
¡Oh Yisus! ¡Llévame de una vez! ¡No, mejor no! Déjame por un tiempo más, quiero tener hijos. ¡Pero puedes llevártelo a él!
Abro desmesuradamente los ojos cuando se acerca a mí sosteniendo una rosa marchita, está incluso con tres pétalos con pésima pinta. No. No. No. No.
—Hola, nerd —saluda con una sonrisa.
Lo único que recuerdo es su diminuta cosita y tengo que morder mi lengua para no reírme frente a su cara. En el fondo tampoco soy tan malo.
—¿Te conozco? —Me hago el sorprendido, llevando un dedo a mi mentón y dar un par de golpecitos—. ¡Oh, ya recordé! ¿Acaso no eres quien me quiso pegar hace unos días y también me insultó? Tienes que ser tú, eres el único imbécil que lo hace.
Sé que hay muchas chicas que quieren asesinarme por responder de esa forma a su apreciado "amor platónico". Así como chico que probablemente me darán una buena golpiza si me encuentran solito.
—Quiero que seas mi pareja —ni siquiera lo pregunta, es una puta orden que no voy a cumplir.
—Ni lo sueñes. Contigo ni a la esquina.
Recibo una bolita de papel que impacta contra mi ojo derecho, suelto un chillido y el maestro no hace nada porque se quedó dormido. Ese hombre no levanta ni con un terremoto. O a lo mejor sus tímpanos fueron destruidos hace minutos por el energúmeno que sigue delante de mí.
—¿Por qué? Te traje una flor a todas las chicas les gustan, tú no eres diferente.
Suelto una risa sarcástica y lanzo la pobre rosa que no tiene la culpa de nada hacia la persona que me golpeó el ojo.
—Te informo que soy un chico, soy un él. Al parecer tu cerebro de nuez no da para pensar bien las cosas.
—Pero...
—Pero nada. Ahora vete de aquí, que ya tengo una descripción clara de cómo eres y no va a cambiar de un día para otro.
No pensé que un plan fuera tan fácil de realizar. Un par de ropa bonita y ya hay un baboso detrás de ti creyendo en sus fantasías. Pobre iluso.
Vacaciones vengan a mí.
***
Iba a subirlo mañana, pero mejor lo hago ahora o luego no lo haré.
Solamente les aviso que el siguiente ya es el final :D
Es una historia super random que se me ocurrió en una madrugada de desvelo (como casi la mayoría, por no decir todas).
Besos.
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No seré tu cliché || Joerick
FanfictionErick es catalogado como el "nerd" de la escuela, hasta que al igual que en las películas termina sorprendiendo con su cambio al chico más popular. Lastimosamente, a diferencia de ese típico cliché, Erick no cae en sus encantos.