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El jueves no fue diferente al miércoles, recibí otra especie de serenata, aunque esta vez fue en la cafetería y terminé con el almuerzo de dos chicas encima porque nuevamente rechacé al chico popular de todo el colegio. Debería decir el inepto más grande.

Como si yo fuese el culpable de todo.

Gente estúpida que se conforma con tan poco.

De qué manera tengo que explicarles a sus minúsculos cerebros que ese chico no me interesa. No me importa lo que haga. No tengo ningún interés en sus "regalos" o lo que sea que hace para agradarme luego de lo patán que fue.

Me jode en grande que todos esperen una grandiosa historia de amor entre: un popular por ser despreciable y yo, alguien casual. En serio no me cabe por ningún lado.

—¿Qué quieres? —pregunto borde.

—A ti.

Suelto una carcajada ante su estúpida respuesta.

—Ya. ¿Se supone que ahora debo creerme esta ridícula farsa de que te gusto, que has cambiado o al menos pretendes hacerlo? ¡Y, oh maravilla! Justo ocurre cuando aparezco con otra ropa. ¿Te interesas en mí o solo te fijas en estas prendas baratas?

—E-Eh... Yo...

Rechazo las rosas que me da.

—Te lo diré una vez más y espero que sea la última —suspiro, acomodando los tirantes de mi mochila—. No me gustas, nunca lo harás. Conozco lo que valgo mucho antes de tener un nuevo estilo, tengo a personas que me quieren así, todo fachoso y descuidado.

—Nerd, yo...

—¡Deja de llamarme así! —vocifero molesto—. Mereces retorcerte en la mierda que tú mismo creaste. ¿Qué esperabas? ¿Acaso creíste que caería? Unas flores, atención tuya, regalos. ¿Tan estúpido me consideras?

Siento como Melissa me toma por la mano, el timbre sonó hace minutos. Nadie se mueve, todos son espectadores por los chismosos que son. Si esperan que le tire una bofetada o algo por el estilo, pues los voy a decepcionar porque no lo haré.

—Es que no sé nada de ti.

Suspiro cansado. Tengo ganas de llegar a casa, lanzarme a mi cama, cubrirme con miles de mantas y llorar sin descanso alguno hasta que sea fin de año y vuelva a verlo. Porque realmente me siento como la mierda, pero no se lo dije a nadie.

—Tampoco quiero que sepas de mí —mascullo—. ¿Sabes qué? Estoy perdiendo mi tiempo aquí. Adiós.

Avanzo dos pasos, no obstante, soy retenido.

—Dame la oportunidad.

—¡No! ¿Entiendes lo que significa esa palabra de dos letras? —grito colérico al punto de querer estallar en lágrimas infinitas por lo avergonzado y ridículo que me veo, cuando debí largarme desde el primer segundo—. No quiero nada contigo, Zabdiel. Me has humillado en varias ocasiones. El hecho de que ande sonriendo todo el puto día no indica que estoy feliz. Y me vale una hectárea de mierda lo que has hecho por mí, y sí, tal vez estoy siendo muy duro y un reverendo hijo del diablo, pero... en realidad tú no lo vales. No vales nada.

Me suelto de su agarre con furia, empujando a todos y escuchando sus gritos de desprecio por haber tratado a "su rey" de manera grosera. Y, aunque quiero voltear para decirles que no he nacido para complacer a personas sin cerebro, me detengo cuando lo veo.

No.

No. No.

Estoy soñando.

Sí. Es eso.

No seré tu cliché || JoerickDonde viven las historias. Descúbrelo ahora