Sus labios posados en la superficie del cuerpo que alguna vez juró nunca mancillar, hacen que se escape un suspiro que expresa un deseo de libertad, abrumando un alma que ya no quiere ser amada, triste y oprimida, acorralada y devastada, pidiendo a gritos terminar con todo.
Lágrimas color sangre recorren las mejillas de un triste individuo acorralado, con el corazón hecho añicos, incrédulo a las promesas, cansado de terminar en lo mismo, que pecados ha de pagar, es lo que se pregunta alzando la cabeza hacia el cielo esperando una respuesta que nunca llegará, sin querer ser arrastrado, sin querer ser forzado, sin querer ser cambiado, sin tener fuerzas para seguir con todo. Al verse acorralada y sin más que perder, logra vociferar, con las con las llamas de la emancipación ardiendo en su interior: "Lazos he de romper, puesto que en vuestras palabras no volveré a creer, vuestros juramentos vacíos a mis oídos no llegarán, porque mi ser no ha de soportar más los grilletes que habéis impuesto en mí, liberadme del yugo del que me tenéis cautiva, acabad con el dolor de esta mísera alma agonizante". Siendo esas palabras, las causantes de su muerte. Tomada con fuerza por el cuello, es sometida contra una pared, recibiendo golpe tras golpe, los intentos por tratar de liberarse, se vuelven inútiles, y entre golpes, esa pobre alma se resigna y pone lo que le queda de vida en las manos de aquel agresor, Esperando recibir su anhelada libertad. Entre un charco de lagrimas y sangre, sosteniendo una casi irreconocible sonrisa, se encuentra un alma, la cual sabe, que sus días de opresión, están próximos a terminar.
Bajo las estrellas del firmamento, mora una alma extraviada, la cual no hizo más que buscar su preciada libertad. Triste el camino que tuvo que seguir para conseguirlo, dejando atrás aquello que alguna vez fueron sus sueños, en aquel apartamento, donde alguna vez yacio su frío cadáver.
~M.
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Lo que se debió llevar el viento
PoetryEscritos cortos, que plasman una pequeña parte de lo que muchos alguna vez sentimos. Que el reflejo de nuestra alma nunca nos consuma.