𝗧𝗿𝗲𝗰𝗲

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Llevaba un rato ya jugando con el anillo en mi dedo, tenía la cabeza echada hacia atrás en el sofá y los pies puestos descuidadamente sobre la mesilla de centro. Sin mucho qué hacer, me veía a en una paciente espera para que mi acompañante conservara la calma.

—All Might, dicen que si pones esa expresión las arrugas saldrán más rápido.

Pero ni mi intento por tranquilizar al susodicho tuvo resultados. Despreocupada, le vi por el rabillo del ojo al otro lado de la habitación, en donde había pasado de estar hecho un ovillo en su silla y con las manos en el rostro, a echarse sobre el escritorio en una postura de rendición. En su forma vulnerable, sus oraciones entre dientes seguían escuchándose en leves murmullos indistinguibles, persistiendo a su vez con el entrecejo inclinado hacia abajo en una evidente muestra de angustia.

—Debiste decírmelo en cuanto lo supo. Debí hablar con él en ese momento—no dejaba decir en repetidas ocasiones, de las pocas cosas que podía escucharle con claridad.

Ya era después de medio día, las clases habían terminado temprano y, como Aizawa seguía ocupado con quién sabe qué cosa, yo me había dedicado a pasar el rato con el héroe en la sala de profesores desde que me lo encontré por accidente en los pasillos de la academia, aprovechándome de ello para tener una merecida charla con él, de esas que hace meses que no teníamos.

Le conté detalles que antes no había podido, desde el más mínimo e insignificante evento de mi vida durante el lapso de tiempo en el que no convivimos, tales como eran qué había desayunado hace semanas. De verdad. Le mencioné cómo iba mi casta interacción con el resto del grupo pero que, eventualmente, seguía intentándolo. Hablé sobre mi trabajo, las clases y otras cosas que no venían en la conversación, pero de las que él estuvo gustoso de escucharme hablar como siempre.

No obstante, lo que capturó su atención apenas lo dije no dejó de atormentarle: Aizawa. Mientras que me concentraba en no omitir mucho detalle de lo fue del Festival y cómo habían terminado las cosas, All Might se la pasó con la cara distorsionada por la noticia, no le sentó nada bien. Estaba incluso más preocupado que yo cuando el moreno me descubrió.

No, enserio. Estaba hecho un manojo de nervios. Desde que le dije se la había pasado así, diciendo cosas sin sentido al pensar de más.

—Ya te dije que no lo pensé —respondí—. Igual hubiese sabido que nos conocemos. Sería un problema más grande si se entera que te conozco, sabrá que uno de mis cómplices al cambiar mi papeleo para acceder a la academia fuiste tú. Ya sabe lo peor, bueno, al menos parte de ello, explicarle lo otro está de más. —Eso no lo ayudó, permaneciendo en el mismo estado. Sin saber qué más hacer, me enderecé, ahora sí siendo yo quien se preocupaba pero por su paranoia. —Oye, solo es un castigo.

Negó efusivo con la cabeza.

—No me preocupa el castigo, Hayasaka. Me preocupa lo que venga después.

—¿Después? —enarqué ambas cejas— ¿Crees que se lo cuente a alguien? —cuestioné, de pronto alarmada ante la idea. Pensar siquiera que All Might sospeche de él me ponía nerviosa, siendo que era su compañero de trabajo. Si yo aún tenía mis dudas con el moreno, eso me hacía perder la tranquilidad.

—No —volvió a negar rápidamente, deshaciéndome de cualquier pensamiento—. Aizawa no es ese tipo de persona. Su sentido del heroísmo es muy arraigado, pero sabe cuándo actuar prudentemente.

Así de rápido me relajé, por lo menos un poco, puesto que las sospechas permanecían y, con ello, una nueva duda.

—¿Y a qué te refieres? ¿qué te preocupa?

Retomó una postura recta, el azul vivo me sostuvo la mirada, compartiendo su angustia al depositarla en mí, una que no comprendía. Fue demasiado veloz antes de posar la vista en el suelo.

𝐐𝐔𝐈𝐑𝐊𝐒 « 𝖻𝗇𝗁𝖺 »Donde viven las historias. Descúbrelo ahora