Chace.
-¡Deja que la vea, deja que me explique!- grito con rabia y cuando me cierra la puerta en la cara paso mis manos por mi pelo. Me acerco a mi coche dispuesto a irme y antes de subirme le doy vueltas a todo lo que acababa de ocurrir. Eso provoca en mi que la ira que tenía acumulada salga. Le doy un golpe a la ventana del coche haciendo que el cristal se rompa en mil pedazos. Respiro agitado mirando el cristal roto, mi mano llena de sangre y llena de cortes. No es suficiente dolor del que me merezco. Aprieto mi puño y cierro los ojos intentando relajarme.
Pensaba que mi etapa en mi propio infierno había acabado cuando ella llegó a mi vida, pero estaba equivocado.2 años antes.
Atenea.
Miro como el señor Crawford entra y me mira varios segundos. Coloco un mechón rebelde tras mi oreja algo incómoda.
-Buenas noches, señor Crawford. - digo con mi mirada fija hacia delante intentando no tener contacto visual con él.
-Buenas noches, señorita. Y no me llame señor, prefiero que me llame Crawford. -dice vacilon o eso puedo notar en su voz. Respiro hondo y le miro.
-Perfecto, y no me llame señorita, prefiero que me llame por mi nombre.- le espeto y me arrepiento al momento de lo que acababa de decir. No podía olvidar que era mi jefe. Por lo que añado a mi comentario - lo siento. No era mi intención hablarle así.
-La llamaré por su nombre... ¿Cuál era? ¿Johnson? Espero que no haya sido su intención hablarme así, soy su jefe, no ninguno de sus compañeros de fraternidad. De gracias a que está aquí y tiene trabajo como becaria. Ya le gustaría a mucha gente trabajar para mi. - en ese momento le miro mal. Este me mira con una ceja alzada. Sabia que esperaba otro ataque por mi parte pero tenía razón. Estoy aquí gracias a él y soy afortunada de tener este trabajo. Asiento y vuelvo mi mirada al frente. Miro el piso por el que vamos. Aún íbamos por la mitad y él se bajaba una planta más abajo que yo. Perfecto. Carraspeo y sigo con mi mirada al frente hasta que noto su mirada sobre mi de nuevo. Le miro y este añade:-¿Quiere que la lleve a casa? Es muy tarde y no debería de ir a estas horas por la calle.
-No gracias, puedo caminar por mi cuenta y pedir un taxi como hace todo el mundo. - digo de forma borde. No se que intenciones tenía conmigo pero iba por mal camino. Por fin llego a mi piso y salgo del ascensor. Me quedo parada una segundos y miro hacia la salida viendo lo fuerte que había empezado a llover.
-Bueno, pues espero que disfrute el camino de vuelta a casa. Será muy refrescante, ¿no cree?- dice y suelta una pequeña risa. Me giro viendo cómo se cerraban las puertas. Gruño cabreada y salgo del trabajo poniéndome la chaqueta por encima para protegerme de la lluvia.
Miro hacia mi alrededor algo pensativa hasta que escucho a mi amiga.
-Atenea, ¿me estás escuchando? ¡Tienes que plantarle cara! Es tu jefe, si ¡pero por ello no tienes que aguantar que nadie te haga sentir inferior!
-¿Por eso te echaron de la cafetería? - río leve para quitarle hierro al asunto y Stefannie niega sin parar de reír.
-¡Se lo tenía merecido! Era mi jefe, no mi padre. Cronometraba las veces que me paraba a hablar con los clientes. ¡Eso ya es demasiado! - rueda los ojos y luego vuelve a mirarme. Noto como agarra mi mano y miro estas - no debes nunca sentirte culpable por algo que no has hecho. Eres la mejor en esa empresa, tu jefe está encantando con tu trabajo y nada debería de hacerte sentir mal. Bastante buena eres como para que ahora te hundan en esa empresa. ¿Qué es lo que siempre te he dicho?
-No hundas y no te hundas. - murmuro llevando la mirada a sus ojos. Al ver su cara suelto una risita y asiento entre risas - está bien, pero como me echen por tu culpa, te hundiré yo a ti.
Stefannie era mi mejor amiga desde que teníamos uso de razón. Estuvo conmigo cuando mi padre nos abandonó y por ello le estaré siempre eternamente agradecida. Tiene el humor en la sangre, es valiente y tiene coraje, coraje del que me falta a mi. Su vida no ha sido para nada fácil pero eso nunca le ha arrebatado la sonrisa. Que sea tan fuerte me inspira, para que mentir. Stefannie siempre me ha protegido y estoy segura de que siempre lo hará.
Termino de darle un repaso a los últimos manuscritos antes de entregarle estos a la secretaria del señor Crawford. En ese momento suena mi el teléfono de mi puesto de trabajo y cojo rápido la llamada.
-Atenea Samuels, ¿en qué puedo ayudarle?
- ¡Hola! Soy yo. El señor Crawford quiere que le entregues los manuscritos en persona a partir de ahora. Te lo comento porque me has dicho que tenías algo que entregarle hoy, se lo he dicho y exactamente me ha dicho que fueras a entregarselos... Es extraño viniendo de él pero, ¡buena suerte!
Su secretaria me cuelga y frunzo mi ceño. No entendía nada. Suspiro y dejo el teléfono en su sitio. Reviso una y otra vez los manuscritos hasta que creo que están perfectos.
Cuando llega a su despacho me quedo unos segundos respirando hondo y repitiendo una y otra vez el consejo de Stefannie.
No hundas y no te hundas... no hundas y no te hundas... no hundas y no te hundas...
Finalmente pico la puerta y cuando me da paso le miro. Se encontraba en su silla mirándome fijamente mientras que con su mano derecha jugaba con el bolígrafo que tenía en sus manos. Hoy llevaba un traje negro completo, camisa blanca de botones y una corbata violeta. Trago duro y me acerco a su mesa para dejar los manuscritos en la mesa. Mi acción se ve interrumpida con sus palabras:-Cierra la puerta, Atenea.
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Un Ángel Para Un Demonio
ChickLit✧ || ❝ Á𝐧𝐠𝐞𝐥 𝐲 𝐃𝐞𝐦𝐨𝐧𝐢𝐨; 𝐧𝐮𝐧𝐜𝐚 𝐡𝐚𝐛í𝐚 𝐞𝐬𝐭𝐚𝐝𝐨 𝐭𝐚𝐧 𝐣𝐨𝐝𝐢𝐝𝐚𝐦𝐞𝐧𝐭𝐞 𝐞𝐧𝐚𝐦𝐨𝐫𝐚𝐝𝐨 𝐝𝐞 𝐞𝐥𝐥𝐚. ❞ Ella tan solo tiene 19 años cuando comienza a trabajar para él en su oficina como becaria leyendo manuscritos y h...