Tras unos años de vivir en pareja, solo les falta formar un lazo permanente. La vida era normal para todos. Pero, lo que comienza como una nueva ola de violencia en el país pronto se convierte en algo más siniestro. Tal parece que los instintos más...
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Los objetos que anteriormente obstruían el paso, cayeron al suelo estrepitosamente.
YoonGi quedó paralizado en su lugar por un segundo, sin saber qué hacer realmente ante esta inesperada y desafortunada situación.
En un acto reflejo intento correr, ayudar a su omega. Los soldados reaccionaron de igual manera, apresurándose a sujetarlo, obstruyendo su paso.
El alfa comenzó a forcejear, intentando soltarse.
Ellos no entendían, ¡tenía que ayudar a su omega!.
Con cautela, aquel los intrusos se acercaron al omega, notando el estado grave en el que se encontraba.
Lo analizaron un momento, para después hacer lo mismo con el alfa.
Yoongi intentaba alejarse, forcejeando de vez en cuando, observándolos con furia.
Sabía que, aun si lograba soltarse, no tendría oportunidad, lo superaban en número notablemente.
Su vista viajó hasta su omega, estaba sufriendo, agonizando por el dolor.
JiMin ya no lo soportaba más, quería ser fuerte por el y por su alfa, pero el dolor que estaba sintiendo era peor a cualquier otro que hubiera sentido antes.
Se sentía cansado, una parte de él quería seguir luchando, pero ya no tenía más fuerzas, intentaba mantenerse consciente, tenía el presentimiento de que, si cerraba los ojos, posiblemente no volvería a despertar, y tenía miedo de esa posibilidad.
Sus párpados se encontraban pesados, los sentía cerrarse en contra de su voluntad, un gran agotamiento inundaba su cuerpo, su respiración era débil y errática, no podía más con eso.
Intentó observar a su alfa, pero su vista está a nublada, apenas podía distinguir su aroma.
YoonGi sabía que no le quedaba mucho tiempo, milagrosamente seguía con vida hasta el día de hoy, pero se negaba a dejarlo ir. ¡El podía ayudarlo!, pero, necesitaba que lo soltaran.
— Esta infectado - dijo uno de ellos con firmeza, señalando a su omega.
Tras esas palabras, los demás, rápidamente lo apuntaron con su arma, solo esperando la orden para disparar.
— ¡No! - intento soltarse una vez más, usando todas sus fuerzas en ellos - no...p-por favor, no le hagan daño... - suplico, sintiendo su voz quebrandose ante el inminente llanto.
¡Dios, estaba realmente asustado!.
Pero no era por el, si no por su omega, la persona que más amaba en este mundo.
— Tenemos órdenes. Eliminar a todos los infectados - explicó, aquel que daba las órdenes, suponía era el líder del grupo.
— P-puedo...ayudarlo... - logró decir, tenía un terrible nudo en su garganta, dificultándole hablar.
